Cuenta Ramon Garriga Alemany en su libro La España de Franco (Cajica, México 1971) que en 1948 un grupo de generales monárquicos visitaron a Franco para felicitarle por el año nuevo. El teniente general Andrés Saliquet Zumeta, como más veterano, se atrevió a decirle: "Paco, estamos preocupados por la condena de la ONU al régimen." Franco le miró fijamente a los ojos y le espetó: "No hay que preocuparse. Además, ¿no marcha bien tu fábrica de jabón?" La corrupción política llamada tráfico de influencias era general (nunca mejor dicho) en el régimen militar franquista. La transición sin ruptura trasladó a la monarquía estilos y tradiciones. De modo que el tráfico de influencias con cargo al contribuyente o al consumidor se halla intacto. Endesa acaba de fichar al ex presidente Aznar por 200.000 € anuales, no por sus conocimientos de ingeniería eléctrica, sino porque es personaje influyente, igual que el ex presidente González, fichado por Gas Natural Fenosa al precio de 126.500 € anuales, ambos con pensión presidencial vitalicia. En la época del Caudillo, si las empresas no contaban con un personaje de influencia reconocida, estaban expuestas a la ruina, pues difícilmente obtenían los permisos necesarios. Gracias a la transición sin ruptura, esta práctica se conserva y se extiende a los países que tienen a España como su "madre patria".