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Lo que natura non da, Salamanca non presta

Lo que natura non da, Salamanca non presta

viernes 09 de abril de 2010, 20:18h
Si el talento no fluye como vocación real, es inútil estudiar aunque lo haga usted en Salamanca. Qué importa que se doctore en Derecho y sea hijo de Juez, si más tarde pasa el tiempo en un devenir de faltas de cortesía con quienes no son de su parecer.
Este ejemplo suele ser reincidente, por ello poco importa la Facultad que le prestó aula, mesa y asiento, si más tarde no demuestra que realmente usted, lo bien usó.
Sería como invitar a quien estudia música pero que no le brota del alma, a que haga sonar un Stradivarius. Si no deja que las crines del arco seduzcan al arce y al abeto para que le presten sus delicadas notas elevando el alma de quien toca y escucha, ciertamente hará música y nada más.
Así de cálida, selecta y exquisita debiera ser la cultura, pero no la que ofrece Salamanca, sino la que brota del alma. Ser ducho, crítico y acaudalado en conocimientos es un tesoro, pero ninguno mejor guardado que el que permanece exento de la violación que provoca en el ego la pereza, la dejadez y la pérdida de valores una vez transformados en vulgaridad.
El ser humano tiende a seleccionar de entre un cúmulo de posibilidades aunque en apariencia todo tenga el mismo valor. Permitimos que nos manipulen las tendencias y con ello tenemos ‘tendencia’ a dejarnos llevar, por lo que nuestro entorno personal, profesional, sociedad o tribu social nos marcará la forma de conducta y de expresión. Todo sucede porque en el fondo, necesitamos sentirnos aceptados ‘a pesar de’.
Lo propio, es que fluyan los deseos y necesidades internos, lo que sucede en el momento en el mundo externo emite miles de señales que vibran en nuestro interior provocando ideas e iniciativas, permitiendo de forma natural que se establezcan grupos con pensamientos afines o paralelas. Todo ello genera intereses, curiosidades y estímulos permanentes donde el mundo de la creatividad e introspección nos conducen a un mayor conocimiento del ser y una más sabia forma de conducirnos, estimulando al tiempo el mundo de las sensaciones.
Claro, si esto estuviera generalizado sería maravilloso. Sin embargo existen diferentes reinados que sólo guardan relación con mundos llenos de: no querer aprender, no querer realizar, no querer prosperar y no importarles en absoluto si Soria es una provincia española o si realmente existe.
Nadie escribió un grupo de ideas para convertirlas en leyes, normas o conductas a seguir. Fue la propia sociedad quien decidió no decidir nada, para que alguien con deseos de poder, se erigiera juez y verdugo de lo aparentemente correcto.
Alguien dijo que sólo ciertos grupos sociales podían estudiar música por ser ostentoso y adecuado para relacionarse con su entorno. También hubo otro que impuso la música sin acordes y la repetición sin sentido de una frase asonante.
Sería muy aburrido que todos tocáramos el arpa, jugáramos al ajedrez o nos pasáramos el día en Sodoma y Gomorra porque también es bueno en ocasiones, dejar correr al diablillo que cohabita con nosotros para reírnos hasta llorar. Pero qué le parece si regresamos al teatro, al cabaret, a las tertulias literarias o al baile. Y si bailamos de nuevo un rock con Elvis o un tango sensual como lo hiciera aquel invidente en Esencia de mujer.
Sería muy interesante alternar en las exposiciones de los nuevos creativos o encontrarnos en un tablao y más tarde aprender a bailar claqué que al parecer está más vivo de lo que parece o… quizá a usted se le ocurra algo divertido e interesante con lo que seducir nuestra curiosidad.
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