Dame la mano Mariano

La portavocía política se ha polarizado en dos Sorayas que no vienen de Persia sino de Valladolid. Existen curiosas tendencias a la simetría que influyen fuera de todo cálculo racional. Da la impresión de que si Soraya Rodríguez se llamase Lorenza, Loren Rodríguez, como una chica tradicional de Valladolid, no sería portavoz del PSOE salvo que Soraya Sáenz de Santa María también se llamase Loren Sáenz de Santamaría. La Soraya importante -la del PP- explica las reformas que dispone el gobierno. Tiene lo que hay que tener para ser una fiel portavoz: confianza del jefe, laboriosidad y base jurídica. Pero la falta de un zar de la economía en el gobierno la ha convertido en algo más que vicepresidenta y portavoz: en la vicepresidenta por antonomasia.

Su posición se contrapesa, sin embargo, por otra mujer lejana de nombre menos exótico. Se llama Ángela, como podría llamarse otra señorita de Valladolid, pero es alemana y manda lo que parece que manda y más. Frau Merkel es como un ama de casa laboriosa y ahorrativa y tiene un hijo mayor predilecto que se llama Sarko, hiperactivo y algo chuleta. A Frau Merkel le gusta exhibirse de su brazo pero sin olvidar a su hijo pequeño, Mariano, necesitado de su maternal amparo.

"Dame la mano Mariano", dice mientras piensa que no están los tiempos para experimentos financieros sino para practicar las recetas caseras de una buena administradora. No estamos en los días del "grandeur" francés, ni del "milagro" alemán, ni tan siquiera en los de "Bienvenido mister. Marshall". Somos, sencillamente, una familia en apuros. Europa debe acomodarse en su cocina si no quiere pasar hambre ni frío mientras dure su invierno económico. La germánica Merkel no es una valkiria wagneriana sobre un caballo de batalla sino una "madre coraje" tirando del carro de la compra sobre un crudo escenario sin música ni bambalinas. No engaña a nadie ni se deja engañar por nadie. Su imagen es la que corresponde a la naturalidad de su mensaje: no gastar más de lo que se tiene.

Nuestra Soraya tiene que explicar que la reforma del mercado de trabajo no es para facilitar los despidos de los que aún trabajan sino para facilitar los contratos de quienes vegetan en el paro. La otra Soraya moteja las medidas de neoliberales como si el liberalismo fuese intrínsecamente perverso, tal y como escribía en 1.884 un cura reaccionario -Don Félix Sardá y Salvany- en su libro "El liberalismo es pecado". Mientras se discute tan trasnochada teoría y ensayan sus modestas movilizaciones los de siempre, Rajoy, calladito y comedido, no suelta la mano de Ángela que lo lleva por el buen camino. El problema lo tiene Rubalcaba que, aún que tenga otra Soraya como portavoz no tiene otra mano a que agarrarse allí donde se cuece el cercano futuro de Europa. Es como un huerfanito mayor con su hermanita pequeña tan huérfana como él, los dos caminando por una calle hacia no se sabe donde, como el último plano de una película de Charlot.