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África olvidada

domingo 22 de marzo de 2009, 14:29h
Ha tenido más repercusión en la mayoría de los medios de comunicación españoles las palabras de Benedicto XVI sobre los preservativos que su viaje a África. Para los europeos África es casi siempre una excusa, un continente explotado, utilizado, marginal, un mundo molesto. No interesa que África salga de la miseria hacia la supervivencia. Sólo la comida que tiramos y desperdiciamos aquí serviría para acabar con el hambre en ese continente. Los expertos dicen que estamos devorando el planeta, pero no es verdad. La mayor parte de la humanidad no tiene para comer y el resto no tiene interés en que la comida y las oportunidades se repartan de manera equitativa. 

Benedicto XVI ha llevado a África un mensaje de esperanza, mientras los gobernantes del mundo miran para otro lado y son conscientes de que no van a pagar sus viejas deudas con África. El Papa ha hablado de exigencia cuando los demás sólo quieren sumisión y olvido. El Papa les ha hablado de amor y de una sexualidad responsable y el Ministerio de Sanidad español responde enviando un millón de preservativos, como si esa fuera la solución al problema. El Papa ha invitado a acabar con la brujería y el espiritismo y a buscar la verdad. Pero eso no interesa a los poderosos porque cuando crece la educación, la cultura, la inteligencia, cualquier pueblo es capaz de ponerse metas y de saber quiénes son los que impiden su desarrollo. El Papa ha hablado de luchar juntos y el mundo vuelve al proteccionismo y a las barreras. Unos contra otros es casi siempre el anuncio de problemas futuros.

La crisis mundial nos afecta a todos, pero está frenando de manera terrible las posibilidades de desarrollo de los países más pobres, los que nunca podrán salir de la miseria. Europa y Estados Unidos se recuperarán. Algunos países de África, el continente más pobre de la tierra,  estarán mucho más lejos de sobrevivir. Muchos de sus habitantes morirán por hambre, enfermedades, falta de agua y de higiene. Todo lo que con relativa facilidad podríamos evitar. El hambre lleva a la miseria y ésta a la revolución, pero casi nunca ese camino acaba en la libertad y en la democracia.  

Por eso, pedir una sexualidad responsable en África, potenciar el matrimonio y la familia es mucho más progresista que enviar preservativos, por más que no comparta en su totalidad las palabras de Benedicto XVI. Donde los Gobiernos africanos han fomentado políticas contra la promiscuidad y han apoyado a la familia, el SIDA ha descendido. Donde no se ha hecho nada, crece sin cesar. En esa África olvidada, donde el Papa ha invitado a los jóvenes a tener “el valor de tomar decisiones definitivas” y ha  defendido el papel y del valor  de la mujer, quienes están dejándose la vida son los misioneros de la Iglesia católica. Quienes están levantado hospitales, ambulatorios, hogares para ancianos y niños, apoyan a los perseguidos y a los refugiados son los misioneros y las ONGs dependientes de la Iglesia. Benedicto XVI ha apostado por un continente maduro. Europa prefiere un África sometida y mísera que pague también nuestros desastres.

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