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Siria: repetir la solución Libia, no la de Irak

miércoles 28 de agosto de 2013, 12:53h
Barack Obama sabe que los ciudadanos norteamericanos no quieren que sus soldados entren en Libia, tal y como lo hicieron en Irak y Afganistán. El presidente de los Estados Unidos sabe que tras las guerras en esos países y tras los apoyos a las "primaveras árabes" el modelo de democracia occidental no ha hecho su aparición en  ninguno de ellos, más bien todo lo contrario: se han islamizado hasta tal punto que de nuevo ha  tenido que " intervenir" en Egipto para cambiar por las armas el resultado de las urnas.


Delante de sus ojos están los resultados: 25 años de bombardeos selectivos sobre Libia apoyados siempre por Gran Bretaña y ocasionalmente por algún otro país como Francia dieron como resultado la caída y ejecución de Mohamar El Gadhafi, sin que no un solo marine pisara el rico suelo petrolífero del país árabe. Al otro lado de la ecuación bélica está Irak con su décimo cumpleaños de sangre que no cesa tras entrar y salir las tropas de la coalición, con Sadam Hussein juzgado, sentenciado y ajusticiado. Un país partido en dos religiosamente y en el que la "occidentalizacion democrática" es una ilusión sin futuro.

Lo que sabe Barak Obama lo sabe David Cameron, lo sabe François Hollande y por supuesto lo sabe Mariano Rajoy, y cada uno de ellos tiene un antecesor en el que fijarse.Obama puede estudiar lo que hicieron Ronald Reagan, Bush padre y Bush hijo, como presidentes republicanos, y lo que hizo Bill Clinton como presidente demócrata. Camerón puede remontarse a Margaret Thatcher como primer ministra conservadora y a Tony Blair como laborista y que ambos se comportaron de la misma manera: a las órdenes de Washington. Hollande lo tiene más difícil y que sus rivales de la derecha francesa ofrecieron alternativas muy distintas con Jacques  Chirac y Nicolás Sarkozy, con el primero oponiéndose a los deseos estadounidense y el segundo apoyándolos  sin complejos.

Rajoy es más que consciente que en las actuales circunstancia por las que atraviesa España no puede apoyar de forma directa los planes militares de USA como hizo José María Aznar, pero tampoco puede imitar a José Luis Rodríguez Zapatero en su postura en el mundo árabe, que Afganistán era y es otra cosa. Lo quiera o no tendrá que hacer y decir bajo las mismas mentiras que sirvieron para entrar militarmente en Irak, con la ventaja de que no se le pedirán tropas y que, a lo mejor, ni siquiera el apoyo logístico de las bases de Rota y Torrejón. Mal comienzo del curso político con el resto de los problemas nacionales sobre la mesa.

Si analizamos la excusa de las armas químicas, la verdad es que no resiste la más mínima de las lógicas: los inspectores de la ONU ya llevaban tres días en Damasco cuando se produjo el ataque en Guta. ¿ El propio régimen de El Assad utilizando armamento químico delante de los ojos de la ONU?. Ni al propio Maquiavelo se le ocurriría una cosa igual. Más bien parece todo lo contrario, sin que hasta el momento se pueda decir con exactitud lo que pasó, que agente químico se utilizó y cuántas víctimas se produjeron. A igual que le pasó a su paisano Hans Blix en 2003, al sueco Ake Sellstrom no parece que le vayan a hacer mucho caso desde Washington si nos fiamos de las palabras del Secretario de Estado USA, John Kerry, que negaba la validez de las pruebas cuando éstas no habían comenzado.

Bashir el Assad es un dictador laico pero no es un imbécil. No quiere terminar ni como Gaddafi,  ni como Sadam. No quiere que le juzguen, le condenen y le ejecuten; ni que los llamados rebeldes le cojan prisionero y le maten en el acto, si es que éstos cambian el sentido de la guerra civil y ganan bien apoyados por los bombardeos aliados y por la incesante ayuda de armamento que están recibiendo desde hace meses. Toda esta historia trágica recuerda demasiado a las ya vividas. Las supuestas armas químicas recuerdan a la excusa de la discoteca de  Berlín, que le sirvió a Reagan para bombardear Libia; a las armas de destrucción masiva y la cooperación en los atentados a la Torres Gemelas que le sirvieron a Bush hijo para entrar en Irak; al cobijo en las montañas que le ofrecían los talibanes a Osama Bin Laden para intervenir en Afganistán.

Occidente, Europa no ha ganado nada con las tres acciones. No está más seguro, ni mejor económicamente, no ha contribuido para que en esos países hay más democracia, más igualdad hacia la mujer, más libertad, menos dogmatismo  religioso. Todos esos principios han empeorado. Han ganado, eso si, las industrias armamentisticas  y una serie de compañías algunas de las cuales se encontraban al borde de la quiebra antes de que se decidieran las intervenciones.

La ley de los más fuertes sigue tan vigente como hace siglos. Las llamadas soluciones diplomáticas se emplean sólo entre los grandes, cuando ni unos, ni otros se sienten capaces de ganar al adversario. Los ciudadanos de los países cuyos gobiernos deciden donde lanzar las bombas y por cuanto tiempo no tienen capacidad para cambiar ese tipo de actitud, como no la tienen los medios de comunicación a los que desde hace años se les intoxica con informaciones falsas e imágenes de películas de acción, que ellos trasladan a la sociedad para adormecería o, al menos, confundirla y dejarla incapacitada para oponerse.


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