MODAS INFAMES15M: Indignados, hastiados, hartos, aburridos, irritados,…
lunes 06 de junio de 2011, 08:37h
En España, el descontento social ha tenido su más reciente manifestación en forma de “sentadas” desde el pasado 15 de mayo, una semana antes de las elecciones municipales y autonómicas que -como venían anunciando todas las encuestas de opinión-, finalmente cambiaron de signo el escenario político de nuestro país. Ese descontento se aglutinó en torno al Movimiento juvenil 15M, que adoptó el nombre de la fecha que lo vio nacer, y su aparente falta de signo político y afinidad ideológica se han ido, poco a poco, desvelando como algo muy distinto. En todo caso, sus efectos pudieron medirse -de una u otra forma- con un dato que ha variado sustancialmente respecto a comicios anteriores: el número de votos nulos o en blanco que se han elevado hasta 973.518 y la consolidación de una tercera fuerza política, UpyD, que también ha irrumpido en el concierto político municipal y autonómico, de forma tan inesperada como refrescante.
Las propuestas del movimiento 15M se han construido asamblea tras asamblea y, a pesar de sus intenciones iniciales, han ido adquiriendo un marcado y tan legítimo como innegable carácter político. Sus propuestas van desde la eliminación de los privilegios de la clase política, la adopción de medidas efectivas para eliminar el desempleo y hacer efectivo el derecho a la vivienda de todos los españoles, el mayor control de las entidades bancarias, o el control real y efectivo del fraude fiscal y de la fuga de capitales a paraísos fiscales. Y eso, sin olvidar tampoco la revisión de conceptos esenciales como el de libertades ciudadanas o democracia participativa –no en vano, uno de los sectores que apoyan el movimiento es la plataforma Democracia Real Ya-; la negativa al control de internet y la abolición de la Ley Sinde; la convocatoria de referendos obligatorios y vinculantes para las cuestiones que afecten seriamente a las condiciones de vida de los ciudadanos o la reducción del gasto militar…
Hessel, mayo del 68 y la primavera árabe
Hay quien ha querido ver en el libro de Stéphane Hessel (Indignaos) la base ideológica de este movimiento juvenil ciudadano. En él se propone una suerte de “insurrección pacífica”, con proclamas válidas universalmente.
Otros, sin embargo, buscan esos antecedentes en la crisis de 1968 (año de la muerte de Martin Luther King y de Robert Kennedy) que brotó en el mítico mayo francés y que luego se extendió como una mancha de aceite a medio mundo. En concreto, en EE.UU., se incrementó la lucha por los derechos civiles, al tiempo que, en las universidades estadounidenses (especialmente la de Columbia, en Nueva York), tuvieron lugar persistentes protestas estudiantiles en contra de la guerra de Vietnam. Ese mismo año hubo también manifestaciones juveniles en la República Federal de Alemania, una huelga general en Roma y tímidas protestas estudiantiles en la España de Franco. Al mismo tiempo y, al otro lado del telón de acero, el mundo asistió a los sucesos de la primavera de Praga. En sociedades en vías de desarrollo, como Argentina, brotaron manifestaciones contra la dictadura del presidente Juan Carlos Onganía y, en ese mismo continente, el trágico desenlace de las protestas estudiantiles en México con los sucesos de Tlatelolco del 2 de octubre.
Por último, un tercer grupo de analistas, ponen el énfasis de sus sesudos juicios en un hipotético paralelismo entre las movilizaciones de los primeros meses de 2011 ocurridas en Egipto, Túnez, Libia, y otros países del norte de África y Oriente Próximo.
Redes sociales e institucionalización
Si algo tienen en común las recientes movilizaciones del mundo árabe con las surgidas en nuestro país - frente a las de aquel lejano 1968- es el relevante papel que han tenido en su formación, su extensión y calado social las llamadas Redes Sociales (en especial Twitter y Facebook). Un tema muy interesante que, sin embargo, y como diría Moustache, el propietario del bar donde chulos y prostitutas se reunían en “Irma, la dulce”, el clásico de Billy Wilder- “esto es otra historia”, que probablemente habrá que abordar en columnas venideras…
Es indudable que una de las virtudes que el movimiento ha sacado a la superficie ha sido la manifestación de un gran descontento social por la situación política que nos tiene maniatados en medio de una crisis económica brutal, con un avance inexorable del desempleo y con tantos y tantos otros problemas, detrás de los cuales los integrantes de esta plataforma ciudadana parecen apuntar hacia los políticos -así, dicho en general- como causantes de todos los males de nuestra sociedad.
Pero, al mismo tiempo, para un observador imparcial hay muchas dudas respecto a la orientación de la protesta que cada día parece menos espontánea e independiente cuando se niega a señalar -por razones obvias- hacia el gobierno actual de Rodríguez Zapatero como el principal responsable de la situación creada. Y, por otro lado, la forma de protesta adoptada por el movimiento, en forma de acampadas en plazas públicas (con la madrileña Puerta del Sol como emblema) lesiona gravemente los derechos de muchos otros ciudadanos. Los comerciantes y profesionales de las zonas afectadas que han visto como sus negocios han disminuido notabilísimamente en una época tan crucial como esta en donde no está el horno para bollos, y el de muchos otros ciudadanos que verían, incluso, con mayor simpatía esta postura de indignación, si adoptase formas más civilizadas y contundentes.
De no ser así, de no encontrar este movimiento otras formas de organización y de institucionalización, estará inevitablemente condenado a su disolución. Nunca mejor dicho porque también ha sido calificado como movimiento líquido. Únicamente de su propia evolución depende que sean o no muchos más los ciudadanos que pasen a sentirse también disgustados, apenados, desalentados, pesarosos, contrariados, afligidos, desconsolados, entristecidos, resentidos, amargados, mortificados, desolados, desengañados, desencantados, decepcionados, desilusionados, fastidiados, arrepentidos, doloridos, cansados, fatigados, molestos, incomodados, hastiados, hartos, aburridos, irritados, enojados, enfadados, malhumorados, descontentos, rabiosos, distanciados, hostiles y alejados del movimiento 15M.