Sin toro nada tiene importancia. Tal es el certero lema de los buenos aficionados en general y de la sacrosanta Asociación El Toro en particular. Pues, eso. Vaya tal aserto por delante, haciendo el paseíllo de esta crónica que tiene poco que contar. Porque toro y Juan Pedro Domecq es un oxímoron, es la antítesis lo uno de lo otro. Y en el mano a mano, que se le ocurrió a una empresa tan creativa -otro oxímoron- como la que rige Las Ventas, y que nadie pedía, de dos coletudos de similar corte artístico, no hubo toros -ni tercio de varas, que fue un simulacro-, menos el último de Torrealta -tampoco para tirar cohetes, no crean-, al que cortó una oreja Pablo Aguado por varias tandas de bellos y sentidos naturales. Con semejantes piltrafas, en presentación, fuerza y juego, para más inri sospechosas de pitones, que presentó el hierro sevillano, que suma otro nuevo petardo en Madrid -y van…-, Juan Ortega pasó casi de puntillas salvo algún lucimiento con el percal. O sea que si no hubo toros ni casi toreros, ¿qué hubo? ¡Exacto: una estafa!
Esa irregular labor de Aguado en el manejable y nobilísimo sexto, tardo en llegar, pero al menos se redimió en la segunda parte de la misma cuando comprobó la bondadosísima embestida del animal, sobre todo por el pitón izquierdo, y ofreció a los ya desesperanzados espectadores varias tandas de bellísimos naturales plenos de naturalidad hasta con cierto desmayo. La suavidad, pulso, profundidad y ligazón despertó a los tendidos y como, cosa rara en él, se atracó con un buen espadazo echó en su esportón una merecida oreja.
Salvando su toreo de capote en los suyos y en los quites a los de Ortega con buenas verónicas, delantales y chicuelinas, el resto de su actuación, triste aburrida y ventajista, no dejó para el recuerdo ni una miaja del arte que atesora. Como le ocurrió de forma casi parigual a Ortega, quien más allá de algunas verónicas en su primero y una tafallera al quinto, anduvo apuntando algunos muletazos sueltos bien trazados y dibujados, pero también casi siempre fuera de cacho. Y es que, se insiste: sin toro nada tiene importancia. Pues, eso: ¡una estafa!
FICHA
Toros de JUAN PEDRO DOMECQ, sin trapío, mansos, descastados y muy flojos; varios sospechosos de pitones. 6º de TORREALTA, justo de presencia, único que cumplió en varas, manejable. JUAN ORTEGA: silencio; silencio, silencio tras aviso. PABLO AGUADO: silencio; silencio; oreja. Plaza de Las Ventas, 24 de mayo, 14ª de Feria. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).