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Matar al mensajero

Matar al mensajero

martes 11 de mayo de 2010, 12:22h
   La reacción de los populares ante la última encuesta del CIS es tan vieja como el mundo. Se han dedicado a criticarlo y a cuestionar su trabajo, simplemente porque les augura que lo mismo no ganan las próximas elecciones. Es lo que pasa por pretender hacerse un abrigo con la piel de un oso que aún no habían cazado.

   En Génova 13 ya estaban saboreando por anticipado el triunfo en las urnas cuando se convocaran generales, y de repente llega el CIS y les echa un jarro de agua fría: a pesar de los traspiés del Gobierno Zapatero, a pesar de los casi cinco millones de parados, los ciudadanos no tienen claro a quién quieren en La Moncloa, y ahora mismo hay un empate técnico entre los dos partidos.

   El pecado de los populares ha sido creer que los ciudadanos, hartos de la mala gestión del Gobierno, iban a votar al PP, sin tener en cuenta sus casos de corrupción, léase Gürtel o el caso Camps, e iban a pasar por alto el flojo liderazgo de Mariano Rajoy, y aún más la definición clara de en qué consiste su alternativa y cuáles son sus recetas para salir de la crisis.

   La reacción de los populares ha sido la de niños malcriados que creen que se les debe todo: una pataleta y una patada a las espinillas del CIS por no darles la razón, es decir por no asegurar que van a ganar de calle las próximas elecciones.

   Dice el refrán que hasta el rabo todo es toro, y algo así sucede con las elecciones, hasta que los ciudadanos no votamos en las urnas todo son especulaciones y análisis aproximados de lo que puede suceder.

   Mariano Rajoy no sólo tiene carencias en su liderazgo, sino que su empeño en defender a Francisco Camps le va a llevar al desastre, lo mismo que le resta tener a su lado a Ana Mato. O suelta lastre o todos estos casos le pasarán factura en las urnas.

   La encuesta del CIS debería de servirles a los populares para darse cuenta de cuáles son sus puntos negros, sus carencias y corregirlos de inmediato, y evitar una reacción tan absolutamente histérica como la de que no se creen las encuestas del CIS.

   Aún falta mucho tiempo para que se celebren elecciones generales, antes se celebrarán autonómicas y municipales que servirán de termómetro para saber por dónde se decanta el electorado. Hasta entonces, el partido continúa y cualquier de los dos contrincantes puede marcar el gol de la victoria. Perder esta posibilidad de vista es engañarse.


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