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El asambleísta de Carondelet

El asambleísta de Carondelet

jueves 04 de octubre de 2007, 04:13h
Todo se va armando, las piezas van acomodándose justas donde el gobierno del presidente Rafael Correa las quiere para estructurar su proyecto político que, sin definición clara, lo proclama como el “Socialismo del Siglo XXI”. Algunos analistas locales consideran que el sonriente mandatario se aprendió muy bien las enseñanzas del Príncipe de Maquiavelo. Es que desde que su triunfo para la segunda vuelta electoral estuvo en riesgo, cambió el discurso convirtiéndose en lo que tanto cuestionó: un comprador de votos ofreciendo “el oro y el moro”. Ya con la banda presidencial cruzada en su pecho, “ordenó” al Tribunal Supremo Electoral convocar a la Consulta Popular, violentando por primera vez la Constitución del Estado que al asumir su cargo no juró cumplir ni hacerla cumplir. Seguramente por que no se siente comprometido con el tradicional juramento, ha interpretado la Carta Magna vigente, como él o sus colaboradores han querido y han considerado oportuno. Su golpe de gracia fue apoyar la destitución de 57 diputados que el incondicional y cuestionado Tribunal Supremo Electoral dispuso, acusándolos de intentar boicotear la anhelada Consulta. Pero adicionalmente ayudó, con una sorprendente operación policial para que los suplentes asumieran los cargos formando un bloque, en un principio, incondicional al régimen. El pueblo se pronunció con un sí mayoritario en la Consulta y de paso aprobó un estatuto para el funcionamiento de la Asamblea, parido entre las paredes del Palacio Presidencial y con la ayuda de los “tecnócratas alfabetizados” que forman su equipo de apoyo- como lo llamó un lúcido analista. El discurso de acabar con la partidocracia que ha dominado los 28 años de retorno democrático del país le ha venido muy bien. Su pelea con la prensa, con el Congreso, con la banca, con los sectores productivos y su enfrentamiento con quien le hace sombra política, el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, le ubicaron con los niveles de aceptación popular más alta de los últimos tiempos. Lejos de atender todo llamado a no intervenir en la campaña para elegir a los 130 asambleístas, el gobierno puso en marcha una regalona agenda que visitó todos los rincones del país ofreciendo subsidios, bonos sociales, créditos, provincializaciones y  emergencias para resolver necesidades jurisdiccionales. Todo esto al compás de una insistente campaña publicitaria sobre la obra de gobierno y las obligadas cadenas oficiales. Con todo esto ya tiene la mayoría de la Asamblea en su bolsillo. No necesitará de un voto ajeno para la redacción de una nueva Constitución y menos para reformar el marco Jurídico. Aún la Constituyente no se instala pero laborará en Montecristi, mandará al Congreso a su casa, conformará una comisión legislativa y tal vez adelantará las elecciones, todo  por decisión del mandatario. Al parecer la Asamblea tendrá un director de orquesta desde el Palacio de Carondelet, todo para cumplir el lema gubernamental de que “la Patria ya es de todos” y que la Asamblea será de Acuerdo País, el movimiento político del demócrata presidente Rafael Correa.  
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