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Adolfo Suárez, el hombre clave en la construcción de la España actual

viernes 23 de febrero de 2007, 20:05h
Adolfo Suárez González, el hombre que iba a ser clave en la transformación de España desde el franquismo a la democracia, nació en Cebreros (Ávila) el 25 de septiembre de 1932. Viudo de Amparo Illana Elórtegui (fallecida en Madrid el 17.5.2001), con quien tuvo cinco hijos (María Amparo -Mariam-, Adolfo, Laura, Sonsoles y Javier).

Cursó la carrera de Derecho como alumno libre en la Universidad de Salamanca y se licenció en la Complutense de Madrid, en la que también obtuvo el doctorado, con la calificación de sobresaliente. En la capital abulense combinaba su activa militancia en Acción Católica con algunos trabajos oficinescos cuando llegó, en 1955, el nuevo gobernador civil de la provincia Fernando Herrero Tejedor. De él consiguió Suárez, además de un puesto en su Secretaría, el principio de una amistad que se convertiría en determinante tutela para lanzarse a la política de altura y encontrar el camino que le condujo al poder. El carnet político de Herrero Tejedor llevaba los sellos del Opus Dei y de la Falange que lo convertían en una credencial que facilitaba el tránsito por los complicados vericuetos de la dictadura franquista. A su amparo se colocó el joven Suárez recorriendo numerosas dependencias del aparato del partido único.

Entre 1958 y 1964 prestó servicios en la Delegación Nacional de Provincias. Fue jefe del Gabinete Técnico de la Vicesecretaría General del Movimiento y director del Gabinete Jurídico de la Delegación Nacional de Juventudes. Colaboró con Herrero Tejedor en el Gobierno Civil de Ávila y, después de haber tenido su primer contacto con Luis Carrero Blanco, ministro de la Presidencia, que lo nombró Jefe de Inspección Central de Planes Provinciales, en 1965 dio el salto a Televisión: director de Programación y poco después director de la Primera Cadena, cuando Jesús Aparicio Bernal era el jefe máximo de aquella casa.

En 1968 fue nombrado gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Segovia por decisión de Camilo Alonso Vega. En Segovia, Suárez promovió la creación del Colegio Universitario Domingo de Soto y la calificación de la ciudad como provincia de acción especial. Su Diputación le otorgó la Medalla de Oro en reconocimiento a su labor.

Luego, Suárez regresó a RTVE, pero esta vez a la cúspide: director general de Televisión Española (1969-1973). Al principio aceptó el cargo de mala gana, tuvo que convencerlo Herrero Tejedor: Suárez aparecía como firme candidato a ocupar el cargo de ministro de Información y Turismo en sustitución de Manuel Fraga, que fue defenestrado por el Opus al airear el fraude de Matesa en el que estaba implicada gente de la Institución. El Ministerio fue, finalmente, para Alfredo Sánchez Bella por decisión directa de Franco. La posición política de Suárez se consolidó fuertemente durante esos cuatro años (1969-1973) dirigiendo RTVE a gusto del gobierno opusdeísta Carrero-López Rodó, que libraba dura batalla con los falangistas por allanar el camino de la Monarquía.

Entonces, Suárez, protegido por el poder y utilizando sus dotes de simpatía y persuasión, despachaba directamente con el recién nombrado Príncipe y sucesor de Franco, llegando a entrar en su intimidad. Se volcó en enseñar y promocionar, a través de la pequeña pantalla, la imagen de Juan Carlos y de Sofía recorriendo en loor de multitud las provincias españolas. Precisamente, en los momentos en que la familia Franco y los sectores más ultras del régimen trataban de revocar la decisión del dictador para hacer heredero de la corona a Alfonso de Borbón Dampierre y a su esposa, Carmen Villaverde Franco, nieta del dictador.

A finales de 1969 Suárez conoció al entonces jefe de los servicios secretos de Carrero Blanco, el comandante José Ignacio San Martín. A partir de ese momento, se abriría una etapa de colaboración de Suárez con el Seced, según reveló San Martín en su libro Servicio Especial (Planeta, 1983). A este respecto, escribiría San Martín: "Pero donde vería también con harta frecuencia a Suárez sería en Castellana 3, bien en el despacho de José María Gamazo, bien en el de don Luis Acevedo y Enrique Pichot, contiguo al del almirante (Carrero Blanco), pues no había prácticamente ni un solo sábado que dejara de intentar de ver a "Luis", como familiarmente llamaba Adolfo al almirante. Allí acudía para contarle cosas y chismorreos de todo el mundo e incluso de su propio ministro con el que no se llevaba bien y asimismo para recibir instrucciones sobre programas y enfoques de espacios formativos e informativos de televisión. En Presidencia era muy bien recibido, como hombre de la "casa" y Carrero mostraba por él singular afecto y simpatía [...] Franco para él era un dios. Precisamente hace justamente un año (en 1982) a un compañero mío le dijo que él se seguía sintiendo franquista, pero que "la razón de Estado" le había obligado a dar una orientación distinta al mismo". Entre 1972 y 1973 Suárez y Alejandro Fernández Sordo serían asiduos de San Martín.

Suárez prosiguió con su ascenso vertiginoso: procurador en Cortes de representación familiar por Ávila en la IX y en la X legislaturas de las Cortes Orgánicas. Las Cortes era un buen lugar para las relaciones y para enterarse por dónde soplaban los aires políticos. Pero la bomba etarra que terminó con Carrero Blanco en diciembre de 1973 fue imprevisible y lo hundió en el ostracismo. Dejó RTVE y consiguió un retiro rentable en la presidencia de la Empresa Nacional de Turismo, S.A. (ENTURSA), del INI, encargada de los Paradores Nacionales, y como titular de la Comisión de Turismo del IV Plan de Desarrollo. Es en ese periodo del Gobierno Arias-Navarro (1974) cuando empezó a cultivar la amistad de Torcuato Fernández Miranda que, de vicepresidente del Gobierno, fue relegado a la Presidencia del Banco de Crédito Local. Antiguo profesor del Príncipe y hombre clave, tras la muerte de Franco, sería una amistad rentable en el futuro próximo.

En abril de 1975 Fernando Herrero Tejedor fue nombrado ministro secretario general del Movimiento y Adolfo Suárez, vicesecretario general. Pero el cargo se le esfumó en unos meses porque otra muerte inesperada, la de Herrero Tejedor en accidente de automóvil, frustró sus esperanzas. Al Ministerio llegó un duro del falangismo integrista: José Solís. Suárez fue nombrado entonces delegado del Gobierno en la Compañía Telefónica. En junio de dicho año fue elegido presidente de la asociación política Unión del Pueblo Español, de la que había sido uno de sus principales promotores.

Al morir Franco y asumir el Rey Juan Carlos la Jefatura del Estado, Fernández-Miranda estaba llamado a ser presidente del Gobierno, pero optó por la presidencia de las Cortes y del Consejo del Reino para dominar todos los resortes legales que posibilitaran la transición. Al presidente confirmado, Arias-Navarro, le sugirió que nombrase a Suárez ministro secretario general del Movimiento. De esa manera, en diciembre de 1975, Suárez entró, por fin, en el Gobierno y, lo más importante, entró como presidenciable en los cálculos de Fernández-Miranda, con quien estrechó antiguas relaciones y juntos prepararon las normas de la reforma, especialmente, la ley de Asociaciones, defendida ardorosa y sonadamente en las Cortes por Suárez. Los procuradores franquistas aprobaron lo que sería el principio de su autodefenestración, el harakiri se lo llamó, poniendo en marcha la hábil operación de sustitución de Arias-Navarro, que se precipitó en el verano de 1976, debido a las abiertas discrepancias entre el Rey y el presidente del Gobierno.

Tras la destitución-cese de Arias-Navarro (1.7.1976), Fernández-Miranda ya tenía preparado al Consejo del Reino para dar el visto bueno. Los ministros Fraga y Areilza, con la máxima aureola de reformistas, pensaban ingenuamente que uno de ellos sería elegido. La operación tenía un meditado destinatario, Adolfo Suárez. Al día siguiente, en el Consejo del Reino, Fernández Miranda consiguió, con juegos malabares, que Suárez entrara en la terna -junto a Gregorio López Bravo y Federico Silva Muñoz- que le sería presentada al Rey. Dada la biografía de Suárez, el nombramiento fue celebrado por los sectores opusdeístas y falangistas y acogido con disgusto por la oposición. Los barones de la reforma, que no se enteraron de nada, sencillamente, estaban despechados.

Los nuevos ministros fueron reclutados de las filas de la Asociación Católica de Propagandistas (Lavilla, Oreja, Carriles) escogidos por el vicepresidente Osorio entre amigos del presidente y de la UDPE (Abril, Martín Villa, Lladó, García López) y tecnócratas (Calvo-Sotelo, Lozano Vicente, Pérez de Bricio). Un Gobierno de once pesos ligeros que conseguiría que las Cortes franquistas se hicieran el harakiri y aprobaran (diciembre de 1976) la ley de Reforma Política que abrió el portillo para que entrara la democracia en España.

Durante los cuatro años de Presidencia de Adolfo Suárez fueron legalizados los partidos políticos, se promulgó una amnistía para zanjar las secuelas de la Guerra Civil, fueron reconocidas las libertades formales y se celebraron las primeras elecciones generales democráticas después de cuarenta años, que dieron mayoría al partido centrista en unas Cortes que tuvieron carácter constituyente. Fue elaborada una Constitución asumida por la inmensa mayoría de los partidos y del pueblo y se celebraron otras elecciones legislativas que dieron nueva mayoría al partido de Suárez hasta 1982. Tuvieron lugar, en 1979, las primeras elecciones municipales desde la II República, que dominaron el pacto de la izquierda. Se puso en marcha la organización de un Estado descentralizado, dotando de ambiciosos estatutos de autonomía al País Vasco y Cataluña, que eligieron sus propias instituciones básicas de gobierno. Y se iniciaron los procesos autonómicos de Andalucía y Galicia, así como los del resto de las regiones.

Pero antes, y tras una serie de viajes a Francia, Portugal, México, Estados Unidos y a la sede de las Naciones Unidas, Suárez había convocado elecciones generales el 15.6.1977, a las que se presentó como cabeza de lista en Madrid por Unión de Centro Democrático (UCD), partido que él mismo había contribuido a formar desde el poder, uniendo diversos grupos políticos de variada ideología: azules, populares, cristianos y socialdemócratas. Los comicios dieron el triunfo a UCD y Adolfo Suárez formó el tercer gobierno de la Monarquía.

En octubre de 1977, ante la grave situación económica española, negoció y firmó con los dirigentes de los principales partidos políticos los denominados Pactos de la Moncloa. En esta etapa se aprobaron los Estatutos de preautonomía de Cataluña, País Vasco y Galicia y se logró el consenso político para la redacción de la Constitución que, tras ser debatida en el Parlamento, fue aprobada en referéndum por el pueblo español (diciembre de 1978).

Como presidente del Gobierno, Suárez convocó nuevas elecciones para el 1.3.1979, que volvió a ganar UCD, partido del que era presidente, y el 30 de marzo obtuvo la investidura en las Cortes. El 2.4.1979 juró su cargo ante el Rey, con lo que se convirtió en el primer presidente de Gobierno constitucional. Durante su tercer Gobierno, Suárez tuvo como problemas principales la inflación, el paro, el terrorismo y la ordenación del Estado de las autonomías. Dentro de su partido, soportó una crisis ideológica motivada por los personalismos y la variedad de tendencias políticas.

Durante esta etapa de su Gobierno ocurrió el secuestro del secretario de Relaciones Internacionales de UCD, Javier Rupérez (noviembre de 1979), por parte de ETA y la resolución del mismo. Siempre se afirmó -sin pruebas- que se había resuelto con fondos reservados. Pero en noviembre de 2001, durante el juicio por el caso de los fondos reservados, el general Sáenz de Santamaría puso en marcha la "técnica del ventilador" y salpicó la memoria de los gobiernos de UCD con episodios como el secuestro de Rupérez. Según su testimonio, el presidente Adolfo Suárez en persona ordenó pagar a los etarras 200 millones de pesetas, en una reunión que se celebró en su presencia y en la del entonces ministro de Interior, Antonio Ibáñez Freire. Sáenz era general inspector del Cuerpo Nacional de Policía (El Mundo, 13.11.2001).

Sáenz de Santamaría había sido llamado a declarar por la defensa de uno de los procesados, Rafael Vera, y también declaró, en primera persona, haber destinado como delegado especial del Gobierno para el País Vasco una parte de los fondos reservados que le fueron confiados por el Ministerio de Interior en 1980 para pagar gastos electorales del partido gubernamental en el País Vasco, durante la campaña de las primeras elecciones autonómicas (marzo de 1980). Según su relato, usó los mismos fondos para pagar "dietas atrasadas" de los policías y guardias civiles de los grupos antiterroristas rurales, aunque negó que se repartieran gratificaciones o sobresueldos a los altos cargos, o que él mismo fuera beneficiario de ellos. Negó haber cobrado como vocal asesor del ministro José Barrionuevo (1986-1988).

En la vista (12.11.2001), el general recordó con detalle el día en que el entonces vicepresidente del Gobierno Fernando Abril Martorell le llamó para ofrecerle "2.000 millones de pesetas" para administrar "a mi leal saber y entender". Interrogado por José María Stampa, abogado de Julián Sancristóbal, no pudo precisar, sin embargo, la existencia de escrituras que dieran fe de dichas operaciones. El interrogatorio fue de la siguiente manera:

- Stampa. ¿Dice usted que Abril le dio dos mil millones?

- Sáenz de Santamaría. Me prometió dos mil, pero no llegaron a los mil.

- S. ¿Y dónde los guardaba?

- S. de S. En un cuarto, en el cuartel general de Bilbao. Allí queda una bandera enorme que compré yo a la Marina con fondos reservados.

- S. ¿De dónde procedían?

- S. de S. De Presidencia del Gobierno, a través del Ministerio del Interior.

- S. ¿Cómo eran?

- S. de S. Billetes de curso legal.

- S. ¿Anotaba en el libro el tránsito de los mil millones?

- S. de S. No figuraba el tránsito, sino los pagos y el saldo. Pero no creo que los millones de dólares consignados a Bin Laden tengan tantos requisitos de control...

- S. Cuando usted ordenaba el pago a un confidente, ¿dejaba alguna nota acreditativa en el libro?

- S. de S. Sí, pero se destruyó al final.

- S. ¿Cómo?

- S. de S. Quemándolo.

En política exterior, la atención de Suárez y su Gobierno se puso principalmente en clarificar la posición de España en África del Norte, afianzar lazos de amistad y colaboración con los países hispanoamericanos y fortalecer las relaciones hispano-árabes, con sucesivos viajes de Suárez a Argel, Brasil, Ecuador, República Dominicana, Perú, Colombia, Venezuela, Estados Unidos, Irak, Jordania, Siria y Arabia Saudí. En Ryad, Suárez se entrevistó con el líder de la OLP, Yasser Arafat.

Tras superar una moción de censura de la oposición socialista en el Congreso de los Diputados (20.5.1980), las críticas a su gestión por parte de diversos sectores sociales y la crisis permanente en su partido le hicieron dimitir como presidente del Gobierno (29.1.1981). Había gobernado cuatro años y siete meses, con cinco Gabinetes distintos, diversas remodelaciones y un total de 58 ministros diferentes. Muy pocos estaban al tanto de la decisión de Suárez, y en la tarde del 29 de enero, el siguiente comunicado de la Secretaría de Estado para la Información sorprendió a propios y extraños: "La Secretaría de Estado para la Información facilita a los medios informativos el comunicado oficial correspondiente: el presidente del Gobierno, don Adolfo Suárez, ha presentado su dimisión con carácter irrevocable en el transcurso de la reunión de Gobierno celebrada a las cinco de la tarde y bajo su presidencia en el Palacio de la Moncloa. Con la dimisión de Adolfo Suárez queda abierta la vía constitucional señalada en los artículos 101 y 99 de la Constitución. En los supuestos de cese del presidente del Gobierno, se contempla en la Constitución un mecanismo previo de consulta real con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria. Tras esta consulta, el Monarca habrá de proponer a las Cortes Generales un candidato a presidente del Gobierno, a través del presidente del Congreso de los Diputados, a los efectos de otorgarle la preceptiva confianza. El Gobierno cesante continúa en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno".

Durante la sesión de investidura del nuevo presidente del gobierno (23.2.1981), Leopoldo Calvo-Sotelo, se produjo el asalto al Congreso de los Diputados de un comando de guardias civiles y soldados dirigidos por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina, que mantuvieron secuestrados a senadores y diputados durante 16 horas. Suárez tuvo una decidida y valerosa actuación intentando hacer valer su condición de presidente del Gobierno en funciones. Cuatro días después el BOE publicó su cese como presidente así como la concesión real del título de Duque de Suárez. En abril de 1981 abrió un bufete jurídico en Madrid y en noviembre de ese año abandonó la Ejecutiva de UCD.

Incluso muchos años después, las auténticas razones que llevaron a Suárez a dimitir siguen constituyendo un misterio, un auténtico enigma que se vio aumentado por el propio mensaje del dimisionario, transmitido a través de la radio y la televisión estatal: "Hay momentos, en la vida de todo hombre, en los que se asume un especial sentido de la responsabilidad. Yo creo haberla sabido asumir dignamente durante los casi cinco años que he sido presidente del Gobierno. Hoy, sin embargo, la responsabilidad que siento me parece infinitamente mayor. Hoy tengo la responsabilidad de explicarles, desde la confianza y la legitimidad con la que me invistieron como presidente constitucional, las razones por las que presento irrevocablemente mi dimisión como presidente del Gobierno y mi decisión de dejar la presidencia de la Unión de Centro Democrático. No es una decisión fácil, pero hay encrucijadas tanto en nuestra propia vida personal como en la historia de los pueblos, en las que uno debe preguntarse, serena y objetivamente, si presta un mejor servicio a la colectividad permaneciendo en su puesto o renunciando a él. He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la presidencia. Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto".

Muchos años más tarde, en una entrevista televisada, en el programa "Adolfo Suárez: Memoria de la transición", emitido por la televisión estatal (TVE, 20.11.1995) para hablar sobre la transición del régimen franquista a la democracia, con motivo de cumplirse el 20 aniversario de la muerte del general Francisco Franco, aseguró ser plenamente consciente de que el Rey Juan Carlos I se jugó con su nombramiento como jefe del Ejecutivo "casi el reinado", y resaltó que el monarca "se comportó de una forma espléndida".

En un momento de la entrevista, y cuando Suárez con emoción afirmó que "hablar del Rey me cuesta mucho porque es una persona a la que quiero mucho", en la pantalla apareció el monarca, quien destacó de Suárez sus "relevantes cualidades personales" y su "importante trayectoria pública" durante los "decisivos años" de la transición. "Yo también siento un gran afecto por Adolfo Suárez como persona y como político. Soy testigo directo de sus relevantes cualidades personales entre las que destacan su gran generosidad y un sentido de la responsabilidad anclado en profundas convicciones", destacó el Rey, en unas declaraciones que fueron de total sorpresa para el ex presidente del Gobierno.

Suárez explicó que durante aquella época, sobre todo en 1976 y 1977, los dos años más cruciales de la transición (leyes de reforma política, liquidación del parlamento franquista, oposición militar a los proyectos aperturistas y legalización de los partidos políticos), "estar a mi lado era casi un acto de heroísmo".

Respecto a Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, Suárez relató que el entendimiento fue muy claro: "Asumí el riesgo, legalicé el Partido Comunista de España y me dediqué a controlar las consecuencias", indicó el ex presidente, quien resaltó que esta decisión resultó un acierto, ya que fue una manera importante de consolidar la democracia.

Sobre el terrorismo, señaló que cuando llegó al Gobierno existía una "guerra sucia" contra la banda ETA y que desde el Ejecutivo "se hizo lo imposible por eliminarlo", de lo que, sostuvo, tienen constancia algunos dirigentes socialistas.

En referencia al intento de golpe de Estado el 23-F, manifestó que el primer sorprendido fue él, y subrayó que la aparición del Rey en televisión en esos momentos paralizó los movimientos de los posibles colaboradores de los golpistas y transmitió tranquilidad al pueblo español.

Su dimisión se produjo, recordó, cuando comprobó que no estaba en condiciones de seguir gobernando y que algunos compañeros de UCD se sentían incómodos de que fuera presidente del Gobierno y del partido.

Un año después de ese documental televisivo, en una entrevista en el diario El País (5.2.1996), Suárez afirmó que se vio obligado a dimitir como presidente del Gobierno (29.1.1981) "empujado por todos y para evitar los riesgos que corría el sistema (...) Yo me doy cuenta, en un momento dado, de que la situación es muy clara: todo vale con tal de que caiga Suárez. Y ese todo vale implica un riesgo para el propio sistema. Lo que hago, empujado por todos, es dimitir".

Señaló como motivos de su dimisión el hecho de que "tenía la animadversión de una parte importante de las Fuerzas Armadas; existía unanimidad en centrar las críticas en mí (...) Sabía de la desconfianza de los jefes de las diferentes fracciones de la UCD; el PSOE había minado una parte de mi partido, por el sistema de decir a algunos de sus miembros que ellos sí eran progresistas y demócratas, pero yo no".

El 23.5.1982 se negó a formar cartel electoral con el presidente Calvo-Sotelo en las elecciones generales que se convocarían para el 28 de octubre de ese año y, tras intentar imponer sus condiciones para solucionar la crisis de UCD, abandonó el partido en el mes de julio y registró su nuevo partido, el Centro Democrático y Social (CDS, 29.7.1982), que presentó a los medios informativos como una formación de carácter presidencialista, de centro progresista. Con él se presentó a las elecciones generales y obtuvo dos escaños en el Congreso, el suyo propio por Madrid y el de Agustín Rodríguez Sahagún por Ávila. Ambos votaron favorablemente la investidura de Felipe González como presidente del Gobierno. Desde entonces, Adolfo Suárez se dedicó al fortalecimiento de su partido, con el que obtuvo 1.063 concejales en las elecciones municipales de mayo de 1983, pero no se presentó a las autonómicas. En las siguientes elecciones generales de junio de 1986, gracias a la figura histórica de su presidente, el CDS obtuvo 1.838.799 votos, que se tradujeron en 19 diputados y tres senadores, con lo que se convirtió en la tercera fuerza política. Esto le permitió a Suárez volver a ser protagonista de la vida política española.

El 18.9.1988 el CDS ingresó en la Internacional Liberal y Progresista y Suárez fue nombrado vicepresidente encargado de asuntos para América Latina, cargo a través del cual ha viajado en numerosas ocasiones al nuevo continente en diferentes misiones: ejerció de mediador entre Colombia y Venezuela, fue observador en el plebiscito chileno y visitó Nicaragua. Asimismo, fue portavoz de una comisión internacional de observadores en las elecciones de Paraguay.

El 12.10.1989 fue elegido presidente de la Internacional Liberal y Progresista, tras ser propuesto por unanimidad por el Comité Ejecutivo y su Buró de Líderes. Suárez sucedió en este cargo al italiano Giovanni Malagodi. Sin embargo, frente a esta actividad internacional, en España el ex presidente del gobierno se distinguió en los últimos años por sus escasas apariciones públicas y casi nula presencia personal en los medios de comunicación. Esta circunstancia, según los observadores políticos, fue la causa principal de la derrota electoral del CDS en los comicios generales celebrados el 29.10.1989, en los que el partido de Suárez obtuvo cinco escaños menos que en 1986.

El 26.5.1991, tras conocerse los primeros resultados de las elecciones autonómicas y locales celebradas ese día, Adolfo Suárez anunció su dimisión como presidente del CDS. Justificó su decisión en base a los malos resultados electorales de su partido, que no consiguió llegar si quiera al 4 por ciento de los votos en las elecciones municipales, porcentaje sensiblemente inferior al 9,67 por ciento que obtuvo en los comicios locales de 1987. Suárez aseguró que estos resultados eran "inferiores a los más adversos previstos" y subrayó que asumía "toda la responsabilidad". Tras su dimisión, José Ramón Caso asumió la Presidencia en funciones del CDS hasta la celebración de un congreso extraordinario del partido, que tuvo lugar los días 28 y 29.9.1991. Suárez, que no estuvo presente en el Congreso del CDS, rompió su silencio 24 horas antes de su inicio para apoyar la candidatura de Raúl Morodo a la presidencia del partido. Sin embargo, Rafael Calvo Ortega fue elegido presidente del CDS por 445 votos frente a los 339 conseguidos por Raúl Morodo.

El 25.10.1991 Adolfo Suárez remitió una carta al entonces presidente del Congreso de los Diputados, el socialista Félix Pons, en la que le comunicó su renuncia al escaño de diputado debido a su "deseo de apartarme de la política activa a la que he dedicado la mayor parte de mi vida". En noviembre, fue sustituido por Laura Morso. Sin embargo, Suárez continuó vinculado al CDS, en el que siguió trabajando en su potenciación en la Internacional Liberal y Progresista (ILP). Pero el 8.9.1991, en un acto celebrado en la ciudad suiza de Lucerna, le sucedió en la presidencia de la ILP el alemán Otto Lambsdorff. A partir de ese momento, Suárez pasa a ocuparse de extender la ideología liberal en América Latina como un miembro más del Comité Ejecutivo.

El 25.5.1992 viajó a Guinea Ecuatorial, tras ser designado por el Gobierno español asesor del proceso democrático iniciado por el presidente Obiang, por su "experiencia en la transición española". A principios de 1993, surgieron rumores sobre su posible aparición en las listas del PSOE para las elecciones generales del 6.6.1993, comentarios que él mismo desmintió públicamente, señalando que estaba dedicado a su familia y en especial a su hija Mariam, que fue intervenida quirúrgicamente de un proceso tumoral en el mes de marzo en la clínica Universitaria de Pamplona y poco después hubo de someterse a un trasplante de médula ósea en Estados Unidos. Meses más tarde, en septiembre de 1994, su esposa, Amparo Illana, también fue operada de un tumor de mama en la Clínica Universitaria de Pamplona.

El 17.2.1994 la Junta de Castilla y León le concedió la Medalla de Oro de la Comunidad por los relevantes servicios prestados a esa región de España. El Ayuntamiento de Toledo le concedió, el 21.10.1994, el I Premio Internacional Alfonso X El Sabio por "su labor en la transición democrática española y por constituir una figura señera en este país". El galardón le fue entregado por el Rey el 17.1.1995. En ese mismo mes, el día 12 recibía el Premio Blanquerna, que le había otorgado la Generalitat de Catalunya el 17.11.1994, y el día 13 recogió en Valencia el Premio de Convivencia de la Fundación Profesor Manuel Broseta, por haber sido "artífice decisivo en la transición democrática española". Además, Suárez está en posesión de la Gran Cruz del Mérito Civil, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz al Mérito Naval, la Gran Cruz al Mérito Militar, la Gran Cruz de Cisneros, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Cruz del Yugo y las Flechas y la Gran Cruz de Carlos III. Cuenta, asimismo, con numerosas condecoraciones extranjeras.

Declaraciones: "Desde el Ministerio de Defensa del Gobierno de Calvo Sotelo se produjeron algunos nombramientos que él no hubiera firmado. Y parece que nunca se llevó a engaño con el general Alfonso Armada: "Le había seguido la pista".

"Sucede algo que vuelve a ponerle entre las cuerdas: el intento de implicar a su Gobierno y el de Leopoldo Calvo Sotelo en la guerra sucia contra ETA. Puedo dar fe de que existe un documento que Adolfo Suárez recibió de forma anónima el día 15 de marzo de este año en el que se afirma que el Cesid ha recibido el encargo de crear un Grupo Especial para tratar de demostrar la implicación de los gobiernos de UCD en la formación del Batallón Vasco Español, y en el caso Cubillo, un grupo que dependería directamente del máximo responsable del Cesid. Ese documento fue enviado directamente a un notario con la voluntad escrita de Suárez de que, en caso de que le mataran, fuera entregado a su familia y hecho público [...] El ex presidente del Gobierno no tiene más remedio que admitir su existencia y añadir que, si bien en principio no había dado crédito, en el curso de los acontecimientos ha ido comprobando que en las palabras que el propio presidente González manifestó en el Congreso aludiendo a las etapas anteriores a su Gobierno en el Parlamento, que después no repetiría, y las de Xabier Arzallus, del PNV, en el mismo sentido, se ha reflejado algo de aquel escrito"
. (Concha García Campoy, La Revista de El Mundo el 19.11.1995)

Suárez y la Constitución. En mayo de 2000, el ex presidente socialista Felipe González hizo unas polémicas declaraciones al semanario mexicano Proceso en las que afirmó: "La Constitución en España se hizo porque nosotros (los socialistas) decidimos que se hiciera, y sólo teníamos el 30 por ciento de los votos. Si hubiera dependido de Adolfo Suárez, no se hubiera hecho la Constitución. Adolfo es muy amigo mío, pero él no quería hacer la Constitución". Las manifestaciones de González fueron inmediatamente contestadas desde todos los ángulos, empezando por el propio hijo de Suárez, Adolfo Suárez Illana, quien le remitió la siguiente carta abierta (28.5.2000):

"Excmo. Sr. D. Felipe González Márquez:

"Es enorme el disgusto que me produce escribir esta nota. Primero, por el asunto que tiene que tratar. Segundo, porque va dirigida a quien debiera ser todo un respetable ex presidente del Gobierno.

"Quiero decirle señor González, que por encima de una injusticia -y otras cosas-, sus declaraciones constituyen una importante falta de gratitud hacia quien durante mucho tiempo le ayudó con absoluta discreción, no correspondida, a formar a un entonces inexperto en las tareas de Gobierno. Ha utilizado usted la grandeza del señor Suárez cuando le ha venido en gana y le ha sido beneficioso. Hoy, en la falsa creencia de obtener un poco de gloria no merecida, intenta desprestigiar a quien sí la mereció. Eso tiene nombre, señor González.

"En cualquier caso, las cosas han de ser medidas en función de aquel que las sustenta y, en este caso, sus afirmaciones vienen sustentadas, y lamento profundamente como español el tener que decirlo, por alguien que está bajo la sospecha de corrupción, traición y deslealtad hacia todo. Con este bagaje, señor González, el peso de sus palabras es francamente liviano.

"Por último, me voy a permitir darle un consejo personal: tome el puesto que le corresponde -que no es pequeño-, deje de seguir desprestigiándose a sí mismo y permita a su partido que supere la actual crisis y pronto pueda seguir aportando gente honesta y capaz al debate político de la izquierda en este país, del que estamos tan necesitados.

"Siento mucho, señor González, tener que haber hecho esto, pero el amor a mi padre y a la Justicia histórica lo exigían. Sólo usted podía haberlo evitado. Un saludo".

Además de Adolfo Suárez Illana, un total de 40 ministros de los gobiernos de la transición democrática, presididos por Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo, ambos de la Unión de Centro Democrático (UCD, la mitad de los 81 ministros entre 1976 y 1982), suscribieron un duro manifiesto contra el ex presidente González por esas declaraciones. Los firmantes decían haber leído con "indignada sorpresa" estas declaraciones "en las que Felipe González pretende arrebatar a Adolfo Suárez su protagonismo indiscutible en la Constitución, atribuyéndoselo a sí mismo [...] No es la primera vez que intenta, sin éxito, hacer una desenfadada invención de la historia reciente, restando méritos a Adolfo Suárez, persona que sólo elogio, respeto y admiración merece", afirmaba la declaración. Por ello, y ante el "estupor" que decían sentir, los firmantes, que se consideraban "testigos de excepción de aquellos tiempos", han querido "dejar constancia" de su "identificación" con la "obra de Suárez y especialmente con su compromiso con la democracia y con la génesis, elaboración y aprobación del texto constitucional, lamentando que se intente reescribir una historia que ya está escrita y bien documentada".

Los firmantes de la durísima declaración, posterior a la carta del hijo de Adolfo Suárez son, por orden alfabético: José Luis Álvarez, Rafael Arias-Salgado, Ignacio Bayón, Soledad Becerril, Carlos Bustelo, Rafael Calvo Ortega, Leopoldo Calvo-Sotelo, Ignacio Camuñas, Íñigo Cavero, Luis Cosculluela, Manuel Clavero Arévalo, Ricardo de la Cierva, Antonio Fontán, Luis Gámir, José Luis García Ferrero, Ignacio García López, Luis González Seara, Antonio Ibáñez Freire, Jaime Lamo de Espinosa, Landelino Lavilla, José Luis Leal, José Lladó, Sebastián Martín Retortillo, Rodolfo Martín Villa, José Enrique Martínez Genique, Aurelio Menéndez, Manuel Núñez, Marcelino Oreja, Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona, Luis Ortiz, Alfonso Osorio, José Pedro Pérez Llorca, Félix Pérez Miyares, Carlos Pérez de Bricio, Andrés Reguera, Álvaro Rengifo, Santiago Rodríguez-Miranda, Jesús Sancho Rof, Enrique Sánchez de León y Salvador Sánchez Terán.

Incluso la agencia Efe difundió (30.5.2000) una copia del ejemplar del diario Informaciones del martes 26.4.1977, dos meses antes de las primeras elecciones democráticas, en las que bajo el título de "Suárez, a favor de las Cortes Constituyentes", se informaba de que el presidente era partidario de que las Cortes democráticas elaborasen una Constitución (El País, 31.5.2000). En ese sentido, en la noche del 13.6.1977, 48 horas antes de las elecciones constituyentes del 15.6.1977, Suárez afirmó en TVE: "Puedo prometer y prometo intentar elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en las Cortes, cualquiera que sea su número de escaños".

Aunque definitivamente alejado de la política, Suárez aceptó presidir el patronato de la Fundación Víctimas del Terrorismo (marzo de 2002), cuyo objetivo era promover y divulgar los valores democráticos y la libertad, así como fomentar una mayor comprensión de la situación en que se encontraban los que sufrían las consecuencias de los atentados terroristas. La primera reunión del patronato se celebró en el palacio Zurbano de Madrid (18.3.2002), y en ella tomaron posesión como miembros de este órgano, además del ex presidente del Gobierno, los subsecretarios de los ministerios de Presidencia, Hacienda, Educación e Interior; los representantes de la Asociación de Víctimas del Terrorismo; la Fundación Miguel Ángel Blanco; la Fundación Tomás Caballero y la Fundación Manuel Broseta, así como el ex ministro de Exteriores Abel Matutes, el periodista Gorka Landáburu, el catedrático de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco y director del Euskobarómetro, Francisco Llera, el presidente del BBVA, Francisco González, y el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) y de Ibercaja, Manuel Pizarro. Posteriormente también posesión como miembro el presidente de Iberdrola, Íñigo de Oriol Ybarra.

Adolfo Suárez González ha sido diputado de UCD por Madrid en las Legislaturas Constituyente (1977-1979) y I (1979-1982) y del CDS por Madrid en las Legislaturas II (1982-1986), III (1986-1989) y IV (1989-1993), en la que fue dado de baja el 29.10.1991, siendo sustituido por Laura Morso Pérez.
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