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Asedio al Alcázar

Asedio al Alcázar

viernes 21 de febrero de 2014, 09:55h

No lejos de nuestra historia más reciente nos encontramos con un lamentable acontecimiento que llevo a España a vivir una dictadura. Una guerra civil y sangrienta donde, entre otras acciones bélicas, nos encontramos con el asedio al Alcázar de Toledo.

Casi 80 años después, en pleno siglo XXI y en un país que se supone que vive bajo un régimen democrático, nos encontramos con otro asedio al Alcázar, eso si, esta vez en referencia a la localidad de la provincia de Ciudad Real y donde, por supuesto, no existe una guerra civil por medio.

Un asedio, entre otras cuestiones, conlleva el rodeo del objetivo y el bloqueo de las líneas de abastecimiento, y esto, indiscutiblemente, es lo que está llevando a cabo el alcalde de esta localidad. Todo ello, curiosamente, contra un grupo de vecinos desarmados, que para más inri, con sus impuestos pagan el sueldo del sitiador y del grupo en el que se apoya, es decir, las fuerzas de seguridad del Estado. Por supuesto, que estos últimos solo reciben ordenes, pero les preguntaría: ¿todo vale y se asume?.

Se podría pensar que la utilización por mi parte de la palabra asedio fuera una forma irónica de definir lo que allí está ocurriendo, pero si nos ceñimos a la definición de la palabra y al hecho de que el alcalde ha prohibido el abastecimiento de víveres a las personas allí encerradas, veremos que esto de ironía no tiene nada, más bien, es toda una realidad. La cual se puede encrudecer, todavía más si cabe, si entre los ciudadanos que están llevando a cabo este encierro se encuentra alguna persona que por alguna enfermedad pueda llegar a una situación grave por falta de víveres o alimentos especiales.

Podría dirigir mis palabras a la raíz que ha generado toda esta situación, que no es otra, que la lucha ciudadana contra la privatización de algo tan fundamental, que es de todos, como es el agua. Un bien que, sin duda alguna, tiene que estar gestionado por lo público para que no se vea contaminado por el interés de aquellos que su mayor gestión pasa por el de tener beneficios propios. Y esto es totalmente incompatible, no solo en lo que se refiere al agua, sino también a bienes tan fundamentales como nuestra sanidad, educación, dependencia o servicios sociales.

Pero en esta situación, como en otras muchas, hay un trasfondo que nos lleva a pensar que nos estamos convirtiendo en nostálgicos de todos estos bienes que teníamos y que, gracias a las medidas políticas que se están adoptando, están pasando a ser simplemente historia.

Lejos de que esta nostalgia se quede en el recuerdo de lo que eran todos estos derechos fundamentales, nos encontramos con otra mucho peor. Una que para algunos, a diferencia de la anterior, no se basa en ver cómo desaparecen cosas tan esenciales en nuestras vidas, sino todo lo contrario, se nutre con el recuerdo de épocas donde lo esencial para ellos pasaba por privar de libertad a personas que luchaban por no estar sometidas por un régimen totalitario y fascista.

Prueba de ello, son todos estos nostálgicos que empiezan a salir de sus armarios y que, utilizando sus cargos públicos, llenan los despachos de los consistorios que regentan de recuerdos que les hacen gozar hasta la extenuación. Recuerdos que pasan, entre otros, por símbolos franquistas. Cuestión que, por otra parte, va en contra de nuestra democracia y de nuestras leyes y que, al parecer, nadie está haciendo nada por evitarlo.

Sin embargo, visto lo visto, hay quienes van un paso más allá y no se conforman con un simple retrato, sino que sacan a la calle su colección de soldaditos de plomo. Y esto, bajo mi punto de vista, es lo que está sucediendo en la localidad de Alcázar. Donde el alcalde está demostrando, de forma contundente, que conoce a la perfección el significado de la palabra asedio.

Me pregunto si el gobierno regional, que se supone que es democrático, va a tomar cartas en el asunto, puesto que el tener sitiados y sin abastecimiento a unos ciudadanos por parte de un cargo público, aunque este encierro sea ilegal, no es ni por asomo un acto que se pueda llevar a cabo dentro de una democracia. De ahí, me imagino, que la presidenta regional, Dolores de Cospedal, cesará automáticamente a este alcalde nostálgico.

Con esta frase quiero manifestar mi humilde apoyo a todos estos ciudadanos que están demostrando que no van a dejar que nadie venda lo que es de todos:

"A veces la distancia nos hace reflexionar en el valor de los seres que nos acompañan. Pero recordar, solo tenemos esta vida para cambiar las cosas"

Y al Alcalde de la localidad también le quiero dedicar esta otra frase:

"Deberíamos usar el pasado como trampolín... y no como sofá".

Enrique Rivas

Portavoz de la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia de CLM

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