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A todo quisque: Ortografía para todos. Ah, y para todas

A todo quisque: Ortografía para todos. Ah, y para todas

lunes 15 de noviembre de 2010, 21:43h
Antes de finales de año, los señores académicos sancionarán en la ciudad mexicana de Guadalajara estas normas y las que se les ocurran de aquí para entonces. Unas nuevas normas ortográficas que pretenden ser simples, claras y concisas, según el coordinador del nuevo diccionario globalizador y globalizante, Salvador Gutiérrez Ordóñez.

El objetivo de estos infatigables trabajadores de la Lengua es loable, sin duda, pero no sé si pretenden unificar  una lengua rica por su diversidad cultural, entre otros motivos, o simplemente persiguen esa accesibilidad tan pregonada para todos los hablantes. Es cierto que todos tenemos que conocer ese código o conjunto de signos para poder comunicarnos y la claridad es imprescindible, pero aquí no vale el café para todos. Entre otras cosas porque los matices son importantes. Evidentemente los cambios no son tan vitales, pues han consensuado aquello que ya se venía dando en la práctica, bien sabemos que las cosas de palacio van muy despacio.

Me voy a fijar sólo (Todavía puede acentuarlo, vamos, hasta el 28 de este mes) en tres cambios ortográficos: En primer lugar, los académicos han acordado suprimir las tildes en monosílabos con diptongo como “Truhan” o “guion”, es decir, donde veíamos un hiato, ahora no lo podemos ver. No es muy grave la cosa, pero si quitamos la tilde (esa virgulilla gráfica) a la conjunción disyuntiva “o”  entre cifras o números, parece que la gravedad pesa un poco más. Creo que no es lo mismo acabar el mes con 15 ó 20 euros en el bolsillo que con 15020 en el banco de turno, al menos no necesitaremos lexatines en la mesilla de noche para conciliar el sueño al fin de mes.

En segundo lugar, el que pasemos de 29 a 27 letras, pues no hay problemas aunque la “Ch” y la Elle “ll” desaparezcan, porque no va a ser así. No se preocupen porque las encontraremos en ese diccionario, sea panhispánico o no,  al final de la “C” o de la “L”. Además nuestro castellano es tan rico que aunque nos dejaran con 20 letras, seguiríamos creando todo ese universo de palabras ilimitadas. Y, por último, y en tercer lugar, lo que si me duele un poco más es eso de rebautizar a nuestra querida “y” griega y llamarla “ye”, o quitarle el apellido a la “i” latina. Me parece un feo y un desaire a nuestros ancestros culturales, es algo así como renegar de los apellidos familiares, aunque ahora y desde hace mucho tiempo se puedan cambiar, pero eso de no ser agradecido…

Creo que los señores académicos serán conscientes de que hablamos, amamos y morimos con el latín del siglo XXI en nuestros labios y en nuestras mentes. Ya  hacia mediados del siglo I a. C. los romanos, los de verdad, y no los malos, malísimos de esa serie llamada Hispania, utilizaron la letra 'Y' para transcribir palabras de origen griego en las que se hallaba presente. Por ello, se corresponde con la letra Y del alfabeto latino o romano moderno. La verdad es que no tengo nada claro si estas reglas nos llevarán a la luz de un mejor conocimiento de nuestra lengua o a la confusión más desatinada. Eso sí, prometen unas cartillas a modo de catecismo abreviado para los pobres maestros de las escuelas, que bastante tienen con deshacer los entuertos ortográficos de toda la vida, ahora, un poco más. Y termino de verdad con unas declaraciones del coordinador de este manual, Salvador Gutiérrez, que apostilló: “Cualquier persona que tenga una formación de bachillerato podrá comprender este manual”. Ya saben, los de la ESO o los de Ciclos, antigua FP, seguirán llamando a la “Y” y a la “i” como siempre.

Clemente Barahona Cordero. Profesor y escritor.
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