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La oposición a sí misma (II)

La oposición a sí misma (II)

lunes 19 de octubre de 2009, 18:53h
Que el grupo socialista haya mercadeado votos para aprobar un presupuesto impresentable es explicable desde su precario equilibrio parlamentario. Que el PNV, desplazado del poder autonómico por el acuerdo populares-socialistas quiera hacer algo que aparente un beneficio para el País Vasco y, a la vez, complique la armonía entre quienes han tenido el acierto histórico de romper con su predominio, también es explicable.

Lo que no es tan explicable es que la oposición haya caído en la trampa de forzar a sus parlamentarios vascos, admirados y respetados por todos los españoles, a ausentarse y romper la disciplina de voto por una causa perdida. Porque plantearse a estas alturas si el concierto económico vasco se blinda o no se blinda según el nivel jurídico de unas normas es políticamente grotesco. Ningún político español sensato puede pensar en abrir un frente delicado contra unos privilegios que, justos o injustos, están consagrados por viejos pactos que nadie calcula romper en la actualidad.

El Concierto Económico Vasco tiene su origen formal en un Real Decreto de 1878 como compensación a una homologación constitucional. Dado que el llamado Euskadi no existió nunca como entidad política, el acuerdo se estableció sobre las estructuras provinciales: las Provincias Vascongadas. Solo a partir del Estado de las Autonomías nacieron las instituciones políticas comunitarias del País Vasco. Fue al amparo de nuestra Constitución actual como aquellas singularidades forales se asumieron y se reforzaron. Hoy, a nadie en sus cabales se le ocurre que puedan ser abolidas por razones de rango jurídico. Por tanto, el deseo de equiparar el Concierto a otras normas autonómicas elevándolas desde el nivel de la jurisdicción ordinaria que corresponde al ámbito provincial al nivel constitucional es solo una posibilidad derivada de la consolidación de la entidad política vasca como entidad constitucional y estatutaria.

Pensar unos los representantes políticos, como los populares vascos, no compartan una aspiración de su tierra y se distancien del partido con quien comparten objetivos de Estado con el pretexto de que se trata de una estrategia ocasional de los socialistas para salvar su Presupuesto es un falso argumento. Creerse que la carga de desigualdad que el Concierto provoca es insoportable para las comunidades vecinas, después de siglo y medio de vigencia y con la pujanza y prestigio de estas otras comunidades en la actualidad es algo pintoresco ya que, en la práctica, nada se ha planificado sobre la hipótesis de la desaparición de la realidad económica del Concierto. Lo único que ha demostrado la oposición en el Congreso es que no tiene los pies en la tierra y que es capaz de enturbiar su imagen mas apreciada por los españoles: el acuerdo con los socialistas para construir una política auténticamente vasca y española.
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