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Reyes (dos goles) y Diarra dieron el trigésimo título de Liga al Madrid

Sufriendo, sabe mejor

lunes 18 de junio de 2007, 02:08h
Minuto 81. Gol de Diarra. Esta crónica debe comenzar mencionando ese momento, el de la explosión de alegría que sintió todo el madridismo cuando el tanto del malí devolvió al Real Madrid una Liga que durante muchos minutos tuvo perdida. El 0-1 que consiguió el Mallorca en la primera parte unido al triunfo que en esos momentos estaba consiguiendo el Barça en Tarragona hizo que los de Chamartín recurrieran a la épica para remontar un encuentro que valía el trigésimo título liguero para las vitrinas blancas. Sufrimiento extremo, sí, pero así las victorias saben mejor.

El Santiago Bernabéu vivió una fiesta que a punto estuvo de estropearse. El Mallorca era un invitado incómodo y lo demostró con el 0-1 que Varela consiguió en el minuto 15 y que se mantuvo en el electrónico del Santiago Bernabéu durante demasiado tiempo. Un resultado que, junto a la aplastante victoria que el Barcelona estaba consiguiendo contra el Nástic (el 1-5 final, inútil), llenó de amargura a todos los aficionados madridistas que no esperaban tanto sufrimiento para acabar esta Liga. Las manillas del reloj avanzaban demasiado rápido, las miradas al vacío se multiplicaban y el bocadillo del descanso nunca sentó peor. La desesperación era palpable viendo como se escapaba una Liga muy ansiada tras tres años de sequía.

Sin embargo, el buen sabor que ha dejado este título no hubiera sido tan dulce si el triunfo no se hubiera conseguido con esa agonía. Así lo ha materializado el Real Madrid en este último tramo de la temporada donde ha sumado puntos y puntos en los minutos finales donde la suerte puede jugar buenas y malas pasadas. Pero los blancos se han aliado con la diosa de la fortuna en una campaña histórica.

Lo habíamos dejado en el 0-1 que el Mallorca había conseguido al cuarto de hora de juego. Curiosa la actitud de los mallorquines que incluso se molestaban en perder tiempo cuando en marcador reflejaba el empate a cero y más aún cuando tenían el resultado favorable. Hubiera o no maletines por detrás, la victoria visitante se estaba cimentando por méritos propios (sumaron un poste y varias ocasiones claras) y con el Madrid más apático y miedoso que se ha recordado nunca. Ningún tiro a puerta antes del descanso, ninguna jugada que despertase el "¡Uy!" de los espectadores. Y todo se complicó cuando el goleador Van Nistelrooy cayó lesionado. Era, casi más que el gol en contra, la peor noticia que podría tener el Madrid que se quedaba si su mejor referencia en ataque para remontar el partido. Así no se podía ganar la Liga.

Pero esta novela todavía iba a presentar muchos giros en su argumento. Lo que parecía un drama, y de los buenos, se convirtió en la mejor de la épicas. Con Guti ya en el campo, el Madrid empezó a manejar el partido yéndose con todo a la portería de Moya para remontar el partido. Eso sí, tampoco se libró de algún que otro susto del Mallorca que a la contra hacía mucho daño. De hecho, Varela estuvo a punto de sentenciar en un mano a mano con Casillas pero su disparo salió ligeramente desviado. Entonces la Ley de que quien perdona, lo paga, se cumplió.

Reyes salió al terreno de juego en sustitución de Beckham, ovacionado en su último encuentro con el Madrid, y se convirtió en un héroe. El sevillano introdujo el balón en la portería visitante la primera vez que lo tocó tras un gran pase de Higuain dentro del área que rompió la defensa bermellona. Era el minuto 67 y el júbilo se desató en el Bernabéu que soñó que la remontada era posible. La fe mueve montañas y la afición llevó al equipo en volandas mientras el Mallorca quedaba atenazado. Y llegó el gran momento, aquel que narrábamos al inicio, el del gol de Diarra.

Era un saque de córner a nueve minutos del final cuando el malí, que estuvo muy cerca de perderse este partido por estar convocado con su selección, apuntilló esta Liga con un remate en principio despejado por Moya pero que traspasó la línea al rebotar en Bassinas. Era la locura. Los abrazos, incluso a desconocidos, era la imagen que más se repetía en las gradas del coliseo blanco que remató el éxtasis poco después con un golazo de nuevo de Reyes desde la frontal. Un 3-1 que dejaba la Liga en Madrid.  Luego se celebró la fiesta esperada con fuegos artificiales, homenajes, música,  espectáculo y varias vueltas 'al ruedo'. Corazón, fe, suerte, ilusión, equipo. Los ingredientes de este título liguero son claros. Y con un poco de sufrimiento, el toque 'perfecto' de una temporada memorable.

Fracaso del Atlético
El título del Madrid dejó en segundo plano la actuación del Atlético y del Getafe que se despidieron de la Liga con más pena que gloria. Los rojiblancos consiguieron una victoria en Pamplona ante el Osasuna (1-2) pero los tres puntos no sirvieron de nada para meterse en la UEFA después de que ni Zaragoza ni Villarreal fallaran en sus respectivos compromisos. Fracaso de los del Manzanares que un año más se quedan sin estar en Europa. Mientras, el Getafe cayó derrotado ante el Celta (2-1) pero su objetivo se centra en el próximo sábado en el Bernabéu, en la final de la Copa del Rey ante el Sevilla.

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