¿Llegarán al Trono estas niñas?

Y van ocho nietos. La descendencia de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia aumenta. Ya ha nacido la pequeña infanta que, tras doña Leonor, cimentará la línea de sucesión a la Corona (ocupa el número tres, tras el Príncipe y la pequeña doña Leonor). Y ahora aumentan las especulaciones acerca de las posibilidades que estas niñas tendrán de ser, en su momento, reina de España y hermana de la Reina. Ya se ha dicho muchas veces que España no es un país monárquico, pero tampoco republicano. Es una nación a la que gustan poco los cambos bruscos, y que, según las encuestas, se siente bastante a gusto estando como está, y que cuando peor esté, que esté como ahora.

Quiere ello decir que parece difícil que nadie se cuestione un cambio de régimen, horadando profundamente el sistema. En tiempos de crisis, mejor no hacer mudanzas, parafraseando a Ignacio de Loyola. Pero también parece claro que el futuro Felipe VI no podrá reinar como lo ha hecho su padre, Juan Carlos I. Como decimos en otro artículo en este mismo número, el heredero del carismático Juan Carlos tendrá que ganarse el puesto cada día, y ni podrá cometer algunos deslices de su padre ni caer en fastos cortesanos propios de otras monarquías europeas.

Llega, pues, al mundo la nueva infanta en un marco cargado de incertidumbres, incógnitas y falta de valores asentados. Su padre, el futuro Felipe VI, tiene cualidades sobradas para convertirse en el monarca de España. Muchas más cualidades que algunos de sus homólogos europeos. SE acercan acontecimientos, porque, en enero, el Rey cumplirá setenta años, y su hijo, cuarenta. Edades demasiado redondas como para no alimentar las especulaciones acerca del cuándo y el cómo de la sucesión, dado que no conviene que el Príncipe heredero lo sea durante demasiados años; véase, si no, el caso de Gran Bretaña, del que afortunadamente tantas cosas nos separan.

En este periódico nos hemos declarado ya varias veces monárquicos. Pero no cortesanos, desde luego, y críticos con cualquier arbitrariedad o exceso de la institución. No creemos que la Monarquía sea un ente abstracto, ajeno a las leyes, a la moral, a la ética y hasta a la estética. Simplemente, pensamos que, en un país como España, con sus peculiaridades territoriales, vale más tener un monarca ‘por encima de todos’, empezando por los partidos políticos, que un presidente de la República que por ejemplo militase en el PP y un primer ministro que, por ejemplo, fuese del PSOE; lío garantizado, comunidades autónomas que romperían con la jefatura del Estado…quién sabe. Así que, aquí y ahora, más vale lo malo conocido. Y, por supuesto, deseamos lo mejor para la recién nacida y para sus padres. Felicidades.