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El teniente coronel Tejero

miércoles 23 de septiembre de 2009, 13:00h

Con motivo de la realización de mi tesis doctoral sobre la UMD, he tenido el privilegio de conocer y tratar de cerca a algunos de los militares que, en una muestra de coraje sin precedentes en los ejércitos de la época, formaron esta organización de militares demócratas todavía en pleno régimen franquista. Uno de ellos, el teniente coronel de Infantería Rafael Tejero Casajús, nos ha dejado este mes de septiembre. Con sobresalto y profunda tristeza, me entero de su muerte por la esquela funeraria publicada en el periódico, mientras regreso a España en un avión, precisamente el mismo día de su entierro.  

El entonces capitán Tejero desempeñó un destacado papel como dirigente de la UMD. Su talante personal, su permanente disposición para la acción en defensa de sus ideas y su alta conciencia política, notable en un colectivo en el que se practicaba el “apoliticismo” impuesto por la jerarquía, lo hicieron imprescindible para las labores de captación de nuevos afiliados a la organización. Durante la semana, desarrollaba un discreto proselitismo progresista en el madrileño cuartel de carros de combate en el que estaba destinado, y los fines de semana, se desplazaba en agotadores viajes por carretera –aquellas carreteras de los setenta- para reunirse con otros compañeros en distintas provincias de Andalucía y Levante, animando en la formación de grupos de militares demócratas.

Cuando formó parte de las tropas desplegadas en El Sahara, consiguió dinamizar de manera extraordinaria la actividad política democrática en aquellos territorios, en estrecha colaboración con algunos aviadores del Ejército del Aire. Y cuando la UMD acusó tensiones internas, motivadas tanto por rivalidades entre sus líderes como por la intervención intoxicadora de terceros, Rafael Tejero fue de los pocos dirigentes que supieron mediar entre las posturas enfrentadas y contaron con la confianza de todos. En su capacidad para aglutinar a sus compañeros y defender el interés superior del ideario por el que se habían organizado, se encuentra una de las claves de la superación sin ruptura de esta fase.

Rafael Tejero fue también un modelo referente de oficial demócrata -rara avis, entonces- en los cuarteles de la transición política. Nada mejor que el testimonio de cuantos estuvieron a sus órdenes, en calidad de cuadros de mando profesionales o de soldados de reemplazo, para acreditar este extremo. Es llamativo el respeto y el cariño con el que recuerdan a aquél capitán o comandante que tuvieron en la mili, que era tan distinto de los otros. Ya se sabe que la singuralidad no se perdona y tampoco se hizo con el teniente coronel Tejero que, de muchas formas sutiles y menos sutiles, fue empujado a pedir la reserva anticipada.

Nunca olvidaré su generosidad conmigo. Fuera para entregarme un ejemplar de un periodo clandestino, un recorte de prensa local, un libro de su amplia biblioteca de sociología militar, ponerme en contacto con algún compañero coronel y antiguo cadete de la Academia de Infantería de Toledo, hacer la lectura crítica de cualquier texto que se le solicitara,  o, en fin, simplemente para relatarme cualquier anécdota de su experiencia de viejo militar. Si consideraba que podía ser útil para mi trabajo, me podía llamar a casa a las once de la noche para precisarte un detalle de la conversación que habíamos tenido por la tarde.

Con su muerte, el Foro Milicia y Democracia (FMD), su última apuesta por la memoria de los militares demócratas, se ha quedado sin sede social y sin parte de su alma, la que representaba Rafa Tejero, amigo, militar íntegro y orgulloso de sus ideas progresistas.
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