Pocas personas encarnaron mejor en el siglo XX esta combinación que McNamara
Nada resulta más peligroso en el campo de la política, y por extensión para los seres humanos que se ven afectados por sus consecuencias, que la particular combinación de ideología y tecnocracia. No en balde la expresión la "banalidad del mal" que Hannah Arendt asoció a Adolf Eichman, al describir la disposición ciega a obedecer a un rígido código de valores bajo criterios de eficiencia y desprovisto de toda traza de pensamiento crítico. Para los verdugos de los campos de concentración nazis todo se reducía, en efecto, a un problema tecnocrático de eficiencia.
Pocas personas encarnaron mejor en el siglo XX esta combinación de ideología y tecnocracia que un hombre que acaba de morir: Robert McNamara. El conflicto de Vietnam se encuentra a tal punto asociado a su nombre que éste es usualmente conocido como la "guerra de McNamara". En su caso, la sujeción a la ideología venía dada por la adscripción incondicional y acrítica a la llamada "teoría del domino". Es decir, aquella noción que prevaleció en Estados Unidos durante buena parte de la Guerra Fría, según la cual la caída de un país bajo la esfera comunista arrastraría consigo al resto de "la hilera del domino". La absolutización de esta premisa llevaba a la convicción de que había que asumir cualquier costo y aceptar cualquier reto, como bien lo señaló Kennedy en su histórico discurso inaugural, antes de dejar que alguna pequeña pieza del domino cayera. La condición tecnocrática de McNamara venía dada, por su parte, por la creencia de que la acumulación y el análisis frío de cifras y datos puntuales bastaban para enfrentar y resolver cualquier problema que pudiese presentarse.
El obituario de McNamara realizado por Leslie Gelb, Presidente Emeritus del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, en la edición de la revista Time de fecha 20 de julio, constituye una pieza documental de la mayor importancia. Según este dilecto discípulo y subordinado de McNamara en tiempos de Vietnam: "McNamara no conocía nada sobre Vietnam. Como tampoco ninguno del resto de nosotros, sus colaboradores. Sin embargo, no se suponía que los estadounidenses tuviéramos que conocer acerca de la cultura o de la historia de ningún país. Lo único que necesitábamos era aplicar nuestra superioridad militar y nuestros recursos de la manera adecuada. Para ganar la guerra bastaba obtener los datos correctos, analizar debidamente la información y aplicar las soluciones adecuadas".
Este no tener que "conocer acerca de la cultura o la historia de un país", que caracterizó a McNamara y a su equipo, fue también la marca distintiva de la era neoliberal. A una ideología totalizadora con respecto al funcionamiento de las leyes económicas, se les vinieron a unir los números y datos desprovistos de sustancia política. Así como la guerra de Vietnam produjo un millón de combatientes y cuatro millones de civiles muertos, el recetario neoliberal dejó tras de sí una gigantesca crisis económica global, amén de inmensos problemas políticos y sociales. ¿Y qué decir de la invasión a Irak?
Nada más peligroso que la mezcla ideología-tecnocracia.
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