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Capello se va y el fútbol gana

Capello se va y el fútbol gana

jueves 28 de junio de 2007, 17:03h

La crónica de un despido anunciado, habría titulado García Márquez el ‘culebrón Capello’, al que ha puesto fin el Madrid este jueves, muchos meses después de que todo el mundo supiera que lo iban a echar, incluso si acontecía el milagro de que ganara la Liga. Es una decisión polémica y que se repite, porque hace exacatamente una década el entonces presidente, Lorenzo Sanz, también prescindió del técnico a pesar de que igualmente había llevado el título liguero a las vitrinas blancas. Pero entonces no fue un cese, sino que simplemente no se le renovó, ya que había firmado por un año.

Pero ahora, la decisión le va a costar al club los seis millones de euros correspondientes a la campaña 2007/8, que tenía firmada el técnico, lo que va a aumentar la polémica. Y pone más en el ojo del huracán al presidente Ramón Calderón, auténtico artífice del cese del italiano, para lo que se ha escudado en un Mijatovic sin personalidad, que con tal de asegurarse su continuidad -y su sueldazo- no ha movido ni un dedo para evitar la salida de su protegido: Capello vino gracias al montenegrino, que siempre, hasta ahora, le defendió. Con lo cual, el propio Calderón se contradice de su promesa inicial de “dejar los asuntos meramente futbolísticos en el cuerpo técnico”, como tantas veces aseguró. Y además sigue con la pésima política de sus antecesores, que en 10 años han llevado –y echado- al banquillo del Bernabéu a ¡11 entrenadores, 11!

Todo lo cual no quita para reconocer que en lo que hace al espectáculo deportivo, a la forma de jugar y a las exigencias de los asistentes al ‘teatro del Bernabéu’, como con acierto definió Calderón al recinto madridista, echar a Capello entra dentro de lo lógico. Los socios y seguidores del Madrid no se conforman con que su equipo gane, quieren espectáculo y goles, como puede y debe esperarse de la calidad de sus estrellas, galácticos o terráqueos. Y con el resultadista e italianísimo Capello ya se sabía que tal aspiración era imposible, aunque con la flor en el trasero que parece tener haya llevado al equipo a imponerse en la Liga, pese a sus racanerías en cuanto a juego, espectáculo y goles. Más por fallos ajenos –léase de un Barça que le regaló el título- que por méritos propios –lo de la remontada en la segunda vuelta es una falacia, porque el Madrid sacó tantos puntos como en la primera, 38-. Pero la Liga fue blanca.

En definitiva, una decisión en formas y fondo controvertida y polémica la de Calderón, que será bien vista por los amantes de la belleza del fútbol, madridistas o no, y sobre la que surgirán serias y argumentadas discrepancias en otros sectores defensores de la filosofía de que el fin -vencer en la Liga- justifica los medios -aburrir y desesperar-. Pero con un denominador común en el que seguramente todos están de acuerdo: con el adiós de Capello, que nada nuevo ha aportado, el fútbol como espectáculo de masas ha ganado. Y mucho.

    

 

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