www.diariocritico.com

Zapata y el fin de Castro

viernes 26 de febrero de 2010, 07:48h
    Se llamaba (y se llamará para siempre) Orlando Zapata Tamayo, se murió tras 85 días de huelga de hambre como protesta por el maltrato de los presos políticos en Cuba, y en la madrugada de ayer fue enterrado entre grandes medidas de seguridad por parte de la policía castrista, y mientras unas cien personas gritaban “Orlando vive en nuestros corazones”, “Libertad para Cuba y para todos los presos políticos” y “Abajo el régimen comunista”.

    Orlando Zapata Tamayo era un albañil de 42 años, y uno de los 53 detenidos en la llamada Primavera Negra, junto a varias decenas de intelectuales y disidentes políticos. Este hombre, considerado por “Amnistía Internacional” como un preso de conciencia, había dejado de ingerir alimentos sólidos el pasado 3 de diciembre para protestar por las palizas y torturas que él y sus compañeros recibían en la cárcel “Kilo 8” de la provincia de Camagüey.

    Y mientras la madre de Orlando Zapata, la señora Reina Tamayo, dice, con amor de madre destrozada, que su hijo fue asesinado, Raúl Castro, sucesor o marioneta de su hermano Fidel, mantiene que en Cuba no existen torturas, que “eso ocurre en la base norteamericana de Guantánamo”…

     Hay un dicho oriental  que nos consuela con que "no hay momento más oscuro que el que precede al alba", y ojalá algo así esté ocurriendo en Cuba. Observadores políticos y expertos en el laberinto castrista insinúan que el alba está llegando a la “larga noche de piedra” de La Habana, a aquella revolución romántica y valerosa de Sierra Maestra. que degeneró en un infierno para el pueblo cubano. Y hasta la tibia y acomplejada diplomacia española, después de muchos titubeos, se ha mojado condenando la muerte de Orlando Zapata Tamayo. Ayer mismo, el presidente Zapatero, de regreso de un foro en Ginebra donde promovió la lucha contra la pena de muerte en el mundo, no tuvo más remedio que exigir al régimen castrista la liberación de todos los presos políticos y el respeto a los Derechos Humanos. Mientras tanto, Raúl Castro, abrumado por la reacción internacional, se limitaba a pronunciar la cantinela habitual en estas ocasiones: que “no le reconocemos a ningún país, por poderoso que sea, ni a un conjunto de países como podría ser la Unión Europea, el derecho a inmiscuirse en nuestros asuntos internos”… Y añadió, por primera vez, esta frase enigmática o cínica, según se mire: “No obstante, estamos dispuestos a discutirlo todo”.

     Hay indicios, en fin, de que el castrismo se desmorona tras medio siglo de tiranía. El pueblo cubano no se merece que la isla más hermosa del Caribe sea una “macro-prisión” en que se pisotea la libertad. Y cuando llegue el alba, tras medio siglo de noche oscura, alguien escribirá con letras de agua caribeña el nombre de Orlando Zapata Tamayo, ojalá que el último mártir, enterrado ayer al borde de la primavera.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios