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Piden la "cadena perpetua" para los culpables

Las víctimas del 11-M reclaman responsabilidades políticas al anterior Gobierno

miércoles 18 de abril de 2007, 10:39h

Continúa el juicio del 11-M. Este martes han declarado varias víctimas que viajaban en los trenes en el momento de los atentados. Entre ellas, se encuentra Antonio Miguel Utrera, que tenía 18 cuando ocurrió la masacre, y ha pedido "la máxima pena para los culpables y responsabilidades políticas entre los miembros del anterior Ejecutivo" por los atentados que le han dejado graves secuelas físicas y psíquicas.

Además de este joven, otras cinco víctimas directas o indirectas de los atentados han testificado en la sesión de la tarde de esta vigésimo sexta jornada del juicio por el 11-M y, al igual que Antonio Miguel, dos de ellos han pedido responsabilidades políticas y "cadena perpetua" para los culpables.

El joven, que viajaba en el tren que estalló a la altura de calle Téllez, ha hecho un estremecedor relato sobre la terrible experiencia que le tocó vivir esa mañana del 11 de marzo de 2004 cuando se dirigía a la Universidad. Una sola frase le ha servido para describir el terror que se vivió ese día: "Era como un baile de sonámbulos", ha destacado al explicar lo que recuerda haber visto a su alrededor tras las explosiones. "Todo el mundo estaba muy triste. Nadie se miraba. Todo el mundo miraba a la nada. Era una sensación muy rara, muy rara".

Así, cuando testificaba la madre y ex mujer de dos fallecidos en el tren que explotó en la estación de Santa Eugenia y reclamó "cadena perpetua" para los asesinos, un trueno ensordecedor se apoderó del silencio reinante en la sala de vistas.

Otra de las víctimas que ha comparecido ha sido el marido de una mujer que resultó herida en el tren de la estación de El Pozo, quien ha relatado cómo aquella mañana del 11 de marzo, tras recibir una llamada de su esposa diciendo que había habido un atentado y que "bajara corriendo" a buscarla, acudió "casi sin vestirme", acompañado de su hija de 16 años, a recogerla.

"Sentí una gran rabia de quién pudo hacer esto en un barrio obrero, Vallecas, El Pozo del Tío Raimundo, un barrio que se ha distinguido por la lucha obrera. Un tren cargado de estudiantes y de trabajadores. Ese es el gran dolor que sentí esa mañana", ha observado.

Por la mañana ha testificado otra víctima que viajó en uno de los trenes atacados, pero que no resultó herida a pesar de que no se bajó del tren que cogió el 11-M en Alcalá de Henares hasta que se produjo la explosión.

Este testigo ha reconocido a uno de los suicidas de Leganés, Allekema Lamari, como una de las personas a las que vio ese día en ese tren con una mochila junto a otros dos "señores", también de aspecto árabe, que parecía "como si estuvieran esperando algo" y que, después de que se bajarán del vagón, "ya no les vi más el pelo".

El tribunal también ha escuchado el testimonio del líder de Al Qaeda en España Imad Eddin Barakat Yarkas, "Abu Dahdah", quien actualmente cumple una condena de 12 años de cárcel, quien ha calificado de "inadmisible" los atentados de Madrid, aunque ha asegurado que tampoco le extrañó que se produjeran "por la guerra de Irak".

Durante esta vigésimo sexta jornada, han testificado también una decena de empleados de Mina Conchita, de donde fueron supuestamente sustraídos los explosivos del 11-M, así como de Mina Collada y de la empresa Caolines de Merillés, que gestionaba ambas explotaciones. La mayoría han corroborado el descontrol que había en Mina Conchita con la dinamita y los detonadores y uno de ellos relató que observó la desaparición, a principios de 2004, de unas cuatro o cinco cajas de dinamita de 25 kilos cada una que dejó escondidas tras unas chapas metálicas. Otros dejaron constancia de que la Guardia Civil acudió en alguna ocasión a inspeccionar la mina y que nunca puso sanciones.

También ha declarado como testigo el dueño de la furgoneta Renault Kangoo que supuestamente sustrajeron los autores del 11-M para trasladarse hasta la estación de Alcalá de Henares con los artefactos explosivos que se colocaron en los trenes. Ha relatado que la furgoneta se la sustrajeron cuando descargaba unos enseres en la puerta de su casa, cercana al taller que tenía en el barrio madrileño de Bellasvistas, en Cuatro Caminos, por lo que tenía las llaves puestas.

La Policía, tras tomarle declaración el mismo 11 de marzo, le devolvió la furgoneta con la cerradura del portón de atrás forzada y con los efectos de su propiedad que llevaba dentro: una bolsa de deportes con ropa y unas botas de fútbol, papeles, correspondencia y cintas de casete. Entre todos esos enseres también le devolvieron, según ha revelado, una cinta en árabe que no era de su propiedad y que en ningún momento le reclamó la Policía, por lo que días después optó por llevársela él mismo al juez instructor del sumario del 11-M, Juan del Olmo.

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