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Tratando de entender la crisis

Tratando de entender la crisis

martes 07 de octubre de 2008, 01:42h

Deberíamos armar una guía para viajar en medio de la turbulencia internacional.

1.       ¿De qué naturaleza es esta crisis: financiera, económica o política? Es sin duda financiera, puede llegar a ser económica pero no es política. El escenario muestra lo siguiente: hay bancos quebrados, este hecho puede golpear a muchas empresas pero las instituciones están funcionando.

2.       La historia de los Estados Unidos enseña que ese país no sería la potencia que es si el gobierno –en cualquier época- hubiera creado las regulaciones antes que las instituciones, los mercados y los productos surgidos de la imaginación de sus habitantes.

•         La Constitución de Filadelfia de 1787 disparó la idea de que todo lo que no está prohibido está permitido. En los 220 años siguientes este supuesto ha sido periódicamente limitado por enmiendas a esa Constitución y por leyes que regularon su ejercicio.

•         La crisis de 1929 mostró la necesidad de profundas regulaciones en las bolsas y mercados. En los diez años siguientes se establecieron esos controles –para y con los instrumentos de la época- junto a la influencia reguladora cada vez mayor de los bancos centrales y la aparición, entre otros, del impuesto a las ganancias.

•         Hoy, estamos asistiendo a una crisis distinta. Es el resultado de la falta de controles adecuados para nuevos instrumentos que, si hubieran existido regulaciones previas, nunca se habrían creado. La única respuesta honesta es declarar si lo malo son los instrumentos, que van a quedar, o las regulaciones, que se van a establecer. O sea, si quiere permitirse o no que el proceso de salida de esta crisis recorra el circuito histórico de creación de riqueza primero y regulaciones después.

3.       El impacto internacional referido de la crisis del sistema financiero norteamericano tiene una expresión vinculada con el dañó en si mismo y otro con su velocidad. En 1929 la economía de los países estaba menos interconectada que hoy pero la repercusión se producía igual. La argentina recibió ese impacto en la década siguiente.

4.       A fin de analizar con serenidad lo que pasa deberíamos tener en cuenta este tema de la velocidad: el fenomenal desarrollo tecnológico de las comunicaciones pone todas las noticias, en todos los países, al mismo tiempo.

5.       Si el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial se hubiera conocido de la misma manera es probable que los alemanes hubieran ganado. La carnicería que fue el desembarco de Normandía en junio de 1944, visto en directo por CNN, habría generado en el pueblo americano y en los medios de comunicación una gigantesca plegaria para que los chicos volvieran de inmediato a casa.

Los cinco puntos anteriores no intentan, de ninguna manera, minimizar la crisis. Pero la idea es ponerla en el marco de un contexto histórico, que es la única manera de entenderla en su real dimensión y solucionarla.

La actual necesidad de regular no implica, tampoco, la desaparición del capitalismo. Esta crisis ha producido un viejo rebrote ideológico al vincularlo con expresiones como “afán de lucro” o “tendencia a enriquecerse”. En este punto sería bueno recordar a Max Weber cuando indicó que estas tendencias se encuentran “por igual en los médicos, los artistas, las prostitutas, los funcionarios corruptos, los jugadores, los mendigos, los soldados y los ladrones, en todas las épocas y en todos los lugares de la tierra en la que haya una posibilidad de lucro”. El capitalismo –dice- “debería considerarse precisamente como el freno o, por lo menos, como la moderación racional de este impulso irracional lucrativo”.   

Razonando dentro de este marco, digamos que el honorario de retiro de 100 millones de dólares para un ejecutivo tampoco parece racional y este hecho no implica que el sistema, hasta ahora no regulado que lo permitió, esté en el borde del colapso.

Mirando el fracaso y el regreso a la realidad de las experiencias rusas, chinas y cubanas es probable que el capitalismo, parodiando la definición de Churchill sobre la democracia, sea “el peor sistema económico excepto todos los demás”.

De cualquier manera y para no ser ingenuos, sería oportuno recordar la sospecha de un tipógrafo, periodista y escritor norteamericano, Mark Twain, cuando dijo: “el banquero es un señor que nos presta el paraguas los días de sol y exige que se lo devolvamos cuando llueve”.

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