Es inaceptable que en 179 años de historia, hayamos sido incapaces de construir una estructura política que resulte perdurable, y que por lo tanto, constituya un legado para las futuras generaciones.
Como bien explica Sartori, “hay democracia cuando...el Estado está al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio del Estado”. Engañar a la ciudadanía disfrazando el autoritarismo y utilizando el poder político en beneficio de intereses personales, sólo permite construir una “ficción democrática”. Diseñar una democracia real exige bosquejar una sociedad que no sea oprimida por el poder político. Que en un proceso libre de elecciones, un ciudadano no pueda hacer propaganda electoral porque está prohibida por el Estado; o que no pueda imprimir una libreta de facturas sin la autorización del SRI, constituyen severos atentados contra la libertad.
En cualquier régimen democrático los ciudadanos tienen autonomía para gastar su dinero en la difusión de sus propuestas políticas.
Con el fin de que aquel pueda aplastar a sus rivales políticos o cobrar los impuestos con mayor agilidad, la persona es oprimida a tal punto que pierde su libertad individual y necesita la autorización gubernamental para realizar actividades que pertenecen a lo que Loewenstein denomina “esas esferas inviolables” ajenas a la intervención estatal.
Ningún tratado de “neo medicina latinoamericana” podría afirmar que el cerebro se encuentra en el lugar de sus posaderas. Por mucho “nacionalismo” que contenga esta afirmación, es simplemente falsa, ya que no se fundamenta en los postulados de la ciencia. De igual forma, ningún texto constitucional puede romper el principio de separación de poderes y pretender ser democrático.
Hacer leyes que impidan la fiscalización, aprobarlas sin debate, no controlar la renovación del Estado, en medio del escándalo ocasionado por los contratos del hermano del Presidente, no configuran una verdadera democracia, sino un remedo de ella. Entonces, al diablo con la democracia. ¿A quién le interesa, si tiene un bono de la pobreza que la reemplace?
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