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Zapatero y las nucleares

Zapatero y las nucleares

domingo 07 de junio de 2009, 17:54h
   El Consejo de Seguridad Nuclear decidió por unanimidad que la central nuclear de Garoña, en Burgos, la más antigua de las que están en activo de España --país con ocho reactores nucleares, distribuidos en seis centrales--, puede seguir operando con seguridad diez años más. Ahora le toca al Gobierno decidir, ya que el dictamen no es vinculante; solo lo sería si se hubiera inclinado por el cierre. Tras la clausura de Vandellòs 1, en Tarragona, y de Zorita, en Guadalajara, solo queda la central burgalesa con reactores BWR de vieja generación, cuyo proyecto fue diseñado para 40 años, que se cumplen en 2011. La última central paralizada fue la de Almonacid de Zorita, en 2006, ya con José Luis Rodríguez Zapatero en la Moncloa.

   El presidente del Gobierno, al menos a nivel personal, es contrario a la energía nuclear, por lo que se han disparado las especulaciones sobre la decisión que va a tomar, que será una de estas tres: cerrar ya Garoña, con lo que se ganaría a los ecologistas y a las personas con mayor conciencia medioambiental; mantenerla abierta un par de años más, para agotar el período para el que fue diseñada la central, o alargar sus plazos de vida, amparado por la decisión del Consejo de Seguridad Nacional. Sea como sea, Garoña tendrá más vida de la que tuvo Zorita, abierta en 1968 y parada en 2006.

   El debate nuclear está, pues, reabierto en España, donde se parte de una industria partidaria de seguir explotando este tipo de energía frente a los grupos ecologistas que, desde siempre, le plantan cara. La diferencia con otros momentos del mismo debate está en que voces contrarias a las nucleares, como la del ex presidente Felipe González --durante su mandato se aprobó una moratoria nuclear--, son ahora partidarias de este tipo de energía, de la que sus defensores ponen en valor lo barata que resulta generarla; máxime en tiempos de crisis.

   Al presidente Zapatero le encanta abrir debates, como ya demostró con el aborto, la estructura del Estado o la memoria histórica, pero le cuesta más cerrarlos. En este caso tampoco lo tiene fácil y puede verse condicionado por factores económicos que dejen las ideas a un lado. Su esperanza está en las energías renovables, siempre que garanticen la producción necesaria, ya que es evidente que por esa vía nunca habrá riesgos radiactivos, en caso de accidente, ni tendremos el problema de ver qué se hace con los residuos y cómo se eliminan. Pero el problema energético en España es mucho más complejo que todo eso, ya que la dependencia del gas y del petróleo sigue siendo muy alta, y las renovables, a pesar de su progresión, pueden no ser suficientes. Ahí está el gran reto de ZP.
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