De nuevo la inflación... ¡repetimos!

En esta ocasión, como hace una semana, el PP se apunta a lo de las críticas, y el Gobierno no puede más que agachar la cabeza ante lo que es un dato injustificable. Ahora bien, ¿hasta que punto tiene la culpa el Gobierno?

Como ya comentamos anteriormente, a corto plazo la responsabilidad del Ejecutivo es muy relativa. En todo caso, se limita a una posible falta de prevención o a una negligencia a la hora de investigar posibles concertaciones contrarias a la ley de competencia. Así, lo que se le puede exigir al Gobierno es que investigue en profundidad esas subidas en los productos agrícolas. Poco más.

Donde sí se le puede achacar fallos al Ejecutivo es en el largo plazo, que, lógicamente, sus soluciones son también a largo plazo. Principalmente son dos los puntos en los que la labor del Gobierno afecta a la inflación.

Por un lado, la dependencia energética que hay en España, lo que provoca que nuestro país sea especialmente sensible a las variaciones de los precios que realicen los exportadores de petróleo. En este sentido, el Ejecutivo lleva tiempo anunciando medidas para reducir esa dependencia, pero se está demostrando que, hasta el momento, su éxito es nulo.

Además, el incremento del gasto público propiciado por la administración central también ha impulsado esta tendencia inflacionista. Mayor gasto implica una necesidad de mayor recaudación, que se refleja en un incremento de los impuestos. Teniendo en cuenta las nuevas promesas del Ejecutivo socialista que incrementarán el gasto público, parece muy complicado acompañarlas de una reducción de esas tasas que podrían relajar la evolución de la inflación.

En resumen, a corto plazo poco pueden hacer las políticas del Gobierno, menos ahora que la producción está en gran parte controlada por la Unión Europea. Eso sí, ahora que se le han visto las orejas al lobo se espera una reacción que evite que esta situación se perpetúe mucho tiempo.