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El desconocimiento español sobre América Latina

El desconocimiento español sobre América Latina

martes 19 de enero de 2010, 02:01h

Tradicionalmente, en España sabemos poco de Iberoamérica, o América Latina, que tampoco vamos a hacer tragedias por cuestiones meramente semánticas: un desconocimiento que poco tiene que ver con la historia y la lengua compartidas, ni con la pujanza inversora de las grandes empresas y entidades financieras españolas en aquel continente.

 Así, he escuchado en las últimas horas a locutores radiofónicos comparando con Pinochet a Sebastián Piñera, vencedor este domingo en las elecciones chilenas frente al eterno democristiano Eduardo Frei. Nada que ver, afortunadamente, entre el vencedor en unas elecciones libres, con una campaña impecablemente democrática, y el sanguinario dictador militar que derrocó por las armas a Salvador Allende. 
 

Chile es un país con larga tradición democrática, interrumpida por un golpismo feroz uniformado, y en las elecciones de este domingo ha vuelto a mostrar que es una de las naciones iberoamericanas con un talante más normalizado entre las democracias del continente: Piñera y Frei comparecían juntos en la noche del domingo, tras la victoria del primero, ante las cámaras de televisión. Toda una imagen, difícil de ver por estos pagos. Digo todo esto independientemente de que un candidato nos gustase más que otro, o de que el Gobierno español hubiese mostrado sutilmente sus preferencias por uno sobre el otro.

 Lástima que, a veces, en España una tradicional incomprensión y una casi total ignorancia de lo que ocurre en América Latina propicie desatinos como los que hemos venido escuchando en algunas radios y leyendo en ciertas columnas: hay comentaristas que, desde la prepotencia sin sentido, consideran a América Latina más como un enfermo bolivariano que como una serie de países, cada uno con sus características propias, que luchan por modernizarse, por mantener una cierta independencia y por fomentar las libertades y los derechos humanos.
 

Claro que hay problemas a escala continental, claro que algunos dirigentes latinoamericanos y centroamericanos son, por decirlo con palabras delicadas, peculiares. Pero tan absurdo como pensar que todo el Caribe es como la desdichada Haití sería creer que las salidas de tono de un Hugo Chávez tienen algo que ver con la seriedad de Uribe en Colombia, la eficacia de Felipe Calderón en México, la ambición de gran país de Lula en Brasil, la normalidad pacifista de la Costa Rica de Oscar Arias, por poner algunos ejemplos.

 Algunos países iberoamericanos celebran este año el bicentenario de sus declaraciones de independencia. Es ahora una buena oportunidad para revisar algunas historias, que nos contaron incompletas o deformadas a uno y otro lado del Atlántico. Y es un gran momento para acercarse a las distintas realidades iberoamericanas, sin tópicos ni apriorismos excesivamente simplificadores. Hay entidades y organizaciones, como la propia Secretaría General Iberoamericana, que realizan un meritorio esfuerzo en este sentido; pero, desafortunadamente, esos esfuerzos no hallan reflejo aún en algunos medios de comunicación ni, por tanto, en el español medio.

 Los españoles tenemos la obligación de realizar esta aproximación hacia naciones que son, sin la menor retórica, hermanas, de las que dependemos en gran medida y que hasta cierto punto dependen de nosotros. Basta ya de ignorancias, de europeísmos mal entendidos --¿acaso España no es el gran puente entre la UE y América Latina?--, de absurdos complejos de superioridad: Iberoamérica somos también nosotros, y ellos, igualados en una misma realidad.


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