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La maldita dictadura

La maldita dictadura

martes 12 de diciembre de 2006, 17:39h

No pude dejar de esbozar una sonrisa. La primera reacción que tuve al enterarme de la muerte del dictador chileno, ciertamente fue de satisfacción. Alegría si se quiere. Luego vino la indignación, la rabia, la bronca de ver cómo tantos chilenos lloraban la muerte de un miserable asesino.

Sin embargo la mayoría celebraba con bailes, guitarra y champaña la muerte del genocida. Hubo caravanas y alegría en gran parte de la población chilena. Pero, ¿hay realmente motivos para celebrar? Creo que no.

Murió Augusto Pinochet, un genocida miserable, un infeliz criminal, un dictador traicionero, y los familiares de las víctimas de su maldita dictadura no conocerán jamás el rostro de la justicia.

Murió Pinochet y con su vida, la historia perdió una vez más la oportunidad de condenar a un dictador como lo que realmente es: un criminal miserable de la peor calaña. Murió un genocida y la palabra impunidad se dibuja no sólo en el seno de la sociedad chilena.

¿Por qué malhadada razón existe gente que llora a un asesino? Porque las malditas dictaduras no sólo asesinan, persiguen y torturan, sino que se sostienen durante años gracias al engaño, la estafa y la compra de los más débiles, los más pobres y los más ignorantes, a quienes les hacen creer que la “revolución” es para ellos.

Pero también se sustentan en aquellos miserables que consideran que el fin justifica los medios. Y es que para algunos, Pinochet no sólo salvó su país del peligro comunista, sino que las políticas económicas de libre mercado instauradas durante su dictadura, fueron el punto de partida para el florecimiento chileno. Eso es muy discutible.

Según el internacionalista Farid Kahhat, la democracia chilena produjo un crecimiento del ingreso per cápita mucho mayor al promedio obtenido durante los 17 años de la dictadura, además de reducir significativamente los niveles de pobreza.

Más allá de eso, debe entenderse, y entenderse bien, que la palabra dictadura –no importa si es de derecha o izquierda- está maldita por los siglos de los siglos.

Que un dictador no sólo viola a una persona y en un aspecto, como el violador que atenta contra las libertades sexuales, sino que abusa de toda una nación y en todos los sentidos.

Y cuantas veces quiere. Y mata, y tortura, y desaparece personas, y roba. Y le dice a usted y a mí cómo pensar, y qué decir y qué hacer. Y si no le gusta lo que pensamos, decimos o hacemos, atentamos contra su revolución y nos mata y nos persigue y nos tortura, y luego lo hace con nuestras familias y nuestros amigos.

Quienes lloran a Pinochet seguramente no tuvieron ocasión de llorar por ninguno de los 3 mil muertos que dejó su régimen criminal, y menos aún se condolieron de la tortura de otras 28 mil personas.

Para ellos, la malhadada “Caravana de la Muerte” que recorrió el país entero para aniquilar a los opositores al régimen, fue sólo el costo político.

Estos infelices que lloran a moco y baba, pedían honores de jefe de Estado para el magnicida que bombardeo el Palacio de la Moneda.
Ellos nunca lloraron ni dijeron una miserable palabra para condenar aquel criminal sistema de asesinatos coordinado entre las dictaduras de América Latina, llamado “Operación Cóndor”. Nunca dirán nada de la siniestra “Operación Colombo”.
En medio de la polarización, el gobierno de Michelle Bachelet, detenida y torturada junto a su madre por el régimen dictatorial, no pudo menos que rechazar los honores y el duelo para el genocida.

Es lo mínimo que podría esperarse de un gobierno democrático. Pero lo que me parece lamentable es que las Fuerzas Armadas chilenas le rindan al asesino, honores como comandante general del Ejercito.

Es hora que los estados democráticos dejen de hacerse de la vista gorda y condenen enérgicamente a los dictadores y golpistas, y faciliten los procesos de extradición de aquellos que atentaron contra la democracia, de modo que nadie se atreva a pretender tomar el poder por la fuerza.

No más francos, castros, batistas, velascos, videlas, ni asolapados fujimoris o chávez. Esto no es un asunto particular, concerniente sólo al país que lo padece. La democracia, la libertad y la vida, corresponde a todos los ciudadanos del mundo. No más pinochets.

Mauricio Ottiniano (Perú)
Periodista del diario Correo

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