Cuando sintamos que el país se mueve en la dirección correcta nos sentiremos mejor
¿Cuánto tiempo le tomará al país recuperarse de la destrucción sistemática a la que lo ha sometido el régimen chavista? A menudo oye uno decir que esa recuperación tomará muchos años, incluso décadas, debido a la extensión y magnitud de los daños causados. Ciertamente que la lista de éstos resulta sobrecogedora: el colapso de la infraestructura; la destrucción del aparato productivo, incluyendo empresas publicas tan importantes para el país como Pdvsa; el desmoronamiento institucional; el desbordamiento de la violencia y la criminalidad; los sentimientos de odio y enfrentamiento que se han generado entre los venezolanos; la conflictividad internacional en la que se ha colocado al país, son apenas algunos de ellos. Para responder a la pregunta conviene pasearse por las experiencias de lo que se ha dado en llamar "la recuperación de países en situación de posconflicto", que abarca casos tan diversos como los de Bosnia, Kosovo, Serbia, Sierra León, Liberia, y unos cuantos más. Son países que han sido duramente afectados por guerras o grandes desastres naturales. Si bien en la mayoría de los casos la recuperación ha tomado más tiempo de lo inicialmente esperado, también hay ejemplos en los que ésta ha sido relativamente rápida. Un factor crítico para la calidad y la velocidad de la recuperación es la calidad del liderazgo al que le corresponde conducirlo.
En el caso venezolano, si el liderazgo que suceda a Chávez, actúa con sentido de grandeza e historia, si convoca al país en su totalidad, sin exclusiones, a la tareas de la reconstrucción, si define con claridad las grandes tareas y líneas de acción, si le explica al mundo su intención de convivencia pacífica en el planeta, se pudiera desatar una energía social sin precedentes, que nos haría avanzar a pasos agigantados hacia nuestra recuperación y creciente prosperidad. En última instancia no es tanto la situación en la que se está sino la dirección en que se va lo que genera un mayor bienestar en la población. Cuando sintamos que el país comienza a moverse en la dirección correcta, nos sentiremos mucho mejor, no importa cuán pobre estemos.
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