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El Caso Camps aún tiene recorrido

El Caso Camps aún tiene recorrido

martes 04 de agosto de 2009, 13:02h
   Por muy feliz que se hayan mostrado Camps, sus compañeros valencianos, y sobre todo Mariano Rajoy y muchos otros dirigentes del PP, sería bueno recordar que aún le queda recorrido al Caso Camps, tras la decisión del tribunal valenciano de proceder al sobreseimiento del asunto. Sobreseer no quiere decir que no haya, o no pueda haber más asunto. De entrada, y cosa principal, ya se han anunciado los correspondientes recursos, entre ellos el de la Fiscalía, que se supone que no está muy feliz con los acontecimientos. El hecho mismo de que sólo dos de los tres magistrados optara por esta decisión y se haya mantenido un voto particular en contra, quiere decir que no hubo unanimidad, como está lejos de haberla en la opinión pública.

   Pero, primero, recordemos que habrá recurso ante el Supremo, y que el Supremo ya tiene entre manos otras parte del caso, el referido a Luis Bárcenas y Jesús Merino, senador y diputado que ya acudieron a declarar y no convencieron al juez instructor Monterde, quien ha preferido solicitar la autorización correspondiente de las Cámaras para escucharles con más detenimiento. Muchos juristas han opinado que, desde el primer momento en que aparecieron los aforados de este caso, debió haber sido el tribunal Supremo el que se debió hacer cargo de todo el caso, y no de esas dos piezas del senador y del diputado, para que hubiera un solo criterio y no quedara ningún aspecto olvidado o abandonado, como estaba resultando con los promotores de la trama, Corea, El Bigotes y compañeros de tan lucrativa faena. Ahora resulta que el caso está en tres partes, una de las cuales ya ha decidido lavarse las manos. ¿Por razones de justicia, o por la amistad profunda de Camps y De la Rúa, como desde el primer momento se temió? Esa es otra cuestión que tampoco está debidamente aclarada, y que debió obligar en conciencia a De la Rúa a abstenerse del asunto.

   Está pues, el Supremo, que dirá la última palabra. O acaso la penúltima, porque ya ni siquiera se excluye que el asunto termine en manos del Tribunal Constitucional.

Pero, mientras tanto, la imagen pública de los afectados por el problema ha quedado ya muy seriamente mancillada, por mucho que Rajoy hable de Inquisición. Mientras no se modifique la ley, el funcionario público que reciba y acepte dádivas o regalos, delinque. Y con sanción de la cuantía que sea, verá su expediente mancillado. Camps ya está juzgado en ese tribunal popular, gracias en buena medida a las filtraciones de partes del sumario o reconversaciones mantenidas con los pillos de la trama, que dejaron al descubierto la confianza y profunda amistad entre las partes. ¿Es recuperable Camps para la política? Uno entiende que en modo alguno, y que han terminado sus días en el alto cargo de la Comunidad Valenciana. No sería de recibo que vuelva a ser candidato a cargo público alguno, y así lo deberá entender  el partido cuando corresponda buscar candidatos para las elecciones siguientes. Camps está más chamuscado que el campo que ha ardido en los incendios de este lamentable mes de julio, y lo mejor que podría hacer es empezar a desaparecer de los escenarios. Por la miseria de unos trajes y por su insistencia en negar su torpeza perdió lo más valioso que tenía: su honore imagen pública. Y no sirvió al partido ni descalificar al juez Garzón, ni al sastre, ni al delito de cohecho ni a los medios informativos que nos permitieron tener datos sobrados de un formidable desliz.
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