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Libia, Siria, Yemen y Bahrein: Las difíciles transiciones árabes

Libia, Siria, Yemen y Bahrein: Las difíciles transiciones árabes

sábado 26 de marzo de 2011, 13:44h
La violenta represión de las manifestaciones populares en Siria, Yemen, Bahrein, Libia y la que con toda probabilidad se ejercerá en Argelia y otros países si las presiones resultan demasiado fuertes, puede hacer que perezca el ”deber de proteger” a los pueblos establecidos por la Asamblea General de la ONU en 2005. Los más de cien muertos de ayer en Deraa (Siria), los que ya ha causado la represión en Yemen y Bahrein, y la relativa pasividad de Occidente y sus medios de comunicación antes esas otras represiones, sugieren que lo ocurrido en Túnez y Egipto puede que no se repita en ningún otro país árabe o que no sucederá con tanta facilidad. Las dificultades que encuentra la coalición que aplica la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad sobre Libia, en apariencia sobre quién lidera la operación, si la OTAN o sea Estados Unidos, o Francia, puede que técnica y políticamente tenga importancia, pero a los ojos de los ciudadanos candidatos a ser protegidos, en el mejor de los casos es una polémica retórica de orgullos nacionales y de consideraciones electorales de algún que otro líder europeo. A los ojos de una parte de la prensa árabe lo que refleja es la división en Europa y en Estados Unidos, patente ya en el caso de Libia, de hasta dónde debe llegar el deber de proteger. Algunos medios árabes han llegado a decir que Occidente, que ya ha demostrado su “pericia” interventora en Somalia, Irak y Afganistán o en las varias intervenciones particulares de Francia en África, lo único que parece tener claro es su afán de destruir para que luego sus empresas reconstruyan lo destruido. Mientras en algunos países como Marruecos esos “jóvenes de Facebook” comienzan a señalar que las reformas de la Constitución y la democracia están muy bien, pero que a ellos les importa también tener un trabajo, vivir en dignidad y no ser maltratados ni por las policías ni por la administración, otros en Egipto se preguntan si de verdad Occidente quiere cambios democráticos auténticos en el mundo árabe o si los regímenes árabes, al margen de las promesas que rápidamente han hecho para calmar las protestas, están dispuestos a ir más allá de un parcheo cosmético del que luego se puedan retractar. Los países del Golfo no solo han servido de refugio a Zine el A. Ben Ali, sino que el periódico al- Dar de Kuwaitinformaba que Arabia Saudi y Emiratos Arabes Unidos ejercen fuertes presiones sobre las autoridades egipcias de transición para que el Presidente Hosni Mubarak no sea juzgado. El periodista del diario egipcio Masri al Yom, Alaa al Aswany, que comentaba ayer el artículo de al-Dar,  escribía que los dos países citados han amenazado con congelar sus relaciones con El Cairo, cortar su ayuda financiera a Egipto y retirar sus inversiones si Mubarak es juzgado. Añadía el periodista que los países del Golfo podrían llegar a expulsar a los cinco millones de egipcios que trabajan en ellos, una medida de retorsión que no sorprendería porque ya ha sido utilizada en otras ocasiones contra trabajadores de otros países. Pero no son solo los países del Golfo: la prensa egipcia ha revelado que un grupo importante de hombres de negocio comprometidos con el anterior régimen de Hosni Mubarak, han ofrecido importantes sumas a quienes gestionan la transición para que las investigaciones sobre Mubarak y su entorno de poder no les incluyan a ellos. Arabia Saudí ha intervenido militarmente en Bahrein para ayudar al rey sunita de ese emirato árabe a controlar una revuelta que por razones obvias –la mayoría de la población del emirato es chiita- protagonizan los chiitas. Todo ello, unido al apoyo más o menos discreto de los conservadores árabes al presidente AliAbdulaSaleh de Yemen, confirma un par de verdades de Perogrullo: que el mundo árabe no puede ser contemplado como un todo, y que las clases gobernantes, sean republicanas o monárquicas, gobiernan de forma parecida y reaccionan igual a la onda de choque democratizadora. Como las estaciones climatológicas “la primavera” árabe puede convertirse en invierno sin pasar por el verano y el otoño. Bastará que en algún momento los “thinktanks” que proporcionan la caución intelectual a las decisiones de los gobiernos reflexionen sobre el hecho de que al fin y al cabo las revueltas puede que no se contenten con una democracia formal que permita a los ciudadanos árabes desahogos en una prensa que tendría que ser libre para ello, sino que quieran un reparto diferente de la riqueza y del poder. Para Europa las transiciones árabes, sobre todo si éstas después de Libia conciernen a algún otro país productor y exportador de petróleo, pueden llegar a ser muy desestabilizadoras. En medio de la crisis financiera de 2008 cuyos efectos sobre determinadas economías están lejos de haber sido superados, las consecuencias de cualquier cambio radical o la llegada de periodos más o menos prolongados de inestabilidad,serían devastadoras. De todas maneras la “generación de Facebook” como abusivamente se la llama ya, y otras varias fuerzasprincipalmente los movimientos de carácter islamista, que han estado detrás  de las manifestaciones, no son precisamente las que están gestionando las transiciones. Parece lógico porque gobernar es una técnica que no se adquiere de la noche a la mañana y esos jóvenes no la poseen. Pero una cosa es que no sean ellos quienes gestionan las transiciones y otras que no sean tenidas en cuenta sus aspiraciones básicas. No solo las relativamente simbólicas sino las prácticas: el reparto de la riqueza, la creación de puestos de trabajo, y la extensión o introducción de protecciones sociales. Satisfacer estas reivindicaciones no depende solo del grado de democracia existente en un país sino de la capacidad de crear riqueza y de poner en valor las potencialidades existentes allí donde existan. Otros artículos de este autor: Mundo árabe: la transición es posible Intervención en Libia: La Unión europea puede derrotarse a sí misma Libia: tres batallas que la coalición debe ganar: militar, civil, y opinión pública Transiciones árabes: Marruecos cuenta con el apoyo de Occidente (1/2) Libia-Consejo de Seguridad: Por fin un espacio de exclusión aérea Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas en el Magreb II Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas árabes I El rey de Marruecos anuncia reformas constitucionales El enorme excedente financiero árabe, un posible instrumento de desarrollo Mundo árabe: transiciones inevitables, pero no garantizadas * Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa.
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