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La cena no fue ‘de crisis’, sino ‘prenavideña’

La cena no fue ‘de crisis’, sino ‘prenavideña’

sábado 15 de noviembre de 2008, 15:04h

No da la cosa para muchas exageraciones, pero ya se sabe que, en tiempos de crisis y a falta (aún) de debates más profundos, los detalles es lo que importa. Y también se sabe que los líderes políticos, en esos mismos tiempos de crisis, no suelen aplicarse a sí mismos las recetas de austeridad que predican. Esto viene a cuento, desde luego, de la cena celebrada anoche entre los jefes de Estado y de Gobierno ‘de los veinte’ (más añadidos), en la sala de banquetes del ala este de la Casa Blanca, en la que posteriormente se mantuvo un debate abierto sobre las diferentes propuestas de reforma del sistema financiero internacional. El convite arrancó a las 19.20 (la 1.20, hora peninsular española).

El ‘menú de crisis’ no fue particularmente modesto. La carta entregada a cada comensal -Zapatero, sentado entre Alemania y Holanda, que se ‘coló’ a última hora, incluso después que el presidente español-. Resultaba taxativa: codorniz ahumada con madera de árbol frutal acompañada con arroz de quinoa y, a continuación, un costillar de cordero asado con tomillo, una fondue de tomate, hinojo y berenjena, y jugo de setas chanterella. Esos fueron los platos principales de la cena que ofreció Bush a sus invitados. Por último degustaron una ensalada exótica con vinagreta de sidra y una tostada de nueces con queso suave de Vermont. Por fin, tarta de pera con salsa de arándanos azules.

Claro que lo mejor fueron los vinos, como no, de California. Regó la cena un chardonnay 'Damaris Damaris Reserve' de 2006 de la bodega Landmark, que se vende a 40 dólares la botella. A continuación, un tinto cabernet 'Hillside Select' de 2003, cuyo precio por botella supera los trescientos dólares. Los brindis, en medio del optimismo del discurso de Bush, con burbujas afrutadas del Étoile Rosé de Chandon, que solamente cuesta unos 35 dólares por botella.

Y un cigarro puro (no, no habano) para quien lo quiso, que fueron, dicen nuestros espías, pocos.

No, no es un menú propiamente de crisis. Claro que ni hay que hacer demagogia –este es un im-presentable ‘light’, no como la cena-- ni chistes fáciles, pero con un ágape así, casi navideño, no resulta extraña la euforia mostrada respecto del futuro por el presidente americano saliente. Y, más en serio, seguimos sin entender la ausencia en esta ‘cumbre’ de Barack Obama, que ha perdido una buena oportunidad de encontrarse con los líderes de los ‘veinte’ (más aditamentos, que se supone que serán permanentes, es decir, España, Holanda y Chequia).

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