El malestar ciudadano en nuestro país se traduce ya visiblemente en la exigencia de unas elecciones generales anticipadas que den salida a la situación por la vía de sustituir el Gobierno de
Rodríguez Zapatero por otro que, emanado de las urnas, esté en condiciones de afrontar la crisis económica y plantear un plan eficaz de actuaciones para superarla, plan que requiere del consenso transversal de las fuerzas políticas, algo que, con toda evidencia, no puede obtener el actual Jefe del Gobierno. Casi en cualquier lugar donde se encuentran ciudadanos de muy diferentes convicciones políticas o ideológicas, la unanimidad sólo se produce respecto a Rodríguez Zapatero, convertido ya para la ciudadanía en el principal problema de esta hora de España y en el obstáculo para la adopción de un plan serio contra la crisis económica.
España lleva camino de convertirse en el enfermo de Europa, y sin embargo, nuestro país puede y debe poner en marcha un plan razonable para enfrentar la crisis e iniciar la recuperación económica, y puede y debe hacerlo mediante un consenso transversal de las fuerzas políticas nacionales y autonómicas. Para diseñarlo y conseguir ese gran acuerdo sería suficiente con una nueva mano al timón de La Moncloa, lo mismo da que fuera de derechas o de izquierdas, porque lo importante es que sea solvente, capaz y razonable, dicho de otra manera, la antítesis del inverosímil personaje que ahora está allí atrincherado. No es una cuestión de izquierdas o derechas, sino de capacidad, solvencia, credibilidad y sentido de Estado, cualidades todas ellas evidentemente
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ajenas a Rodríguez Zapatero.
¿Reúne esas cualidades el actual jefe del partido mayoritario de la oposición,
Mariano Rajoy? Probablemente las tiene, lo que agrava el malestar ciudadano ante su actitud pasiva o diletante, como de esperar a que caiga la fruta madura, cuando la situación de emergencia nacional reclama una ofensiva directa y rápida contra el culpable de esta situación y actual inquilino de La Moncloa. ¿Podrían acaso las restantes fuerzas políticas parlamentarias negarse a una convocatoria clara y directa del líder del PP para sacar a Rodríguez Zapatero de La Moncloa y promover un Gobierno capaz de convocar a todas las fuerzas políticas a ese necesario plan de superación de la crisis y diseño de un modelo serio para la recuperación económica? Ni podrían negarse ni querrían hacerlo, y es muy probable, casi seguro, que todas las fuerzas políticas, incluso un PSOE liberado de ese inverosímil personaje que se ha atrincherado en La Moncloa, acudirían lealmente a una convocatoria de esa naturaleza.
Esta probabilidad hace aún menos justificable la actitud de Rajoy, motivada sin duda por una plausible voluntad de no crispar políticamente al país. Pero sucede que el país está ya crispado y la ciudadanía reclama a los dirigentes políticos que cumplan con su obligación de ofrecer alternativas y soluciones. Cada día que Rodríguez Zapatero permanece en La Moncloa se agrava la situación, de manera que la moción de censura es ya casi una cuestión de dignidad política y de salvación nacional. Con un nuevo líder en el puesto de mando de La Moncloa, lo mismo da que fuera de derechas o de izquierdas con tal de que sea preparado, solvente y creíble -las tres cualidades de las que manifiestamente carece el actual presidente-, el Gobierno estaría en condiciones de diseñar y consensuar un programa de políticas activas contra la crisis y obtener, para su ejecución, el respaldo transversal de todos los sectores ciudadanos y desde luego el de las organizaciones de empresarios y trabajadores, esto es, de la patronal y de los sindicatos.