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Una mirada a Cataluña

Una mirada a Cataluña

sábado 12 de septiembre de 2009, 15:14h
Cataluña interesa por sí misma en España, dada su importante dimensión económica, cultural y política. Pero ahora mismo, también como referente para el resto del Estado. Al menos dos comunidades, las otras dos nacionalidades a las que implícitamente se refiere la Constitución --Euskadi y Galicia--, aguardan a saber qué pasará con el Estatut para tener una idea de cómo puede ser su encaje institucional, fruto de lo que ha dado en llamarse la segunda gran descentralización. Para otros, una segunda transición, sin el consenso de la primera: la prueba más evidente es el recurso del PP contra el Estatut y que tiene al Tribunal Constitucional en plena ebullición.

El PP es un pilar básico del sistema político español, ya que garantiza la alternancia, pero en cambio es un partido marginal en Cataluña, donde a su escasa representación en casi todos los niveles institucionales une su carácter de fuerza ajena a la centralidad política catalana. Es su gran asignatura  electoral y política en España, lo cual es una buena noticia para el PSOE, pero es una mala noticia para el consenso político, ya que el radicalismo del PP hace poco menos que imposible el asentamiento de un nuevo modelo territorial, donde Cataluña se sienta cómoda, a riesgo de agitar su desafección. Mientras Cataluña sirva para agitar fantasmas del pasado en otras partes de España, el Estado seguirá siendo inestable.

El problema es mucho más profundo que aclarar las dudas que presenta el Estatuto catalán aprobado por todas las instancias políticas posibles y ahora sometido al criterio de unos magistrados que, para su desgracia, llevan etiquetas políticas. Siendo asuntos importantes, que lo son, estamos hablando de algo más que de la definición de nación en el preámbulo, la fijación de una cuota en la financiación autonómica, la bilateralidad entre el Estado y la Generalitat o la igualdad plena entre catalán y castellano. Si hubiese voluntad política, con mayúsculas, como la hubo en la Transición, y liderazgos fuertes, no estaría pasando nada de lo que está pasando, ni habría llegado al Constitucional un marrón político; desde luego, más político que jurídico.

En Cataluña ya lo saben. Por ello, no quieren dedicar todo su tiempo al Estatut, que es un arma política que si a alguien interesa utilizar es al PP. Y quizá por eso mismo la Diada de este año no estuvo dominada por los rumores madrileños sobre la sentencia del Constitucional, sino por la crisis y por otros conflictos, incluso alguno internacional. Los catalanes son así.
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