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¿A quiénes derrotará Evo Morales?

¿A quiénes derrotará Evo Morales?

lunes 12 de octubre de 2009, 04:16h

La confrontación esencial en los comicios presidenciales de diciembre no se dará entre el MAS y sus principales opositores, escasos de propuestas y relacionados con separatistas, dictadores y neoliberales, que sólo parecen decir “vota contra Evo”, como muestra de racismo. La pugna más dura aparece dentro del oficialismo, entre ultraindigenistas y defensores del Estado nacional. El ultraindigenismo impuso en Oruro (octubre 2008) su proyecto de Constitución, que borró las palabras República y nación boliviana, restituidas después por acuerdos con la oposición, la que, a cambio, tuvo que aceptar la nueva postulación de Evo.

La actual plataforma programática del MAS es la antítesis de la Constitución de Oruro. Ofrece un gran salto industrial; carreteras; trenes; ferrocarril bioceánico; aeropuertos; hidroeléctricas; fundiciones; plantas de etano, etileno y metanol; producción agropecuaria en gran escala; seguro universal agrícola; empleo a raudales; educación digital; viviendas; seguridad social y salud para todos; satélite de comunicaciones; corrupción cero; liquidar al narcotráfico y valorizar la identidad nacional.

Aunque pocos proyectos tienen financiamiento, muestran un horizonte distinto al de Raúl Prada, uno de los ideólogos del Gobierno, que postula el retorno al Tawantinsuyo, posición que financian las ONG, y los separatistas ven con simpatía. Evo no respalda a Prada, pero tampoco lo desautoriza, lo que genera confusión e incertidumbre.

Ningún país puede ser al mismo tiempo unitario y plurinacional, como sostiene la Constitución. Lo plurinacional tiene tres ejes: Autodeterminación, territorio y soberanía indígenas. Lo unitario es un círculo que contiene al conjunto del país. Un triángulo redondo es inconcebible, lo que impide conciliar las autonomías departamentales, indígenas, territoriales y municipales, iguales en jerarquía, cuyas competencias serán objeto de una ley de “deslinde jurisdiccional”, de coherencia inalcanzable. El programa industrialista trata de rearticular la unidad indo-mestiza, a diferencia del ultraindigenismo que alienta el caos a fin de enterrar al inconstituido Estado nacional. La oferta necesita disputar los excedentes económicos a las transnacionales, lo que no condice con los ofrecimientos de Evo a Repsol y al Rey de España. Creer que el FMI y el Banco Mundial modernizarán a Bolivia, como sostiene García Linera, es otra ilusión óptica.

No se quiere crear la Corporación Boliviana de Recursos Estratégicos, a fin de que el valor de las reservas probadas de gas, hierro y litio se inscriban en Bolsas de Valores que permitan financiamientos en el mercado internacional del dinero, con cuyo respaldo el país puede comprar tecnología o asociarse con quienes la tienen, en condiciones ventajosas, como hace Petrobras, por ejemplo. Infelizmente, los abusos, la soberbia y la corrupción del régimen debilitan la propuesta modernizadora. El ultraindigenismo, a su vez, consiguió enfrentar a pueblos amazónicos con quechuas y aymaras que quieren trabajar tierras ociosas; a asalariados y cooperativistas mineros con comunidades que reclaman la propiedad del suelo y del subsuelo; a la petrolera estatal que desea explorar hidrocarburos con aborígenes que piden discutir el tema con sus abogados en Bruselas.

Sin un Estado nacional aglutinador, la disgregación de Bolivia estará latente. Claro que la viabilidad del país no depende sólo del oficialismo, sino también de estructurar un polo ideológico y político que muestre a la ciudadanía alternativas para lograr transparencia, gestión eficaz, derrotar al colonialismo interno y alcanzar la unidad nacional.

* Ex ministro de Hidrocarburos

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