Al menos desde la época de los primeros cristianos, siempre se había dicho aquello de "si no lo veo, no lo creo". Fue como consecuencia de la incredulidad de Tomás, uno de los discípulos, a quien no bastaba el testimonio de sus correligionarios para confirmar la resurrección de Cristo. Hubo de encontrarse directamente con el Maestro y ver sus heridas en las manos y el costado para confirmarlo.
Hoy, para algunos, ni siquiera basta comprobar en primera persona hechos y situaciones para poder hacer un diagnóstico de la situación. Nunca pensé que el fanatismo cegase hasta este punto, el de dudar incluso de lo que uno puede comprobar por sí mismo, aquí y ahora. Por el contrario, da más crédito a las voces oficiales, siempre triunfalistas y negando a machamartillo lo evidente.
Concretemos. Esta semana ha sido triunfal para Óscar Puente, el ministro de Transportes. A principios, Renfe, Adif o la madre que las parió, sembraron el caos durante horas y horas al retener a miles de pasajeros (se ha barajado la cifra de casi 30.000), en sus trenes, sin aire acondicionado, sin agua y sin alimentos.
Al parecer fue la falta de suministro eléctríco a la catenaria el origen del siniestro gigante. Ni el ministerio, ni Renfe, ni Adif han mostrado tener plan de contingencia alguno para hacer frente a este tipo de situaciones, por desgracia cada vez más frecuentes.
Un día después le tocó al aeropuerto de Madrid Barajas, una de cuyas terminales -la T 4, que gestiona buena parte de los vuelos internacionales que parten y llegan a la capital de España- vivió otro caos que se saldó con centenares de pasajeros perdiendo sus aviones.
El origen, la acumulación de personas en los puestos de control y seguridad que dan acceso a las puertas de embarque a vuelos extracomunitarios. Imagino como habrán afrontado unos y otros viajeros lo que las autoridades de Transportes (Renfe,Adif, AENA, da lo mismo…), ventilan con el término "incidentes técnicos".
Y, por supuesto, aquí nadie asume responsabilidad alguna por estos y otros muchos "incidentes" que la ineficacia, el desconocimiento o el pasotismo provocan cada 2 por 3 a ciudadanos españoles y extranjeros.
Y lo peor ni siquiera es eso. En lugar de afrontar las evidentes responsabilidades, a alguna que otra ministra (Montero), que se cree experta usuaria del AVE porque tiene que repartir su tiempo entre seguir esquilmando a los contribuyentes españoles y en preparar el camino a un nuevo revés electoral para el PSOE en Andalucía, no se le ocurre otra cosa que apuntar hacia un posible sabotaje de los operadores privados para justificar el colapso ferroviario de esta semana. ¿Cabe cinismo mayor?
El ministro Puente sigue dedicando más tiempo a mostrar públicamente su ingenio en la red X, a base de post constantes contra la oposición, como si esta fuera la verdadera culpable de todo este caos. Si dedicara la mitad de su tiempo simplemente a que desde las dependencias correspondientes de su ministerio se construyesen y se revisasen vías, carreteras, trenes o aeropuertos, probablemente todos estos "incidentes" se reducirían ostensiblemente. Claro que eso se llama gobernar, y está claro que no es el objetivo principal ni de Puente ni de ninguno de sus compañeros de gabinete que tratan, más bien, de prolongar sus estancias en los sillones correspondientes para seguir malversando y, para despistar, señalar a la Guardia Civil, a la prensa y a los periodistas libres, o a los jueces y a los tribunales que están descubriendo tropelía tras tropelía a cual más punible, conectadas con el partido gobernante y apuntando cada vez más cerca de Moncloa.
Y, entre tanto, ahí está el Tribunal Cosntitucional (TC), para blanquear delitos de rebelión y de sedición rizando el rizo en una nueva sentencia, esta vez para otorgar la Amnistía a los chicos del "Procés", sentencia que pasará a la historia de la Justicia española como un claro ejemplo de "lealtad" (léase más bien clara subordinación...), del órgano encargado de interpretar la constitucionalidad de las leyes , al mero interés político del gobierno.
Pues nada, con todos estos episodios, mientras paralelamente la deuda y el déficit de la Seguridad Social crecen como la espuma; mientras el propio Ejecutivo se inmiscuye en una operación de adquisición del BBVA al Banco Sabadell por meras indicaciones de Puigdemont, celoso guardián del capital catalán, en contra del parecer de la comisión de la Competencia o de las autoridades de la UE.
Mientras todo esto sucede, digo, delante de nuestras narices, 2 ex secretarios de Organización del partido gobernante (Santos Cerdán y José Luis Ábalos), andan deshojando la margarita para ver en qué medida colaboran con la Justicia a fin de reducir sus posibles condenas, el superpresidente Sánchez y sus mariachis más militantes del gobierno, no dejan de repetir el mantra de que "la economía de España va como una moto".
Se ve claramente que no van mucho al supermercado, o quizás es que -como ellos son más y mejores que nadie-, lo de "España va bien" del señor José María Aznar les parece poco.
O lo mismo es que no les dejamos que terminen la frase porque lo que de verdad quieren decir es que va como una moto, pero directamente hacia el abismo.