Si es justo hacer un análisis de las elecciones europeas en clave nacional también lo es en clave regional, también los resultados se pueden leer en clave Madrid. Es verdad que Tomás Gómez nunca se ha enfrentado a Esperanza Aguirre en las urnas pero el avance de la maquinaria del PP hace imposible que el PSM tenga aire en Madrid. La distancia es mayor en estas elecciones de lo que lo fue en las pasadas autonómicas, y todo apunta a que la tendencia sea creciente.
El PSM tiene un problema, y serio. O se dan cuenta a tiempo o terminarán por enviar otra misión tripulada al planeta de la melancolía.
Errores de bulto como no tener claro a su candidato al Ayuntamiento de Madrid, fallos garrafales como relajar la tensión en mitad del partido, y luego una errática política de comunicación que les lleva a gastar pólvora en asuntos muy pocos consistentes. El PSM tiene un problema y empieza por la coherencia, es decir trazar la línea de hacia dónde se camina y cuántos pasos se han de dar; y después calcular cuántas lágrimas hacen falta para llegar hasta el destino.
Tomás Gómez no se ha presentado a las elecciones pero la maquinaria del PP les ha vuelto a pasar por encima. Tienen dos años para corregir el tiro o para embalsamar sus propuestas y esperar a que unos antropólogos las encuentren dentro de veinte siglos.
Los trece puntos de ventaja del PP sobre el PSOE más que una distancia marcan una tendencia. Y lo que es peor: el aburrimiento de una buena parte de su electorado que prefiere cambiar de canal en la tele, para no ver a Rajoy en el balcón, antes que acudir a las urnas.
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