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"Te deseamos, Alfredo, cumpleaños feliz"

martes 28 de julio de 2009, 17:08h
Una corbata, una tarta y un cumpleaños feliz, y pelillos a la mar. Aguirre y Rubalcaba, que este martes cumplía 58 años, aprovecharon la firma de un convenio sobre seguridad para limar asperezas.
Más que la firma de un convenio institucional, el 'sarao' de este martes en la Puerta del Sol parecía una fiesta. No faltó de nada: ni las sonrisas ni los regalos ni los parabienes. La presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, decidió portarse como una buena anfitriona con el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que venía a cumplir lo prometido en materia de seguridad para Madrid.

No era el momento de discutir, pero sí había que aclarar lo de Gürtel, aquellas supuestas dudas de la presidenta sobre la  procedencia de las filtraciones a los medios.

Ella negó haber tenido dudas y lo achacó a un malentendido. Él le dio una explicación. Ella la aceptó. Y así, sin más detalles, resumieron la media hora que pasaron hablando en privado, mientras los periodistas y las autoridades invitadas al acto mataban el tiempo como podían en la sala contigua. Cuando aparecieron, todo parecía solucionado.

Pero Gürtel se coló de rondón en el acto en forma de 'lapsus linguae' del ministro. "Hemos venido a filtrar... Hemos venido a firmar un convenio". Nadie pestañeó, y el invitado pasó a elogiar la preocupación de la anfitriona por la seguridad y su responsabilidad para con los ciudadanos. Sin embargo, Aguirre aprovechó la visita para plantear sus reivindicaciones: más policías y la cesión de los terrenos de la antigua cárcel de Carabanchel para un hospital. Eso sí, con mucho 'por favor': "Igual que hacen los alcaldes conmigo, y sé que usted haría lo mismo".

No a la polémica
Rubalcaba no pudo menos que darle la razón y rechazó varias veces entrar en polémica, asegurando que ya hace y seguirá haciendo el esfuerzo y que a él le enseñaron de pequeño a comportarse cuando le recibían en casa ajena.

Y lo logró. Pero las preguntas arreciaban con Gürtel y con el complicado calificativo que Aguirre acababa de colgar hacía unas horas al jefe de Rubalcaba, aquello de "sindicalista retrógrado piquetero". Pero ella ya se había ocupado de llamar antes a Zapatero para pedirle disculpas. Otra piedra menos en el camino.

Y entonces sucedió. La concurrencia, que todavía conservaba en la retina y en los tímpanos el recuerdo de Aguirre cantando el himno nacional la víspera para agasajar a Contador, acabó uniéndose entusiasmada al 'cumpleaños feliz' con que la presidenta, no contenta con la corbata que acababa de regalarle, tuvo a bien obsequiar al ministro.

Por fin llegó la tarta, algo escasa para la capacidad de convocatoria que había demostrado el convenio, pero suficiente para homenajeado, homenajeadora y algún afortunado más. Un final feliz para "un buen día", como el ministro no había dudado en calificarlo. Solo faltó corear el 'Muchacho excelente'.
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