La diatriba del senador vasco

   Como no podía ser de otro modo, las rotundas opiniones vertidas por el senador Anasagasti sobre la Casa Real no han pasado inadvertidas. Han levantado una polvareda que posiblemente no ha sorprendido a Anasagasti, veterano en este oficio de la política y sus reacciones. Anasagasti ha despotricado de manera radical y rotunda contra la Casa Real, sus miembros, hábitos y costes.

   No parece que salve a nadie de su particular "pira": son unos vagos, consumen un presupuesto alto e incontrolado, sus vacaciones estivales no se atienen a las de cualquier otro ciudadano español, sin olvidar el capricho del Rey por su yate Bribón, el décimo cuarto ya de la saga, del que se ha asegurado que ha costado esta vez en torno a los mil millones de euros.

   En resumidas cuentas, Anasagasti ha dejado atrás a los mismísimos republicanos de Puigcercós, que han venido reclamando mayor transparencia sobre las cuentas de la Casa Real. Anasagasti ha ido mucho más allá con su diatriba "a la totalidad". Sencillamente, no le gusta la Casa Real, y probablemente preferiría la fórmula republicana en la que la máxima autoridad del Estado es elegida por los ciudadanos  cada cierto número de años, sin la permanencia y larga duración de una Monarquía.

   Pues bien, a Anasagasti han salido no pocos lectores y opinantes a decirle mayoritaria y abrumadoramente que está equivocado y no tiene razón en sus planteamientos y en sus críticas. El mismísimo presidente del Senado, Javier Rojo, tras declararse respetuoso con las opiniones de cada senador, juzga  sin embargo las opiniones de este senador vasco concreto de inadecuadas, inconvenientes e incluso de no ajustarse a la realidad de lo que sucede con la Casa Real y sus miembros. Ni son vagos o tienen unas vacaciones exageradas ni sus gastos están fuera de control del Estado.