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La filóloga Barbara Böck ha recuperado estos tratamientos

Descubren la curación mediante conjuros y masajes de la antigüedad

viernes 20 de abril de 2007, 17:53h
El trabajo de una filóloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Barbara Böck, ha permitido reconstruir tratamientos curativos mediante masajes y conjuros que se practicaban en la Antigua Mesopotamia hace 4.000 años. La investigadora ha recuperado estas particulares recetas a partir de diversas tablillas de arcilla de la época, conservadas en varios museos, entre los que destacan el Británico de Londres o el Vorderasiatisches de Berlín.

Böck, que trabaja en el Instituto de Filología (CSIC), en Madrid, explica que los exorcistas de la época recitaban sus conjuros al tiempo que practicaban los masajes. Algunos relatos proporcionaban al paciente una explicación de su enfermedad, para que comprendiera el curso de su sufrimiento; otros, en cambio, se dirigían directamente a varios demonios causantes de los males, con el fin de amenazarles y expulsarles del cuerpo del paciente.

“Según los textos médicos, el masaje, que se realizaba con aceites de plantas aromáticas y medicinales, servía para aliviar ataques de migraña, facilitar el parto sin dolor, combatir síntomas de agotamiento o remediar parálisis en algún miembro”, explica Böck; y añade: “Los conjuros servían, al menos, para entretener y tranquilizar al paciente mientras le aplicaban el masaje”.

Los textos cuneiformes relativos a estos tratamientos curativos, en gran parte inéditos, se han encontrado en bibliotecas y archivos de casi todas las grandes ciudades de la antigua Mesopotamia; en lugares como Ur, Uruk, Babilonia y Sippar, en el sur del país, o más al norte, en Asur, Nínive, Nimrud o Sultantepe (en la actual Turquía). Las copias más antiguas están fechadas en el principio del segundo milenio a.C. y el texto más reciente data del siglo III a.C.

La principal fuente para la investigación ha sido un libro de encantamientos escrito en sumerio y acadio, titulado Mushu’u (masajes, en castellano). Böck cuenta que este libro “contiene más de 50 conjuros que acompañaban el tratamiento médico, son historias cortas que narran el origen de los males e incluyen curas exitosas”.

La investigadora cuenta que al tiempo que se practicaban los masajes, los exorcistas, vestidos con un disfraz ritual de pez, símbolo del dios de la magia, Ea, recitaban una serie de conjuros del Mushu’u.

Otras técnicas y relatos de tratamientos curativos han sido localizadas en un libro en lengua acadia, que agrupa en 45 capítulos diferentes recetas o textos médicos, en los que se detalla tanto la composición del aceite para el masaje como el mal que se procura aliviar.

Fecha para los tratamientos

El trabajo de Böck ha permitido averiguar, por ejemplo, que para aplicar estos tratamientos se preferían dos días concretos del año (según el calendario actual, a finales de agosto), por creerse que en esas fechas se entraba en contacto con el más allá; o bien que los masajes se realizaban de forma centrífuga, desde el torso hacia las extremidades, por pensarse que los demonios que provocaban la enfermedad abandonaban el cuerpo del paciente por sus brazos y piernas.

“Al final de un tratamiento completo se colocaban amuletos en las muñecas y los tobillos, para evitar que la enfermedad, o el demonio, entrase de nuevo en el paciente a través de los miembros”, explica Böck. Con este masaje completo los practicantes asirio-babilónicos trataban, por ejemplo, una enfermedad llamada La mano del espíritu de la muerte, que la consideraban responsable de una gran variedad de males, entre los que figuraba la migraña y la parálisis. El tratamiento para curar la enfermedad que causaba este espíritu está recogido en un manual litúrgico acadio.

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