No sé si será por el nerviosismo creciente ante los sondeos negativos o por la incapacidad manifiesta para resolver los graves problemas que aquejan a Andalucía, el caso es que las caras visibles del socialismo andaluz están poniendo de manifiesto una magnífica oportunidad para callarse. Primero fue la secretaria de Organización del PSOE-A,
Susana Díaz, la que, ante la amenaza de los sindicatos de la función pública de
"calentar" la campaña de las elecciones municipales, se descolgó descalificándoles e insultándoles; después fue el portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento Andaluz,
Mario Jiménez, quien les acusó de
"pseudorrepresentantes fascistas", y por último ha sido el consejero de Gobernación,
Luis Pizarro, quien les llamó
"batasunos". Aunque todos ellos son de verbo fácil y soez, a mi me da la impresión que todos estos voceros no son sino el eco teledirigido de la
"voz de su amo", es decir, que siguen las instrucciones emanadas de la Presidencia de la Junta y de la Secretaría General del PSOE-A, encarnadas en estos momentos en una sola

persona,
José Antonio Griñán. llamadme Pepe. Ocurre que Griñán, yendo como va de exquisito, no se atreve a decir publicamente las barbaridades que piensa para no manchar su impoluta imagen y envía por delante a los "
griñanininis" de turno para que le hagan el juego sucio. Y, como decía
Ortega "
no es eso, no es eso". Sobre todo cuando el
"decretazo del enchufismo" que pretende
"colocar" a veinte mil "
amiguetes" de las empresas públicas puede que sea finalmente rechazado por la Justicia y Griñán tenga que metérselo donde le quepa.
Y es que, además, lo mínimo que se le puede pedir a un político es que cuide las formas. Los andaluces ya hemos podido comprobar en este año y medio de gobierno de Pepe Griñán que el fondo está vacío, que el Ejecutivo que dirige está como de paso y sólo se salvan de la quema un par de consejeras (quizás
Mar Moreno y
Micaela Navarro) que, a la vez, juegan una doble partida en busca de metas más altas en el caso de que el PP de
Javier Arenas no logre la mayoría absoluta en la primavera del 2012. El resto es puro material de derribo colocado en San Telmo para arropar con sonrisas y golpecitos en la espalda a un presidente que cada día pinta menos. Si como muestra vale un botón sólo hay que contemplar la negativa del consejero de Cultura (y antes candidato derrotado a la Alcaldía Marbella y antes titular de Turismo y antes de Agricultura),
Paulino Plata, de no ceder las instalaciones del Monasterio de la Cartuja para una reunión que
Mariano Rajoy pretendía hacer con los alcaldes del PP el próximo fin de semana durante la Convención Nacional que los populares celebrarán en Sevilla. Yo estoy con Arenas en que esto no hubiese sucedido con anteriores presidentes de la Junta, ni con
Rafael Escuredo ni con
José Rodríguez de la Borbolla, ni incluso con
Manuel Chaves. Pero Griñán es mucho Griñán y cree que Andalucía le pertenece. Es la grave confusión patrimonialista que tienen muchos socialistas al suponer que los votos de apoyo en las urnas son un cheque en blanco para hacer lo que les dé la gana con Andalucía. Claro, son tantos años, más de treinta, de poder que se les nota demasiado el apego al cargo. Y vuelvo a repetir, "
no es eso, no es eso".
En fin, que la semana que comienza se presenta
"calentita". El próximo sábado, día 22 de enero, coincidirán en Sevilla la plana mayor del PP (en torno a tres mil cargos y simpatizantes) y la anunciada manifestación de los funcionarios que pretende sacar a la calle a cincuenta mil personas. Yo sé de un tal Pepe que, seguro, seguro, se va a ir el fin de semana a visitar Almería para que no le lleguen los ecos de las protestas ni de las críticas, que tiene más que merecidas por desatender el fondo y por no cuidar las formas. Es lo que hay. Y lo peor está aún por llegar.