Los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia es un asunto que lleva años en la palestra informativa, pero la institución ha intentado siempre huir de los hechos.
Existen numerosos casos confirmados y juzgados de miembros de la Iglesia que han abusado de niños, pero ha sido ahora cuando la institución a nivel mundial se ha puesto más seria.
El propio Papa Francisco habló sin tapujos de esta problemática e incluso endureció las normas para los sacerdotes.
En España se está llevando a cabo una extensa investigación sobre los abusos cometidos por miembros de la Iglesia, unas diligencias que están resultando complejas ya que muchos sacerdotes o diócesis no facilitan datos.
Pero de momento hay más de 4.000 víctimas según los datos de la auditoría interna que encargó la propia Conferencia Episcopal Española (CEE).
Y en este contexto de lavado de cara de la institución e intentar enmendar los errores, la Iglesia española ha pedido perdón a todas las víctimas.
Lo ha hecho en una instrucción que ha difundido la CEE en la que además de disculparse se ha comprometido a "alentar" las denuncias de estos casos en los tribunales civiles.
Una guía para el clero
La instrucción se ha aprobado en la Asamblea Plenaria de la CEE con el objetivo de que sirva de "guía" para todo el sector.
Una hoja de ruta sobre la actuación que deben seguir las diócesis y las congregaciones cuando haya una denuncia de abusos sexuales.
Entre las múltiples medidas que indican, destacan que "el traslado no será suficiente", en referencia a los traslados de curas cuando se ha denunciado un caso de esta índole.
Instan a tener en cuenta las "circunstancias" del acusado, como si sigue en contacto con menores durante sus tareas, si se declara inocente, de cuándo datan las acusaciones...
"Si el acusado se declara inocente, o no se confiesa culpable, y existen datos fundados que hacen verosímiles las acusaciones, con el fin de evitar el escándalo, defender la libertad de los testigos y garantizar el curso de la justicia, después de oír al promotor de justicia y habiendo citado al acusado, puede el ordinario apartar a este, en cualquier fase del proceso, del ejercicio del ministerio sagrado o de un oficio o cargo eclesiástico, imponerle o prohibirle la residencia en un lugar o territorio, o también prohibirle que celebre o reciba públicamente la santísima eucaristía", recoge la instrucción.
Se incide en que "desconocer" que la víctima era menor no se considerará una circunstancia "atenuante o eximente".
También instan a la responsabilidad de los altos cargos de la Institución para que no encubran ni obstruyan estos casos y se recoge la expulsión como posible medida.
Una disculpa muy poco habitual en la Institución que pretende redimirse con las víctimas después de haber "aprendido de las amargas lecciones del pasado".
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