La mano olímpica

Anda muy atareado estos días el señor alcalde a la caza de ratones dentro y fuera de su palacio; hasta Málaga y Jerez se ha marchado, vestido con el traje preelectoral. Y mientras es probable que se pregunte por qué se le ocurrió alguna vez meterse en mudanzas, sigue dando pasos hacia ese otro destino que le gustaría casi casi más que nada como broche final de su carrera de munícipe: el olímpico.

Esta misma semana se ha presentado la que será imagen de la ciudad mientras sea candidata; esto es, el logo que servirá para la promoción de Madrid como futura sede de los Juegos de Verano de 2016. El logo ha retocado ligeramente al que salió, por votación popular, de un concurso salpicado por algunos presuntos plagios. Es bonito, colorista y puede que efectivo, y desde luego permite familiarizarse con la idea que quiere transmitir: una mano que se tiende, que abraza, que sostiene, que anima, que aplaude… se puede utilizar de tantas maneras… Todas aplicables al equipo de la oficina olímpica, tan entregado a la causa que de ellos se puede decir todo menos que estén mano sobre mano. 

Para  los críticos, no está de más explicar que el logo no lo será siempre: su función termina el 2 de octubre de 2009, cuando la Asamblea General del Comité Olímpico Internacional decida, en Copenhague, cuál es finalmente la ciudad que organice los Juegos. A partir de ese momento, si Madrid resulta la elegida, será otro el diseño que se utilice hasta las olimpiadas y durante los Juegos.
La carrera olímpica está en marcha: antes de que acabe el mes, se pondrá en funcionamiento una página web que prometen atractiva, movida y muy televisiva,, sea lo que sea lo que significa eso.

Muchos eran los escépticos cuando Álvarez del Manzano inició el camino hacia el sueño olímpico madrileño. De aquel primer apunte –un plano pintado a mano- que mostraba el esbozo del anillo olímpico, la dossier de diseño y contenido que se presentó acompañando a la candidatura de Madrid 2012 y que tan cerca estuvo de darnos una alegría inmensa, ha pasado mucho. Tiempo, trabajo y esfuerzo. Ahora, con otros equipos y otras caras en el cartel de cabeza, lo único que sigue imperturbable es la ilusión que muchos madrileños tienen en que su ciudad llegue, algún día, a ser olímpica. Ojalá se cumpla, y nosotros que lo veamos.