La imagen de Israel

martes 17 de agosto de 2010, 10:37h

Hay quien piensa que la imagen que das al exterior, refleja lo que eres. Todos sabemos que no es así y que el mundo es mucho más complejo que todo eso. Pero muy complicado lo tiene el Estado de Israel para limpiar su nombre. Necesitará de décadas, quién sabe si más de un siglo, para conseguir dar una imagen distinta a la que está dando desde hace mucho tiempo.

No podemos negar el pasado. Fue un pueblo castigado por el horror nazi, también por el horror soviético. Un pueblo que sobrevivió al exterminio y a lo peor de la naturaleza humana. Pero ahora está siendo un pueblo que se equivoca. Ha hecho cosas horribles y sigue

haciéndolas. Durante mucho tiempo con los ojos cerrados o la vista gorda por parte de Occidente. Todos somos culpables. Pero hace mucho ya que se ha acabado el crédito libre para Israel.

El horror de las últimas guerras con Palestina, con destrucciones masivas de poblaciones, la clara descompensación a la hora de devolver los ataques de las milicias palestinas, o su violenta represión contra la flotilla humanitaria que quiso tomar puerto en Gaza, son terribles episodios que nadie olvidará. Ahora ha tenido que llegar un caso muy concreto y particular, el de las fotos de una joven ex soldado que posaba insultante y burlona con presos palestinos maniatados y con los ojos tapados, para sumar el enésimo incidente. El enésimo punto negativo en su imagen.

Israel es, por supuesto, mucho más que eso. Ha tenido gobernantes que han hecho mucho por la paz con Palestina, incluso por hacer esfuerzos por reconocer sus territorios. Pero siempre se ha encendido la mecha y aparecido la sangre.

Conozco a gente israelí, sobre todo jóvenes, que me han relatado sus dos años de servicio militar obligatorio, para hombres y mujeres. Lo describen como un periodo increíble, algo especial y único en sus vidas. Están totalmente convencidos de la utilidad de esta obligación con su patria. Yo, particularmente, lo veo como una etapa de refuerzo, una forma de inocular el miedo a la juventud y a las generaciones venideras que consiste en la idea de que Israel está siempre en peligro. Israel, su patria, debe ser defendida de las naciones hostiles que quieren destruirla. Así se justifica, progresivamente, cualquier esfuerzo por militarizar el país y cualquier ofensiva como respuesta a los atentados o ataques palestinos, libaneses...

Y la realidad es que, hoy por hoy, es complicado limpiar esa imagen. Eso ya lo he dicho. Y también que la imagen que damos a los demás no tiene por qué refleja lo que realmente somos. Pero lo peor no es la imagen, si no que no nos importe la imagen que demos. Cuando nos consideramos por encima del bien y del mal. Incluso es más: cuando algunos se consideran aupados o justificados por una causa divina, comienzan todos los males.

Pablo M. Beleña
Director Diariocrítico.com