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Off the record - 6 julio 2007

Off the record - 6 julio 2007

viernes 06 de julio de 2007, 07:36h

LAS RAÍCES DEL “MULTAZO”

Demasiada palabrería en torno a la abultada multa impuesta a Telefónica por la Comisión Europea y que, por esperada, sólo ha sorprendido a los quieran aparentarse sorprendidos. El final del final es que Telefónica paga el pato del menguante peso específico del Gobierno español en el ámbito de la Unión.

Es cierto que Telefónica cumplió con las exigencias de la CMT, pero es que el prestigio de los organismos reguladores españoles está por los suelos después de los chanchullos políticos que vienen sucediendo en la CNMV, la CNE y en menor grado, en la propia CMT. No es que “barran para casa”, algo que sería hasta cierto punto explicable, es que ni siquiera guardan las formas.

 

HACIA ORGANISMOS REGULADORES EUROPEOS

Se extiende en Bruselas y Luxemburgo el criterio de que la UE debe contar con organismos reguladores únicos en todo su espacio, ante la sabia prevención de que, como se contagia antes lo malo que lo bueno, no vayan a extenderse por los países de la Unión los raros procedimientos de los reguladores españoles.

 

UN RECURSO CON POCAS POSIBILIDADES

Los 152 millones de euros de multa a Telefónica no son excesivamente relevantes en las cuentas de la compañía, pero tienen un valor real y sobre todo, suponen una seria advertencia ante los mercados.

La operadora recurrirá la multa, pero los expertos temen que las posibilidad de éxito en el Tribunal de Luxemburgo son muy pequeñas. Por mucha animadversión que se pueda imputar a la comisaria europea de competencia Neelie Kroes, el hecho es que ha quedado patente que los consumidores españoles pagan más que los de cualquier otro país europeo por los servicios de acceso de banda ancha a Internet.

¿Podrían los consumidores reclamar a Telefónica la devolución del perjuicio económico causado? Eso sí que dejaría en pecata minuta la multa de la Comisión Europea. Alguna organización de consumidores se ha puesto a estudiar el tema.

 

MÚSCULO FINANCIERO PARA LAS AUTONOMÍAS

Nos referíamos ayer a las grandes Cajas, las que ya lo son y las que aspiran a serlo, como una parte de la estrategia de cohesión interna y capacidad de movimientos en el ámbito estatal de las Comunidades autónomas. Y dejábamos en el tintero el gigante vasco que va a surgir de la fusión de la Kutxa, la BBK y Caja Vital, con decidido impulso del lehendakari Ibarretxe.

El principal promotor del proceso, Xabier de Irala, presidente de la BBK, tiene claro que la concentración territorial de las Cajas se va a producir en casi todas las Comunidades autónomas, y las que no lo hagan se quedarán en fuera de juego.

 

EN LA ESTELA DE PODER DE LA CAIXA

Es el “efecto llamada” del espectacular éxito de La Caixa. Los gobiernos autónomos serios saben ya que necesitan la presencia activa de un operador financiero con volumen crítico o perderán las oportunidades de las operaciones económicas y empresariales importantes. Ni Euskadi, ni Galicia, ni Canarias, por poner tres ejemplos muy claros, van a quedarse viéndolas pasar.

En términos políticos es bueno que se produzcan esas concentraciones territoriales. Al mismo tiempo que fortalecen la cohesión interna de las distintas autonomías, la eclosión de más actores financieros de primer nivel mejora la arquitectura financiera de España en su conjunto, al desplegar sensiblemente la competencia real en el sector.

 

POLÍTICOS Y EMPRESARIOS

La espectacular decisión del premier británico Gordon Brown, nada más llegado al cargo, de crear un Consejo Británico de Negocios, en el que reunir a los grandes cabezas de la economía real, esto es, los mejores líderes empresariales del país, ha sido un gesto de liderazgo con enorme repercusión en toda Europa.

La idea no es nueva, aunque sí lo es su brillante y rápida realización. Lo sugirió, décadas atrás en Alemania, Ludwig Erhard, aunque el gestor del “milagro alemán” no consiguiera plasmarlo en la realidad. Se estudió en la España de la transición, pero no se reunían las condiciones para asegurar la eficiencia del proyecto. 

El dato de que el hombre del conservador Rupert Murdoch en el Reino Unido, Rod Eddington, forme parte del panel, indica a las claras la voluntad de Brown de segar la hierba bajo los pies de Cameron mediante una alianza trasversal con el empresariado.

 

DISTINTOS MODELOS DE RELACIÓN

El laborista Brown refleja las ideas del democristiano alemán Erhard, cuando este último argumentaba que “el empresario no se lanzará a las barricadas, sino que querrá hacerse valer mediante conversaciones o por influencia individual sobre los partidos políticos (…) naturalmente que reaccionará de un modo más o menos abierto o reservado frente al Gobierno según el carácter sociopolítico de éste, pero siempre estará interesado por el equilibrio y la comprensión”.

Nada que ver este moderno mecanismo de relación privilegiada entre el Gobierno y el empresariado con las toscas actuaciones del clan Intermoney para formar, mediante las influencias de la Oficina Económica del Presidente, un grupo de empresarios amigos, o adictos, que ayuden al intervencionismo político sobre la actividad empresarial. Lo diametralmente opuesto.

 

LAS VOCES Y LOS ECOS DEL CONGRESO

La polémica sobre quién ganó esta vez el debate parlamentario tiene, como siempre, mucho de artificial. Sustanciarlo por encuestas de Internet o incluso presenciales no hace más que traducir alineaciones, militancias y aversiones.

A buen seguro que habría amplísimo acuerdo en unas cuantas conclusiones para las que no hacen falta sondeos de opinión ni esfuerzos estadísticos. Primera, que el discurso inicial del presidente Rodríguez Zapatero fue flojo, administrativo de segundo nivel, en tanto la respuesta de Mariano Rajoy tuvo altura, vigor expositivo y consistencia.

Pero la réplica de Rodríguez Zapatero, dura y demagógica, fue brillante y eficaz para movilizar el respaldo de los sectores de opinión en los que recoge sus votos. Sigue convencido de que la crispación le conviene y la promueve en dosis letales.

La dúplica de Mariano Rajoy no estuvo a la altura, y pudiendo ser eficaz en los contenidos, tuvo carencias formales impropias de un probado orador parlamentario como es el líder del PP. Se le nota que no soporta a Zapatero, tanto como se le nota a éste que envidia la cualificación profesional y el nivel cultural de Rajoy. Se detestan.

 

EL VERDADERO ESCENARIO DEL DEBATE

Rajoy se dirigió a los parlamentarios, que cuentan poco en estos debates tal como se plantean. Rodríguez Zapatero habló para la televisión, con manifiesto desinterés por el hemiciclo, en esa estrategia sólo útil como “claque” y fondo de sonido. No debiera ser así, pero el verdadero escenario era la calle. El público eran los telespectadores, no los diputados.

Como ya es costumbre, el portavoz de la minoría catalana dijo las cosas que las amplias mayorías de españoles moderados quieren oír. Y las dijo muy bien, porque además Durán i Lleida es un orador educado y eficaz.

Luego, naturalmente, fue a lo suyo, a barrer para Catalunya, que es al fin y al cabo para lo que le han votado sus electores. Pero en sus palabras, ni una gota de crispación, sólo buen sentido, centrismo y evidencias de la voluntad de CiU de contribuir a la gobernabilidad del Estado.

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