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Carcoma y ortografía

Carcoma y ortografía

lunes 28 de septiembre de 2009, 17:43h
Desde que nuestra Constitución abrió el camino para la descentralización de muchas competencias estatales y la configuración de órganos de autogobierno de las Comunidades Autónomas, se produjo, por parte de algunos sectores políticos denominados nacionalistas, un terco empeño en carcomer el tronco común de España. No era este el bien intencionado propósito de acercar la administración a los administrados o de valorar los elementos plurales dentro del seno de la nación pero algunos, con ánimo mas destructivo que conciliador, optaron por utilizar los recursos autónomos como instrumentos para corroer los vínculos de entendimiento general y manipular los sentimientos de identidad territorial para dificultar la buena armonía entre los habitantes del conjunto del Estado.

Con esta intención hemos visto cómo el propósito de conservar las lenguas de tradición territorial se ha convertido en una desatención o postergación de la buena enseñanza de la lengua en que se entienden todos los españoles creando educandos con insuficiencias lingüísticas no solo en el idioma común sino, de rebote, en las otras lenguas aprendidas a presión pero utilizadas precariamente, precisamente por no estar consolidado un bilingüismo equilibrado basado en las raíces de una cultura común integral.

    Anécdotas como las espantosas faltas de ortografía de algunos miembros del Parlamento vasco son señaladas fácilmente por el conocimiento general de la lengua española pero no son menores las deficiencias gramaticales que se detectan en el uso de las lenguas territoriales, en este u otros lugares, también mal aprendidas y mal enseñadas, juntamente con el desconocimiento o tergiversación de la historia vivida en común y hasta de la geografía del área en que se desenvuelven e intercambian con naturalidad, a pesar de todo, las familias, trabajadores y emprendedores que circulan por todo nuestro territorio nacional.

    Es tan robusto el tronco común que sustenta al denso ramaje de España que los orificios de la carcoma no sirven para otra cosa que para que circulen los políticos con vocación de oscuros coleópteros. Lo que no resulta comprensible es que los gobiernos de España en vez de utilizar insecticidas para taponar las tendencias corrosivas les parezca normal alimentar a las carcomas con cargo a los impuestos que pagan la mayoría de los ciudadanos solidarios, mimando con fondos estatales a entidades de explícitas pretensiones rupturistas de la unidad del Estado democrático.
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