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El mejor Gallardón, el Rey

miércoles 23 de septiembre de 2009, 12:55h
Ahora resulta que el Rey, nada menos, viajará a Copenhague el próximo día 2 para apoyar, en el momento decisivo, la candidatura de Madrid para albergar los Juegos Olímpicos de 2016. Por allí también andarán el presidente Zapatero, supongo que en calidad de ministro de Deportes, y otros muchos -desde la presidenta madrileña Esperanza Aguirre hasta Pau Gasol- que arrimarán el hombro, cuando ya todo esté sin embargo decidido y bien decidido, a favor de la capital española frente a sus competidoras.

Claro que a mí, como a la mayoría de los españoles, me gustaría que Madrid fuese la elegida, aunque tiemblo al pensar en el furor por las zanjas que le podría entrar al ya fanático por las obras alcalde y regidor de la Villa: más calles levantadas -aún- para preparar el cortejo olímpico. Pero reconozco que tengo mis dudas de que la ciudad española sea la favorita, y menos después de que el mismísimo Obama se haya decantado en la lucha, a favor, naturalmente, de Chicago.

Que yo sepa, sin embargo, el presidente de los Estados Unidos no piensa ir a Copenhague a ver si lo suyo sale o no adelante. Pero sí estará allí don Juan Carlos, a quien, aparentemente, los organizadores del Madrid’16 han presionado para que encabece el séquito en la capital danesa. Puede que Obama no quiera arriesgarse a que Chicago no sea la elegida. Puede que tenga otras cosas más importantes que hacer. En todo caso, me parece un peligro que, sin tener confirmada la victoria de Madrid, se haga comparecer al Rey en Copenhague, apoyando las ambiciones algo faraónicas de Alberto Ruiz-Gallardón

Si todo va bien, champán y aplausos. Pero ¿y si, como es perfectamente posible, va mal? Pues resultará que los números uno y dos en el protocolo del Estado, es decir el Monarca y el jefe del Gobierno, volverán con las orejas gachas, escoltando a un cabizbajo Gallardón. Volverán a que los de siempre, ignorando estos complicados mecanismos del ombliguismo olímpico, les digan que no pesan nada en el concierto mundial y todo eso que los del ‘cuanto peor, mejor’ suelen esgrimir cada vez que hablan de la marcha del Estado.

Me parece que sería mejor, dadas las circunstancias, que el Rey se quedase en La Zarzuela, para, en su caso, descorchar el champán en privado o, por el contrario, quedarse chafado, pero en sus aposentos. Pero eso, claro, a Gallardón no le conviene, porque, si los hados no nos son propicios, el fracaso sería suyo, y no lo compartiría con más altas instancias. Así es el superalcalde: generoso a la hora de compartir. Sobre todo, las culpas.

 
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