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Bomberos españoles, testigos del drama de los refugiados en el 'gran cementerio' del Mediterráneo

> "Si nosotros que llevamos puesto un traje de neopreno nos quedamos helados, imagínate ellos..."

jueves 24 de diciembre de 2015, 08:00h
El Mediterráneo se ha convertido en el gran 'cementerio' para decenas de miles de refugiados que huyen del horror y arriesgan su vida intentando entrar en Europa. Según datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), en 2015 se superará el millón de llegadas a nuestro continente, y se calcula que en este año, la cifra total de desplazados superará los 60 millones. Esta dramática situación pasa desapercibida a ojos de la comunidad internacional, y es que los refugiados son los eternos olvidados, aunque no para todo el mundo. G-Fire es una ONG creada por un grupo de Bomberos de Castilla y León, que se han desplazado hasta la isla de Lesbos para realizar labores de salvamento y asistir en los desembarcos. Diariocrítico ha contactado con su portavoz, Javier Abajo para conocer más detalles sobre este proyecto humanitario.
Bomberos españoles, testigos del drama de los refugiados en el 'gran cementerio' del Mediterráneo
Según datos de la OIM, más de 800.000 personas han llegado a Grecia procedentes de Turquía, en una ardua travesía que se ha cobrado más de 700 vidas. Desde el pasado 10 de diciembre, grupos de 4 bomberos que se relevan cada 15 días aproximadamente, se han ‘instalado’ en la isla de Lesbos, la mayor receptora de refugiados del Mar Egeo, según ha indicado Abajo.

“Esta ONG nace con el propósito de prestar la ayuda necesaria al menos hasta que pase el invierno o cese el problema, si bien para ello necesitamos conseguir fondos. No contamos hasta ahora con ayuda institucional de ningún tipo y nuestra financiación proviene, por un lado, de los donativos de personas privadas que han decidido apoyar esta causa, y, por otro, del dinero aportado por los propios bomberos, que costean la parte más importante de los gastos, que es el desplazamiento hasta la isla”, ha detallado.

“Cuando decidimos comenzar este proyecto, nos desplazamos a Lesbos sin saber si íbamos a ser necesarios pero una vez allí, vimos que seríamos útiles”, explica el portavoz. “La mayoría de los voluntarios que se encuentran allí trabajan en tierra por lo que faltaban socorristas en el agua, así que nos adjudicamos esta tarea”.

La Agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR se encarga de organizar a los grupos de voluntarios y reparte las tareas. “Nos asignaron la parte norte de la isla de Lesbos, y nos situamos en una pequeña zona a la que llegan pocas embarcaciones pero son las que suelen tener más dificultades para llegar a la playa”, ha explicado Abajo.


“Localizamos las barcas y cuando son visibles intentamos que lleguen a la playa”


“Nuestra labor comienza por localizar las barcas e intentar determinar a qué zona de la costa se dirigen. Una vez tenemos localizada la embarcación, enviamos la información al grupo de coordinación de Whatsapp gestionado por ACNUR, solicitando medios cuando es necesario”.

Una vez que las embarcaciones son visibles, los bomberos intentan indicar a los refugiados la forma de llegar hasta ellos, evitando los acantilados y las rocas. Cuando la barca se encuentra a escasos metros de la playa, entramos en el agua, paramos el motor y ‘atracamos’ la embarcación”. A partir de ese momento, la labor consiste en sacar a esas personas de la barca y atender a quienes lo necesitan o rescatar a los refugiados si es preciso.

Viajan en precarios botes neumáticos en los que se hacinan unas 50 personas, la mayoría familias. “Van a ras de agua por lo que el viento y el frío hacen que, en muchas ocasiones, lleguen con hipotermias graves, especialmente las mujeres, bebés y niños, ya que las madres intentan proteger como pueden a sus hijos del frío y la humedad”. “Si nosotros que llevamos puesto un traje de neopreno nos quedamos helados, imagínate ellos, que viajan a 15 centímetros del mar, mojados y con ropa de calle”, ha indicado este bombero.


Cruzar el Mar Egeo, una auténtica pesadilla

La precariedad de las embarcaciones, las condiciones climatológicas, que se recrudecen en invierno, el estado del mar, la escasez de combustible con el que parten desde Turquía, que el ‘patrón’ de la barca sea uno más entre los refugiados, o que la mayoría de ellos no sepan nadar, son algunas de las numerosas dificultades que afrontan los desplazados.

“Hay veces que el viaje es relativamente cómodo, cuando todo sale bien, pero cuando las condiciones son adversas, se convierte en una pesadilla. Sin embargo, para los refugiados el viaje es lo de menos, ya que parten de sus lugares de origen, como Siria, Afganistán o Irak, sabiendo que si se quedan morirán”.

“El viaje les cuesta mucho dinero, más de 1.000 euros por persona, y es que las mafias de Turquía les pueden pedir cuanto quieran. Cuando el mar está ‘feo’ es más barato viajar, pero cuanta menos gente haya en la barca es más caro, eso lo controlan las mafias. Cuando llegan a Turquía disponen de un máximo de 3 días para salir, independientemente de las condiciones meteorológicas”, ha revelado Abajo.

“Todas estas adversidades provocan situaciones más o menos de riesgo para los refugiados, y ahí radica nuestra labor como socorristas, que es socorrer, bien porque quedan a la deriva cerca de la costa, bien porque han llegado a una zona de rocas o un acantilado, porque el oleaje dificulta el desembarco, o por la combinación de estos y otros factores”.


“Una embarcación nos facilitaría el trabajo”


Javier Abajo, que regresó a España la semana pasada y fue relevado por otros compañeros, tiene pensado regresar la segunda quincena de enero a Lesbos. Estos bomberos utilizan sus días de descanso, de libre disposición o sus vacaciones, y cambian turnos con otros compañeros para poder pasar 15 días ayudando a los refugiados.

La ONG G-Fire ha recibido ya 2.500 euros en donaciones, con lo que calculan que podrán hacer frente a los gastos del mes de diciembre y principios de enero. Disponen de una página web: www.gfire.org, en la que publican un ‘diario’ de las tareas que realizan en la isla de Lesbos y a través de la cual se pueden hacer donaciones.

También cuentan con una página en Facebook ‘G-Fire’, en la que también se pueden hacer donaciones y donde detallan los gastos que afrontarán con el dinero recaudado hasta ahora. “Con ello podemos costearnos un estupendo Renault Clio (450€/mes), que es nuestro transporte, nuestra calefacción y nuestro refugio; un apartamento (330€/mes) que nosotros denominamos ‘el cuchitril’, que tiene otros defectos, pero tiene la virtud de que se duerme escandalosamente bien; además ahora tenemos una SIM griega para evitar el problemas con la itinerancia. Además nos hemos zampado 5kg de espaguetis con tomate, y otros 5 de arroz con cosas, y después, ¡postre!; ¡Ah! Y también desayunamos, que es como llamamos al vaso de leche con cereales que tomamos a la una de la mañana. En definitiva, manutención por aproximadamente 400€ cada turno de 15 días”, narra la página.

Es un proyecto muy barato, explica Abajo, ya que según sus cálculos, necesitarían en torno a 6.000 euros para poder desarrollar el proyecto durante 3 meses, aunque les gustaría continuar “al menos hasta que los políticos actúen al respecto, ya que todos saben que llegan barcas a diario”.

“Hemos llevado nuestro propio equipo, y nos gustaría poder contar con una embarcación, ya que los guardias de salvamento muchas veces no dan abasto, por ejemplo, cuando llegan 5 o 6 barcas al mismo tiempo”.
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