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Y Zapatero envidó a Espadas

Y Zapatero envidó a Espadas

lunes 16 de mayo de 2011, 18:56h
Fue visto y no visto. Por fin, en una tarde noche primaveral de lunes, el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, se dignó acudir a uno de los territorios conquistados desde principios de la democracia, Sevilla. Pero, dados los precedentes de bluff y de boicots que rodean esta campaña, los organizadores optaron por llevárselo a un "barrio amigo", Miraflores, cerca de los Polígonos Industriales Calonge y Store y de la Macarena, donde el sesenta por ciento del vecindario vota socialista y donde se sabe de sobra que la acogida va a ser apoteósica al grito de "¡Ista, ista ista, Sevilla es socialista! ". Es una lástima que ni Zapatero ni Pepe Griñán ni Juan Espadas tengan apellidos sonoros que rimen con victoria o ganaremos las elecciones. De todas formas se trató de evitar una concentración multitudinaria. Ni la hubo ni se esperaba. En torno a dos mil personas acudieron al mitin. Una ridiculez comparado con otras convocatorias de autobuses y bocadillos. Ni las nubes que entoldaban de blanco el cielo ni el ya excesivo control de seguridad que rodeaba el Parque de Miraflores, impidieron que se colara algún funcionario disidente que, sin embargo, optó por mantenerse al margen para evitar males mayores. A los periodistas nos exigieron estar en el lugar de los hechos hora y media antes "para evitar las aglomeraciones". Eso dijeron, aunque tampoco era aquello precisamente un concierto de los Rolling Stones donde hay tortas por ocupar una de las primeras filas que, naturalmente, estaban ocupadas por la plana mayor del socialismo andaluz y sevillano, incluida la todopoderosa Susana Díaz y el vapuleado José Antonio Viera dando el cabezazo. De todas formas, como ya es habitual por parte del PSOE andaluz, a los periodistas nos encerraron a todos en un corralito cerca del escenario para que ninguno pudiésemos hacer pasilleo donde se cuecen comentarios para todos los gustos. "Es una pena, pero Espadas es un buen candidato condenado al fracaso por la ineptitud de algunos dirigentes del partido y la falta de liderazgo de Griñán. Lo único que le faltaba para acabar con su carrera es el apoyo de Zapatero", afirmaba alguien en voz baja. En cuanto a Griñán, poco que destacar. No es un hombre de mítines y lo de acusar un día sí y otro también, en Granada, en Cádiz o en Málaga, a la derecha de recortar derechos sociales no le llega demasiado a una sociedad con más de un millón de parados que lo único que quieren, y no tienen, es trabajo. Lo demás vendrá por añadidura. Además esos discursos y los cuentos de "que viene el coco" de la derecha de la derecha suenan ya a historia pasada. Lo que deberían tratar lo socialistas es de movilizar a los suyos que son quienes parecen decididos a quedarse en casa el día 22 para no avergonzarse de votar a los del paro y los EREs. Uno, qué quieren que les diga, echa de menos aquellos mítines del Campo de Feria de Los Remedios (ahora territorio hostil para los socialistas) en los que Felipe González y Alfonso Guerra enardecían a las masas que, al grito unánime de "¡Arfonso dales caña!", se lo pasaban en grande. Alfonso ha desaparecido del mapa y Felipe sólo sirve como recordatorio de tiempos mejores. Así Zapatero les pidió a los suyos que no podían permitir que "la derecha gobierne en la cuna de Felipe González". Lagarto, lagarto. Floja memoria la del presidente del Gobierno ya que la Alcaldía de Sevilla, además de los socialistas Manuel del Valle y Alfredo Sánchez Monteseirín, la han ostentado los andalucistas Luis Uruñuela y Alejandro Rojas-Marcos, y la popular Soledad Becerril. Así que aquí ya estamos acostumbrados a que nos gobiernen todos los partidos del arco parlamentario, incluso hasta Izquierda Unida porque en estos últimos años quien más ha gobernado no ha sido Monteseirín sino el coaligado Antonio Rodrigo Torrijos, para desgracia de los sevillanos. El caso es que el lunes la ciudad no estaba para muchos mítines que no fueran futbolísticos. Miles de béticos estaban más pendientes de acudir a la Plaza Nueva para ver como el todavía alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, recibía a su equipo recién ascendido a Primera en el Ayuntamiento. A éstos, lo que dijera o no dijera José Luis Rodríguez Zapatero en el Parque de Miraflores se la traía bastante al fresco. De hecho apenas si se vieron algunas banderas socialistas por la ciudad, todo eran enseñas blaquiiverdes y camisetas a rayas verticales con los nombres de Melli o Emaná en la espalda. Y es que tal y como están las cosas en Sevilla, que desembarque aquí Rodríguez Zapatero es una desgracia para los socialistas sevillanos como otra cualquiera. Tanto que la mayoría ellos, incluídos los sevillistas, optaron ayer por quedarse en casa para no ver ni a uno ni a los otros. Total, que Zapatero envidó en Sevilla a Espadas, pero me da a mí que el órdago del domingo que viene va a ser para Zoido.
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