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Riesgos

viernes 30 de marzo de 2007, 06:06h

La historia transcurre en Tierra Santa, Una pareja está realizando un tour, cuando, de repente, fallece la mujer. El esposo inicia los trámites para el entierro y le informan que realizar el mismo en Tierra Santa cuesta 200 dólares, mientras que repatriar el cadáver a Buenos Aires cuesta 5000. El marido, sin embargo, insiste en que el cuerpo sea llevado a la Argentina.-Mire señor, no hay problema, pero la verdad, es que hay gente que pagaría fortunas por ser enterrada en Tierra Santa y usted prefiere pagar para evitarlo. Comenta incrédulo el empleado de la funeraria, -Disculpe-responde el marido- pero hace dos mil años aquí enterraron a uno que a los tres días resucitó. Por 4800 dólares prefiero no correr riesgos.

Los políticos son, por naturaleza, tomadores de riesgos. Sin correr riesgos elevados sería difícil para ellos alcanzar el poder y mantenerse vigente. Sin embargo, una vez alcanzado el poder, y en la medida que los acompaña el éxito, se vuelven, lentamente, cada vez más conservadores y con pocos incentivos para el cambio. Sí, por el contrario, los resultados no acompañan su gestión, los riesgos que toman son cada vez mayores y las apuestas van creciendo tratando de compensar las pérdidas previas. Posiblemente esta sea una característica no reservada exclusivamente a los políticos, pero en este caso la aplico a ellos.

La historia en general, y la de Argentina en particular, está llena de ejemplos de políticos “revolucionarios” que se vuelven “conservadores” con el éxito y prefieren no correr riesgos. O de políticos “conservadores” que, en medio de fracasos, asumen cualquier riesgo tratando de revertir la situación.

Mirando momentos relativamente recientes, el Menem “revolucionario” de su primera presidencia, se convirtió en el Menem “conservador” y poco dispuesto a asumir riesgos en la segunda mitad de los 90, cuando era necesario cambiar. En sentido opuesto el De la Rúa “conservador” de principios del 2000 se volvió “revolucionario” en el 2001, incorporando a Cavallo en medio del incendio, tomando todos los riesgos posibles para ver si salvaba su presidencia (aquí podría argumentarse que, sin embargo, prefirió no asumir el riesgo de apoyar a López Murphy y enfrentarse a su partido, y en cambio, tomó el riesgo que se sugerían Alfonsín y Cía. Sin embargo, ambas decisiones-López Murphy o Cavallo- eran decisiones de alto riesgo, a los ojos de Don Fernando, aunque fuera más riesgosa, desde su óptica, enfrentar, a gran parte de su propio entorno.

Lo cierto es que, en una especie de “Neo Teorema de Baglini”, podríamos enunciar que “un gobernante exitoso toma menos riesgos y es más conservador que un gobernante en problemas, que toma más riesgos y es más “revolucionario”. Obviamente, si sobreviene una crisis por el “no cambio a tiempo” el gobernante exitoso deviene en gobernante en problemas y se comporta como tal, aunque a veces, como lo demostró el caso del gobierno de la Alianza, ya es demasiado tarde.

¿A qué viene toda esta larga perorata? Viene a que, paradójicamente, el presidente Kirchner se puede convertir en una excepción a la regla enunciada y, en un tono “Popperiano”, (un cacho de cultura no viene mal en la Argentina de Gran Hermano), invalidar el teorema precedente.

En efecto, el presidente Kirchner había logrado consolidar un escenario exitoso en materia económica, con una combinación adecuada de hipersuperávit fiscal-dureza fiscal-. Tipo de cambio alto-blandura monetaria- y una política de ingresos moderada. Esa combinación había permitido, durante la segunda mitad del 2003 y todo el año 2004, crecer a un ritmo del 9% anual, con un superávit fiscal superior a los 4 puntos del producto, una tasa de inflación del 6%, una recuperación del salario real en el período, superior al 15% en promedio, y una moderada baja de la tasa de desempleo al 16% de la población económicamente activa, sin considerar los planes jefes y jefas de hogar. A estos logros se le podría agregar, en el primer trimestre del 2005, la exitosa renegociación de la deuda externa, al menos en términos financieros de corto plazo. En síntesis, cualquier criterio de éxito que se enunciara hubiera permitido calificar esa primera etapa del gobierno K como exitosa. Sin embargo, a partir de ese momento, el presidente comenzó a “cambiar en el margen”, y tomar riesgos innecesarios. Así, empezó a reducir el superávit fiscal, con gastos creciendo a mayor ritmo que los ingresos, acentuó las presiones sobre la política de ingresos y demanda, profundizó la política de subsidios cruzados y congelamiento de ciertos precios, e introdujo, sobre el final del 2005, esquemas de acuerdos y controles sobre precios, hasta ese entonces libres, política que se acentuó a principios de este año, con la alteración directa del cálculo del índice de precios al consumidor. Puesto de otra manera el presidente decidió tomar más riesgos, aún en medio del éxito, para mantener en el 9% el ritmo de crecimiento y acelerar la baja del desempleo y la mejora de los ingresos de ciertos sectores de la población. Obviamente, no se puede hacer el experimento contrafáctico y demostrar que, de seguir con la política anterior, se hubieran podido obtener resultados similares, con el superávit fiscal ayudando al Banco Central a mantener el tipo de cambio alto, con más inversión privada en un clima de mayor confianza y con crecimiento quizás más genuino, por menores distorsiones de largo plazo y menos dudas sobre la evolución de la oferta. Pero lo cierto es que el presidente tomó mayores riesgos y el resultado fue favorable salvo por un pequeño detalle: la aceleración de la tasa de inflación, tanto en materia de expectativas, como de realidades “no medidas por el INDEC”.

Es decir, la apuesta a tomar más riesgos en materia fiscal, monetaria y de ingresos, tuvo como resultado, lo esperado, una mayor tasa de inflación-pasó del 6 al 12% anual y enfila para 15/20% en el 2007, más allá del INDEC-. ¿Porqué decidió K tomar el riesgo de acelerar la tasa de inflación, con todo lo que ello implica, en lugar de persistir el la política que había resultado tan exitosa en la primera parte de su gobierno?

A partir de aquí, sólo caben conjeturas:

1.El presidente quiso “ganarle” a los pronósticos de desaleración del crecimiento, aún a costa de aumentar la tasa de inflación. Porque es una especie de “jugador compulsivo” y siempre quiere todo.

2.El presidente, que venía con el “complejo del 22%” decidió maximizar su triunfo electoral en el 2005, para independizarse de Duhalde y el PJ, aún arriesgando más de la cuenta en materia inflacionaria. Es decir, ante un conflicto entre sus objetivos políticos y la marcha de la economía priorizó sus objetivos políticos.

3.El presidente se vio “sorprendido” por el aumento de la tasa de inflación, que no esperaba, por mal aconsejado, o por el empecinamiento que tienen, a veces, los políticos, en despreciar as opiniones de “tecnócratas”. La sorpresa explicaría la designación de Guillermo Moreno y el cambio de la política de precios hacia finales del 2005. (Además del cambio de Ministro).

4.Esta es la “verdadera” política económica del presidente y, desde su visión, no se trata de tomar más riesgos, sino de “hacer lo que quería hacer” una vez consolidado su poder. Piensa, en esta hipótesis, que se puede convivir sin problemas con una inflación “moderadamente alta”.

En ese sentido, podría interpretarse la primera etapa de su mandato, como una transición desde el gobierno de Duhalde-Lavagna, hacia un gobierno “puro K”.

A este aumento del riesgo en materia inflacionaria, que resulta, macroeconómicamente, el más peligroso, hay que sumarle otros riesgos asumidos innecesariamente, algunos ligados complementariamente a la política antiinflacionario, como la prohibición de exportar carne o el congelamiento de tarifas en el sector eléctrico o gas domiciliario, en la Ciudad de Buenos Aires y en parte del país. Y otros ligados con aspectos más amplios de la política energética, como las medidas tomadas (o no tomadas) en el sector del petróleo y gas, no necesariamente relacionadas con los precios. Al igual que otras medidas en el sector agropecuario, y, otros. Sin contar con los riesgos asumidos en materia de “desprecio institucional” y control del resto de los poderes del Estado.

Ahora bien, como se mencionara, y mirando para delante, es importante saber si este esquema de toma de riesgos forma parte de una etapa transitoria del presidente que podríamos llamar de “consolidación del poder”, o se trata de su esquema permanente de hacer política. Esto es importante para la toma de decisiones empresarias dado que, si estamos frente a un político dispuesto a ser la excepción a la regla, capaz de cambiar, aún en medio del éxito para evitar seguir jugando con fuego, lo que puede esperarse, después de las elecciones, es un tipo de acciones. Pero, si en cambio, estamos frente a un político tradicional que, desde el éxito, se vuelve “conservador” y no está dispuesto a cambiar sus políticas, estamos frente a otro conjunto de acciones muy diferentes.

Puesto de otra manera, el presidente ha sido “distinto” hasta ahora, cambiando y tomando riesgos aún en el éxito del 2004. La pregunta clave es si está dispuesto a tomar nuevos riesgos y cambiar desde el éxito del 2007.

Si lo está, todavía estamos a tiempo de empalmar esta etapa del crecimiento argentino con un escenario de progreso más extendido y sostenido. Sí, por el contrario, como el protagonista del cuento, prefiere no correr nuevos riesgos e insistir en la política actual, entraremos en un escenario peligroso. Permítanme explorar esos escenarios…próximamente. (reserve su ejemplar porque se agota).

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