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La realidad y el deseo

jueves 07 de abril de 2011, 10:11h
Los analistas políticos solemos pecar de incautos y anteponemos casi siempre el deseo a la cruda realidad. Nuestras teorías sobre dimisiones y ceses pocas veces se cumplen porque, además de a figuras con cierto poder y nombre mediático, afectan a personas de carne y hueso con nombres, apellidos y una familia a la que mantener. En la crisis que en estos momentos sacude al PSOE andaluz con el pulso a cara de perro de los dos grandes "popes" del PSOE-A, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, casi todos los comentaristas hemos apostado porque le costará el puesto a alguno de ellos, con toda probabilidad a Griñán. Nada más lejos de la realidad. Si alguien paga el pato de este desaguisado siempre será un "cabeza de turco" de inferior categoría como ha ocurrido con Luis Pizarro. Tendrían que ir muy mal las cosas para que Chaves dejara de ser vicepresidente tercero del Gobierno y ministro de Política Territorial, o para que Griñán abandonase el puesto de presidente de la Junta de Andalucía. Aquí todos se aferran al sillón mientras puedan. Faltaría más. Nadie, y menos ellos, que llevan más de treinta años viviendo de y por la política, está dispuesto a dilapidar toda una carrera vital y a tirarla por la borda por unas diferencias de criterio que sólo afectan a determinadas cuotas de poder. "En mi casa mando yo...cuando mi señora me deja" afirma el aforismo. Pues algo así tendrá que decir Griñán, "en Andalucía mando yo...cuando Chaves me deja", y a vivir que son dos días. Pelillos a la mar. En mi ya larga experiencia sobre crisis políticas en Andalucía he contemplado dos casos en los que el "pulso" entre el secretario regional del PSOE-A y la Federal le ha costado el puesto a alguien, y siempre ha sido por cuestiones mucho más peliagudas que las actuales. El primero, lo recordarán, fue Rafael Escuredo a quien se le subió el cargo a la cabeza y Felipe González tuvo que pararle los pies con lo del chalé en el Aljarafe que publicó El País para evitar que se creara un reino de taifas en su Andalucía natal fuera del control del partido. El segundo fue José Rodríguez de la Borbolla, la "manu militari" que provocó la salida de Escuredo desde la secretaría general del PSOE andaluz. Pepote Borbolla, que fue el primero en aunar en una sola persona los cargos de secretario general y presidente de la Junta, también quiso zafarse del férreo control que el entonces vicesecretario general del partido, Alfonso Guerra, ejercía sobre las distintas Federaciones socialistas y el propio Guerra fue el encargado, primero de apartarle de la secretaría general del PSOE-A y después de que no volviera a presentarse a la Presidencia de la Junta, siendo sustituído en 1990 por Manuel Chaves. No creo que esta vez se vuelva a repetir el guión porque Pepe Griñán es consciente de su fuerza y nunca llegará a plantear una lucha a muerte. En el caso de que la crisis se encone, a lo máximo que aspirará es a retirarse silenciosamente sin hacer demasiado ruído. Afirman algunos medios que Chaves y Pizarro estaban dispuestos a pedirle la dimisión a Griñán el 23 de mayo si se confirman los malos augurios del PSOE andaluz en las elecciones municipales. Yo lo dudo. Chaves, y la militancia también, sabe que bastante culpa del posible desastre socialista el próximo 22-M la tiene él que dejó la Junta con varios escándalos familiares a sus espaldas -el de sus hermanos y el de su hija Paula en el Caso Matsa- y que sigue en Madrid con otro escándalo en el que está implicado su hijo Iván. Menos mal que don Manuel sólo tiene dos hijos, que si hubiera continuado con la saga de familia numerosa como la de sus padres, tendríamos donde entretenernos. Bueno, a lo que iba, que mucho me temo que toda esta "movida" de la "crisis sin precedentes" no es sino una tormenta en un vaso de agua y como tal va a acabar con una llamada al órden de Blanco y Rubalcaba. Griñán continurá capeando tras el 22-M el temporal de los EREs y las críticas veladas de las agrupaciones provinciales, pero nadie se atreverá a pedir su dimisión. Eso sí, que sea el candidato a la Presidencia de la Junta las próximas elecciones autonómicas, sean ésta cuando sean, es bastante improbable, yo diría que casi imposible.Porque, a qué engañarnos, aquí solo dimiten algunos por cuestiones personales (Velasco, Pizarro, Gómez Periñán) y sabiendo que no van a quedarse en el paro. El resto se agarra al sillón con superglú y lo único que los puede despegar es la acción de la Justicia. Ya veremos si, al final, tiene que ser la jueza Alaya quien obligue a Griñán a dejar su puesto en la Junta y no precisamente por su pelea con Chaves.
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