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El papel de las organizaciones sociales en el MERCOSUR

El papel de las organizaciones sociales en el MERCOSUR

miércoles 06 de enero de 2010, 16:04h

La reciente Cumbre de Jefes de Estado de los países miembros del MERCOSUR en Montevideo, la Cumbre Social , y el encuentro de las Centrales sindicales entre otras actividades allí desarrolladas, han demostrado de manera inequívoca, la necesidad de seguir profundizando los niveles de integración, no sólo en lo regional, sino al interior de cada país en general, y a la relación de los gobiernos y la sociedad civil –en su más amplio espectro- en lo particular.

La silenciosa, pero fecunda tarea, de las Comisiones del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil de Argentina (Discapacidad, Deportes, Equidad de Género, Salud, Ciencia y Tecnología, Educación, Comunicación, Soberanía Alimentaria, Tierra, Vivienda y Hábitat, Abogacía, entre otras), en contactar a sus pares de Brasil, Paraguay y Uruguay, y comenzar a diseñar tareas de conjunto – situación que fue muy evidente en las Cumbres de Salvador, Asunción y Montevideo – expone la capacidad de las organizaciones sociales e instituciones intermedias de nuestro país a la hora de establecer vínculos y contactos supranacionales.

Desde este marco es que consideramos de vital importancia la relación con el Parlamento de MERCOSUR. La actividad desarrollada el 9 de Diciembre en la capital uruguaya con la presencia, entre otros, del Presidente del Parlasur, el legislador oriental Juan José Domínguez, permitió establecer una relación más fluida pero que debe transformarse en marcos de consulta y construcción de agenda a la mayor brevedad posible.

En el contexto internacional, a los coletazos de la crisis financiera debió sumársele el golpe de estado en Honduras, la delicada situación institucional de Paraguay, la instalación de las bases militares en Colombia y el fracaso de la cumbre de Copenhague.

Hechos, en varios casos, sin una conexión aparente, pero que a la luz de los resultados muestran una matriz que lleva al género humano a un callejón sin salida.

Todos estos elementos deben transformarse en aprendizaje, no sólo para los gobiernos sino para las propias organizaciones, pues implica realizar un replanteo sobre prioridades, metodologías y alcances de lo social en este marco sudamericano.

Desde allí debe repensarse la Cumbre Social en Argentina, donde identidad latinoamericana, participación social e integración regional, no sean sólo una repetida intencionalidad de deseos, sino pasos concretos a dar.

 Necesitaremos entonces un abordaje mucho más integral e interdisciplinario para el cambio climático; tendremos que generar acciones que lleven a cristalizar una política de comunicación del MERCOSUR, y alentar decididamente la potencialidad de los jóvenes.

La participación social no tiene dueños, pero necesita de protagonistas y las organizaciones y estructuras afines deben, cada vez más, confluir en estrategias de conjunto, en acciones donde haya coincidencia no sólo de metodologías, sino de objetivos.

Las elecciones uruguayas, en Bolivia y en Chile, muestran claramente la relación de lo político y lo social y las latentes consecuencias, no sólo de las divisiones, sino de los peligros por no interpretar cabalmente la riqueza de la misma.

La Cumbre Social forma parte ya de las actividades del Bicentenario, lo que obliga, aún más, a repensar el proceso, y nuestra historia desde Córdoba 2006 a Montevideo 2009.

La unidad de los pueblos y de sus organizaciones, por lo tanto, aparece como una prioridad al momento de la convocatoria.

Por el Embajador Oscar Laborde, Representante Especial para la Integración y la Participación Social de la Cancillería Argentina

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